Cuando Raymundo “El Rayo” Berrones cayó hincado en el campo, alzó su vista al cielo y levantó los brazos en señal de triunfo, tras guiar a sus compañeros al primer Campeonato Nacional de beisbol categoría 11 y 12 años de la Liga Pequeña José Guadalupe Treviño Kelly, un grupo de reynosenses sintió recompensada toda una vida de esfuerzo.
Y es que tras 43 años promoviendo el deporte entre la niñez de Reynosa –durante los cuales han ganado prácticamente todos los campeonatos disponibles en el programa de beisbol infantil–, a esta ilustre liga le faltaba un título: el de la categoría Pequeña, considerada la más importante del mundo por la cantidad de jugadores, equipos y nivel competitivo con el que se disputa.
Con esta victoria, los jóvenes deportistas se ganaron el derecho representar a México en la Serie Mundial de Ligas Pequeñas, que se llevará a cabo en Williamsport, Pennsylvania, a partir del próximo 21 de agosto.
Este logro –el primero en la historia de la liga reynosense– les permitirá participar en el mayor evento anual desarrollado por una organización que a la fecha aglutina a 2 millones 227 mil 505 jugadores divididos en 7 mil 30 ligas alrededor del planeta, y que ha tenido dignísimas participaciones por parte de equipos mexicanos, quienes ya conquistaron dos campeonatos mundiales.
Muy atrás quedaron los tiempos cuando los niños de la Treviño Kelly utilizaban un ladrillo como home plate y costales de lona como bases. Hoy, cuando el primer campo de la liga fue convertido en una escuela primaria y los encuentros importantes se disputan con gradas llenas en el parque “Litha Peña de Garza Cantú”, la casa de la liga desde hace 37 años; se refleja el esfuerzo iniciado hace más de cuatro décadas por los hermanos Gilberto y Nicolás Blanco Chávez.
LA BARDA DE MADERA
En 1957 un grupo de niños de la ciudad de Monterrey, Nuevo León, sorprendieron al mundo cuando derrotaron en la final de la Serie Mundial de Ligas Pequeñas al representante de La Mesa, California por un score de 4 carreras a cero.
Entusiasmados por el triunfo, los hermanos Nicolás y Gilberto Blanco Chávez, quienes han amado al beisbol durante toda su vida, decidieron impulsar el desarrollo de este deporte entre los niños de su natal Monterrey.
Con el paso de los años sus necesidades laborales los llevaron a establecerse en Reynosa, Tamaulipas, a donde llegaron acompañados de sus familias.
Al instalarse en esta frontera, comenzaron a participar en las tres ligas de beisbol pequeño que había en esta ciudad: la Reynosa, la Industrial y Petrolera, actualmente desaparecidas.
Sin embargo, con el paso años, los hermanos Blanco Chávez se dieron cuenta que estas organizaciones eran insuficientes para atender a todos los niños que deseaban jugar beisbol, principalmente los que no tenían dinero para comprar calzado, uniformes, guantes y pelotas.
Por ello, en el año de 1966 decidieron fundar una liga pequeña de beisbol, misma que decidieron bautizar con el nombre de José Guadalupe Treviño Kelly, un comerciante y filántropo que recién había fallecido.
En entrevista, Gilberto Blanco Chávez, uno de los fundadores de la liga, explicó que se decidieron por el nombre de Treviño Kelly por la aportación que este personaje había hecho al deporte local.
“Era el propietario de la ‘Casa Lupito’, que se encontraba en la calle Hidalgo entre Morelos y Matamoros. Ahí era una revistería, nevería y casa de deportes en donde acudían todos los deportistas de la ciudad, pues el señor les hacía precios y en algunos casos hasta les regalaba balones a los niños.
Entonces, como el señor acaba de fallecer, nos decidimos ponerle su nombre a la liga en reconocimiento a todas las personas a las que había ayudado, aunque la verdad también estábamos analizando otras dos opciones”, recordó Blanco Chávez.
Ya con el nombre definido, los promotores de la novel organización se dieron a la tarea de buscar un terreno donde los niños pudieran jugar. Fue gracias a las gestiones ante el entonces alcalde, Alfonso González Tijerina, que recibieron en donación un terreno de 300 metros cuadrados ubicados en la colonia Loma Alta, a un lado de la escuela primaria “Pascual Gutiérrez Roldán”, hoy Pedro J. Méndez.
Como no había recursos económicos, los primeros meses de la naciente liga fueron difíciles, pues apenas tenían lo básico para poder practicar el beisbol.
