
Las cenizas de Juan Gabriel llegaron el lunes 5 y la noche del martes 6 de septiembre fueron retiradas, luego de recibir el homenaje del pueblo de México en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México.
Cientos de miles de mexicanos lo homenajearan con una visita tan sentida como fugaz en la que será su última parada antes de descansar en su casa de Ciudad Juárez.
El evento reunió a importantes figuras del mundo de la cultura y la música mexicana, así como a algunos de los allegados al Divo de Juárez, pero también a incontables fanáticos, gente que, entre sollozos y cánticos, quiso dar el último adiós al cantante que traspasó generaciones y clases.
Un rompedor de tabúes con su forma única de bailar, sentir y cantar que ahora, a ocho días de su muerte, desafió de nuevo todo lo establecido en el ámbito cultural llenando una vez más Bellas Artes, un recinto donde actuó por primera vez en 1990 desatando controversias.
Iván Gabriel Aguilera, hijo del artista, y Jesús Salas, representante del divo, llegaron con la urna y acompañados del secretario de Cultura, Rafael Tovar y de Teresa.
De fondo, la banda de mariachi Mi Tierra y el tenor Fernando de la Mora cantaron la emotiva Amor eterno desde las escalinatas de este monumental edificio inaugurado oficialmente en 1934, donde reinaban tres grandes coronas de flores, de Presidencia, de la Secretaría de Cultura y del mismo Palacio.
La cantante de ranchero Aída Cuevas interpretó Te lo pido por favor y Te sigo amando con un traje de charro y, tras su interpretación, montó guardia ante el atril, de la misma forma que los mariachis.
Cuevas, quien considera Juan Gabriel –fallecido de un paro cardíaco en Santa Mónica, California– un “maestro, amigo y guía”, se deshizo en lágrimas y abrazos con familiares y amigos del cantante.
Este mismo sentimiento afloró en los admiradores del cantante que se despidieron de este genio de la canción. Aunque solo fuera por cinco segundos, el tiempo que podían estar frente a la urna.