
Franz Kafka, el escritor que en vida no publicó ninguna obra, años después de su fallecimiento revolucionó el mundo de la literatura universal del siglo XX. Aquellas cartas, borradores, manuscritos y libros publicados, lograron que, a un centenario de su muerte, su nombre siga vigente siendo recordado como uno de los autores más emblemáticos de la literatura.
El escritor checo Franz Kafka, murió hace 100 años sin saber que se convertiría en una de las plumas más trascendentales de la literatura universal del siglo XX. Falleció de tuberculosis, meses después de escribir una de las obras que más ha impactado en el mundo de la literatura: “La Metamorfosis”.
El autor de “Cartas al Padre”, enfermó de tuberculosis y falleció un 3 de junio de 1924; sin embargo, antes de fallecer, contactó a su amigo Max Brod, a quien le compartió un último deseo: que quemara todos sus manuscritos, diarios, cartas y dibujos.
Aunque Franz Kafka reconoció la valía de algunas de sus obras, entre ellas “La condena”, “El fogonero”, “La metamorfosis”, “En la colonia penitenciaria”, “Un médico rural” y “Un artista de hambre”, Franz no quería que ninguno de sus textos fuera reeditado y por lo tanto, que no fueran publicados. Éste sólo esperaba que aquellas hojas desaparecieran con el pasar del tiempo.
Franz Kafka, nacido el 3 de julio de 1883 en Kierling, Austria, estudió la carrera de Leyes al tener una gran influencia por su padre, Hermann Kafka, a quien describió como autoritario y opresivo en su obra ‘Cartas al Padre’, aunque, a pesar del maltrato psicológico relatado en su manuscrito, Franz desarrolló desde joven una gran pasión por la escritura.
El mundo de las letras siempre fue un refugio para lo que la mente de Kafka aprisionaba y callaba, pues en sus obras siempre remarcó su falta de identidad y un posible aislamiento hacia la sociedad. Así lo dio a entender en una de las entradas de su diario de vida fechado un 21 de julio, en donde el checo expresó: “Odio todo lo que tiene que ver con la literatura, me aburre sostener conversaciones (aunque sean sobre literatura), me aburre ir de visita; las penas y las alegrías de mis parientes me llenan de aburrimiento. Las conversaciones quitan la importancia, la seriedad, la verdad de todo lo que pienso”.
Kafka siempre fue un apasionado por el arte desde temprana edad, pues a pesar de su aptitud para la pluma, también tomó clases de dibujo y fue asistente en los cursos de Historia del Arte en la Universidad Alemana de Praga.
El autor de “La Metamorfosis” no conoció el término ‘kafkiano”, al cual se le adjunta a todo aquello absurdo, nostálgico o sombrío, todo lo relativo a las obras de él.
“A veces me siento diferente. Camino como todos los demás, pero por dentro, me siento como un extraño de mi propia vida”, relató en Diarios, una de las obras que salió a la luz años después de su muerte.
Respecto a la teoría del porqué Kafka pidió a su amigo, Max Brod, que quemara sus obras, existe también la idea (alimentada por los mismos seguidores del autor), que plantean que Kafka le haría dicha petición a su amigo sabiendo que haría todo lo contrario a sus súplicas, y de tal manera, el autor se aseguraría que sus obras fueran publicadas una vez estuviera muerto.
“Mi última petición. Todo lo que dejo atrás (…) en forma de cuadernos, cartas, borradores, etcétera, deberá incinerarse sin leerse y hasta la última página”, fueron las palabras que Brod encontró entre los archivos de su departamento.
Franz Kafka falleció el 3 de junio de 1924 tras una prolongada tuberculosis, que en parte también existe la posibilidad de que falleciera por desnutrición, puesto que dicha enfermedad dañó su garganta y le provocaba un intenso
dolor, incapaz de hacerlo comer. Fue enterrado en el nuevo cementerio judío de Praga.
IMPACTO DE KAFKA EN LA LITERATURA
La pluma de Franz Kafka fungió un papel importante en la literatura, no solamente por los lectores que ha sumado con el pasar del tiempo, sino que lo “kafkiano” fue reconocido por autores como Albert Camus, Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges, Jean-Paul Sartre y J.M. Coetzee.
Las novelas y cuentos de Kafka, como “La Metamorfosis” y “El Proceso”, continúan siendo estudiados y analizados en escuelas y universidades de todo el mundo, lo que demuestra su trascendencia e influencia.
Se trata de su capacidad para capturar la angustia y la alineación de la existencia humana, lo que sigue siendo una gran fuente de inspiración y reflexión para quienes se refugian en sus escritos, especialmente en una era donde la complejidad de la vida moderna es un problema para la sociedad.
Además, Kafka ha influido profundamente en una vasta gama de disciplinas más allá de la literatura, incluyendo la filosofía, la psicología y el arte.
El filósofo francés, Albert Camus publicó en 1942 un ensayo filosófico titulado “El Mito de Sísifo”, en donde evidenció la influencia de Franz Kafka en su exploración del absurdo y la alineación, a pesar de no hacer una mención
directa en el texto.
Fue después de 15 años cuando en una entrevista para la revista “L’Express”, Camus reconoció explícitamente la influencia de Kafka en su obra.
Jean-Paul Sartre también reconoció la importancia de su obra desde la comprensión del existencialismo.
LO ‘KAFKIANO’
El término “kafkiano” ha trascendido dentro del ámbito literario para describir situaciones surrealistas y opresivas en el mundo moderno, desde batallas sociales y políticas hasta la lucha del individuo contra fuerzas internas.
Su legado perdura no sólo en las páginas de sus libros, sino en la manera en que se continúa buscando sentido en el mundo, a través de sus textos.
Lo que se reconoce en el aniversario luctuoso de Franz Kafka, es que escribió sin pensar que sus obras serían leídas en sus tiempos; aunque hoy en día, con sólo mencionar su nombre, o alguna de sus obras, se reconoce que en realidad «escribió para todos los tiempos».
La voz del autor de “Cartas al Padre”, sigue siendo un espejo para todos aquellos que navegan por las complejidades de la existencia en un mundo que varios siguen señalando como “represivo”.