De hecho, recordó Blanco Chávez, el primer home plate que tuvieron fue un bloque de cemento, mientras que unos sacos de lona para guardar granos sirvieron como bases en los partidos.
El único lujo que la liga podía presumir, era una humilde cerca de madera que se instaló para señalizar el final del campo.
“La verdad es que no había dinero, nos juntábamos con nuestras esposas para que nos hicieran los uniformes de los niños o en ocasiones lográbamos que nos regalaran algunos uniformes usados, había muchas carencias”, recordó.
El fundador de la liga –quien por cierto nunca ha ocupado la presidencia del organismo–, recordó que en ese mismo año de 1966 se iniciaron los trámites para registrar la Treviño Kelly en la organización de Ligas Pequeñas con sede en Williamsport, Pennsylvania. Jorge Guerra Treviño fue designado como el primer presidente del organismo.
Fue entonces que se determinó que la nueva liga aceptaría niños que vivieran en colonias como Del Maestro, ejido La Escondida, El Banco (hoy Benito Juárez), Almaguer, entre otras y que aglutinaban a las clases populares que vivían en Reynosa en esos años.
Para poder hacerse de jugadores, los hermanos Blanco Chávez visitaron las escuelas primarias de la zona y se entrevistaron con los maestros, a quienes invitaban a que convencieran a sus alumnos a jugar beisbol.
El esfuerzo dio resultados, pues en su temporada debut la Treviño Kelly contó con cuatro equipos bautizados en honor a sus patrocinadores: Contadores, Abogados, Ayuntamiento y Rasgos Deportivos, que era el nombre de la columna del periodista de El Mañana de Reynosa, Juan Ramos, quien siempre los apoyó con la difusión de sus actividades.
Como no había muchos jugadores, la Treviño Kelly inició sus torneos exclusivamente en la categoría Pequeña, que aglutina niños de 11 y 12 años.
Sin embargo, el entusiasmo mostrado por la familia Blanco Chávez poco comenzó a dar resultados y el número de equipos participantes en la liga comenzó a crecer. Como una forma de reconocimiento a los patrocinadores de los equipos, se bautizaban en su honor a las escuadras.
Así nacieron nombres como Carnicería Buenos Aires, Transportes y Maniobras, Productos Helados Paty, Fraccionamiento Jardín, entre otros, se volvieron conocidos en el ambiente del beisbol pequeño en la ciudad.
Sin embargo, en el año de 1969 la liga tuvo que mover su campo de lugar y se instalaron en un predio ubicado en el ejido La Escondida, muy cerca de la carretera Reynosa-San Fernando.
Para entonces la organización había crecido tanto en el número de equipos como la calidad de sus jugadores, lo que les ayudó que en el año de 1971 obtuvieran lo que se considera su primer gran triunfo: el subcampeonato nacional categoría Pequeña.
AVENTUREROS EN MONTERREY
En 1971, Gilberto Blanco Chávez y su hermano Nicolás, en su calidad de mánager y coach, respectivamente, se dieron a la tarea de armar una selección que participaría en el Campeonato Nacional de Beisbol que se desarrollaría en la ciudad de Monterrey, Nuevo León del primero al 7 de agosto de ese año.
En ese entonces echaron mano de lo mejor que tenían a su disposición y armaron un equipo integrado por: Antonio Torres, Jorge Covarrubias, Romeo Flores Leal, Jesús Ignacio Correa, Marcelo Escalante, Armando Blanco, Enrique Mederes, Raúl Barco, Marco Antonio Lucero, Jesús Meléndez, Miguel Flores, Osiel Cantú Salinas y Jorge Sosa Salazar.
Hacer realidad el viaje a la capital de Nuevo León no fue tarea sencilla, pues la liga no contaba con el dinero suficiente ni siquiera para comprar los uniformes de sus seleccionados.
Por ello, tuvieron que solicitarle a la Casa Bremer que les “fiara” las prendas, mismas que fueron confeccionadas en color crema, negro y naranja, como lo utilizaban los entonces Broncos de Reynosa.
Ante la falta de recursos, los padres de los jugadores y los directivos de la liga hicieron todo lo posible por obtener los recursos que necesitaban, incluso pedir dinero en la calle peatonal Hidalgo.
Gilberto Blanco recordó que todo este trabajo les permitió conseguir lo suficiente para el transporte y hospedaje de los niños en la capital regia.
