
Y las lágrimas cayeron en el parque Madero, al igual que el out 26 y 27 caían en un impresionante doble play que le daba el campeonato a los Saraperos de Saltillo y con ello, la maldición del “ya merito” se derrumbaba para siempre.
El sábado 29 de agosto ha quedado registrado como el día en que los Saraperos por fin se coronaron campeones tras una espera de cuatro décadas.
Todos los que asistimos al encuentro albergábamos la esperanza de ver triunfar al equipo, nunca creímos que el sueño llegaría con un 14-1 sobre los Tigres de Quintana Roo, campeones de la Zona Sur.
Un poderoso line up, compuesto por J.J. Muñoz, Nelson Teilón, José Manuel “Manny” Rodríguez, Jesús Cota, Christian Presichi, Noé Muñoz, Refugio Cervantes, Hernando Arredondo y Jonathan Aceves, y un Rafael Díaz convertido en un pitcher invencible, arrasaron con un Tigres nueve veces campeón de la Liga Mexicana.
La ruta para el campeonato se daría en seis juegos. Iniciando en la casa sarapera dejando la serie con dos de ventaja y con el desafío de acabar con la justa en el parque de los Tigres en Cancún, Quintana Roo.
Una ofensiva de poder y con la ayuda de la fanaticada felina, los juegos 3 y 4 fueron para los Tigres en su casa.
Los sueños de los Saraperos se ponían en la cuerda floja, sin embargo, de la mano del pitcher Mario Mendoza y un acertado cambio en el line up por parte del manager Orlando Sánchez, devolvieron la esperanza al pueblo saltillense al colgarse el quinto juego y dejar la serie tres a dos. Sólo faltaba venir al Madero a ganar el sexto y coronarse campeones de la LMB.
El sábado 29 llovía en la capital coahuilense, todo parecía que el juego podía suspenderse. Sin embargo, como si el destino ya estuviera escrito, el cielo se despejó a las 5 de la tarde permitiendo el sexto juego de la serie.
El Madero comenzó a llenarse. De una capacidad de 9 mil espectadores, 17 mil almas abarrotaron el parque sin importar permanecer de pie las 9 entradas.
El griterío se hizo cuando al campo salieron los Saraperos. Rafael Díaz subió a la loma de los disparos y ya no se volvió a bajar de ahí. Como las grandes leyendes, los dioses del parque le permitieron pitchear las nueve entradas convirtiéndose en el Jugador Más Valioso.
La poderosa ofensiva sarapera derribó el cero en cada entrada. Dos en la primera y cuarta entrada, seis en la segunda y una en la tercera, quinta sexta y octava, respectivamente, dieron el impresionante triunfo de 14 carreras a una contra los Tigres.
Y fue así como en la novena entrada, los Saraperos se acercaban a la gloria. Se da un cambio ofensivo por parte de los felinos. Aldazaba bateaba por Sergio Contreras pero nada pudo hacer y Díaz le colgaba el out número uno.
De pronto Abel Martínez bateaba un infieldhit y Miguel Torres conectaba un sencillo que ponía corredores en primera y segunda.
Vendría Carlos Gastélum a tratar de vender cara la derrota, pero su bat no pudo contra el poderoso brazo de Rafa Díaz y sacó una rola hacia el short stop para doble play, tira a la segunda, fuerzan a Migue Torres y cae el segundo out, tiro a primera, llega el tercer out y con él el ansiado campeonato.
El parque se había volcado para su equipo, el diamante se llenó, las lágrimas de todos los aficionados surgían y los 40 laaaargos años de espera se habían acabado.
La gente se fundió en un abrazo y la alegría y festejo duraron toda la noche.
Esa noche del 29 de agosto nunca se olvidará. El cielo había bajado al Madero y por un instante, todos los que acudimos al parque nos cubríamos de gloria.
El boricua Orlando Sánchez, manager debutante con los Saraperos, irradiaba de felicidad.
Nunca se imaginó que sería el escogido por los dioses para llevar al triunfo a estos aguerridos titanes y borrar para siempre de la memoria del beisbol mexicano la maldición del “ya merito”.