“No teníamos para transporte especial, entonces nos fuimos en camión de línea pues lo bueno fue que los niños pagaban medio boleto, así fue como llegamos a Monterrey”, dijo.
Gracias al apoyo que recibieron de medios de comunicación locales –quienes invitaron a los peloteritos a visitar sus instalaciones y publicaron su historia–, los integrantes de la Liga José Guadalupe Treviño Kelly se convirtieron en una especie de “mini celebridades” que les ganó la simpatía de un sector de la afición regiomontana.
El arranque del campeonato para la liga Treviño Kelly no fue el que esperaban, pues fueron derrotados 20 carreras a 11 por la Liga Industrial.
En su segundo encuentro la suerte cambió para los peloteritos reynosenes, pues vencieron a la selección de Saltillo por un marcador de 5 carreras a tres.
La segunda victoria llegó cuando vencieron a la selección Mitras de Monterrey por un marcador de 3 carreras a 2.
Curiosamente, recuerda Blanco, conforme iban eliminando equipos y avanzando en el torneo, las aficiones de los que fueron sus rivales comenzaron a apoyar a los niños de Reynosa, por lo que cada día había más personas vitoreando a la Treviño Kelly.
En el cuarto juego de su participación en el Campeonato Nacional, los representantes de Reynosa se enfrentaron en un duelo de invictos contra los representantes de la Liga Cuauhtémoc, uno de los equipos favoritos para ganar el torneo.
Contra todos los pronósticos, la Treviño Kelly derrotó a sus similares por un marcador de 5 carreras a 2, lo que los colocó en la final del campeonato donde se enfrentarían –otra vez– contra la Liga Industrial de Monterrey.
En un juego marcado por un duelo de pitcheo, los representantes de Nuevo León vencieron a los reynosenses 3 carreras a uno, terminando así con los sueños de campeonato de los tamaulipecos.
Sin embargo, esto no fue tomado como una derrota por la Treviño Kelly, quien con este subcampeonato conseguía la mejor participación de un representante de la liga en un Campeonato Nacional.
Este logro no pasó desapercibido en Reynosa, desde donde siguieron todos los encuentros de la liga.
“En ese tiempo como el pueblo era chico, no había muchas televisiones y la gente se reunía en los bares y cantinas para seguir los partidos, nos cuentan que en ese tiempo todos estos lugares estaban llenos de personas siguiendo nuestros juegos”, recordó Blanco.
Fue tanto el entusiasmo que se generó, que cuando los jugadores regresaron a Reynosa –otra vez en camión de línea–, fueron interceptados en la entrada de la ciudad por un grupo de personas quienes ya los estaban esperando para subirlos a unos automóviles convertibles, desde donde los jugadores podían ver la recepción que la gente les había preparado.
Al ver la emoción ciudadana, tanto los directivos de la liga como algunos medios de comunicación iniciaron una campaña con la que esperaban conseguir un predio donde pudiera construirse un parque.
Gracias a esta campaña, el entonces alcalde, Manuel Garza González, decidió otorgar en donación el predio donde actualmente se encuentra las instalaciones del organismo, ubicado sobre la calle Río Purificación.
El esfuerzo de los directivos y las buenas relaciones que dejaron en Monterrey, les permitió conseguir las primeras gradas con las que contó el parque Litha Garza Peña, mismas que fueron un regalo de una liga hermana de la capital de Nuevo León y que debieron de desarmarse, transportarse a Reynosa y volver a armar ya en esta frontera.
Esa generación de peloteritos darían a la liga una satisfacción más: el tercer lugar nacional en el Campeonato que se llevó a cabo en el año de 1973.
SIGUEN LOS TRIUNFOS
Conforme pasaron los años, la Liga José Guadalupe Treviño Kelly se fue consolidando como una de las organizaciones deportivas más importantes de Reynosa. En el año de 1981 fue constituida como una asociación civil con un reglamento interno y un consejo directivo integrado por cada uno de los ex presidentes que ha tenido.
Jaime García González, quien ha ocupado la presidencia de la liga en dos ocasiones, expresó que la constitución de la asociación civil le permitió a la liga crecer de manera exponencial, al grado de que en el año 1993 fue la sede del Campeonato Nacional categoría 11 y 12 años.
Ante la importancia del evento, las instalaciones del parque fueron completamente remodelados ya que se ampliaron, se construyeron banquetas, se instalaron las gradas metálicas y se levantó el alumbrado público, lo que permitió tener juegos nocturnos.
Gracias a este crecimiento, la Treviño Kelly se expandió a 34 equipos que participaban en cada una de las categorías en las que está dividido el programa de Ligas Pequeñas y que van desde la “Hormiga” (de 3 años) a “Big Leaguer” (de 17 y 18 años).
García González recordó que 1993 fue un gran año para la Treviño Kelly, pues fue cuando obtuvieron otro de los más importantes logros en su historia: el subcampeonato Mundial en la categoría 13 años, en el torneo que se llevó a cabo en la ciudad de Taylor, Michigan.
Además, en el año 1997, la selección de la Treviño Kelly estuvo a un paso de ganarse un boleto a la Serie Mundial de beisbol, cuando fueron derrotados por el equipo que a la postre se convertiría en el Campeón Mundial: la Liga Linda Vista de Guadalupe, Nuevo León.
Y aunque García González ha participado en todos los niveles en los que se encuentra dividido el beisbol de ligas pequeñas, desde jugador hasta directivo, pasando por mánager y coach; esa derrota no la puede olvidar, pues el pitcher por la selección de Reynosa fue su hijo Jaime, quien años después debutó con la escuadra de los Cardenales de San Luis en las Ligas Mayores.
En ese juego, recordó García González, Jaime, lanzó un partido casi perfecto, pues solamente le anotaron una carrera que fue suficiente para sellar el pase de la Liga Linda Vista al Campeonato Nacional.
“Me da mucho gusto recordar ese juego pues es cuando se puede decir que arrancó la carrera de mi hijo”, recordó orgulloso García.
Sin embargo, este no fue el único triunfo que obtuvo la Treviño Kelly, pues integrantes de la liga –entre los que se encontraba Jaime García–, formaron parte de las dos selecciones de México que ganaron el campeonato Latinoamericano que se llevó a cabo tanto en Puerto Rico, como en la ciudad de Reynosa, Tamaulipas.
Y aunque la liga ha tenido una ilustre participación en las competencias nacionales e internacionales, el Campeonato Nacional que acaba de obtener y que les da el derecho de representar a México en la Serie Mundial de Ligas Pequeñas es especial.
“A mí la verdad me dio mucho gusto ver que los muchachos obtuvieron este triunfo, es algo que nos llena de emoción ya que este triunfo sentimos que es de todas las personas que de alguna manera han participado en hacer crecer la liga, pues hay que recordar que en esto hay puros voluntarios, padres de familia que buscan acercar a sus hijos al deporte y trabajan mucho para ayudar, aunque en todo esto no haya salarios”, sentenció García González.
Con más de 43 años de historia, pareciera que la leyenda de la Liga Pequeña José Guadalupe Treviño Kelly apenas comienza y el campo de los sueños de Williamsport, Pennsylvania, parece el escenario perfecto para comenzar a escribir una nueva historia en el beisbol reynosense.
Gilberto Blanco: palabra de fundador
Gilberto Blanco Chávez fue quizá una de las personas que más gozó con el Campeonato Nacional obtenido por los integrantes de la Liga José Guadalupe Treviño Kelly; después de todo le ha dedicado toda su vida a este organismo.
Para este hombre de carácter afable cuya oficina de contaduría pública está llena de recuerdos relacionados con la familia y el beisbol, el triunfo de los campeones reynosenses es la coronación de toda una vida de esfuerzo de cientos de personas que han convertido a la Treviño Kelly en lo que hoy es.
“Es una satisfacción enorme, siento que hay mucha gente que forma parte de la historia de una liga que me ha dado todo”, aseguró.
Expresó que lo más hermoso del programa de Ligas Pequeñas es que además de formar jugadores, ayuda a construir buenos padres, hijos y hermanos que al final siempre son mejores ciudadanos.
“Lo más importante es la familia, sin ellos no se puede hacer nada y todo lo que se ha hecho ha sido por su firme apoyo. Mi esposa y mis hijos siempre han estado relacionados con este deporte, por ejemplo todas mis hijas han sido anotadoras oficiales de la liga, además que nos ayudaban vendiendo refrescos y haciendo todo lo que se necesitaba”, dijo.
Para Blanco Chávez, este triunfo tiene que ser disfrutado por los niños que al recordar este momento lo verán como uno de los mejores de su vida.
“Es muy satisfactorio que vayan a la Serie Mundial, creo que ese es el mejor premio a su esfuerzo y a todo el trabajo que han hecho tantas personas en beneficio de la liga y que representan el espíritu de fe y anhelo que nos llevó a fundarla”, finalizó.