Mientras que el Yankee Stadium fue llamado la catedral del béisbol, el Shea Stadium siempre fue menospreciado. Uno de ellos será recordado como “la casa que Babe Ruth construyó”, mientras que el otro será simplemente el estadio que alguna constructora edificó.
Lo cierto es que en este 2008, tanto el parque de los Yanquis y el de los Mets dirán adiós y el próximo verano la Gran Manzana tendrá dos nuevos estadios haciéndose competencia por atraer fanáticos.
Lo que podría hacer un poco de diferencia es que los Mulos de Manhattan están eliminados del playoff y los Metropolitanos podrían darle a su público la satisfacción de la postemporada y ¿por qué no? una Serie Mundial.
¿Quién no recuerda a los fabulosos Mets de 1969 cuando vencieron a los poderosos Orioles de Baltimore para conseguir su primer
campeonato?
¿O a los no menos milagrosos Mets de 1986, cuando a un out de la derrota vinieron de atrás sobre Boston y terminaron coronándose?
Si bien es cierto que los Mets no tienen un Ruth, un DiMaggio o un Lou Gerigh, ellos pueden presumir de un Tom Seaver, Willie Mays, Nolan Ryan y Gary Carter.
El último partido de temporada regular en el Shea será el domingo 28 de septiembre ante los Marlines de Florida y cinco peloteros mexicanos estarán presentes.
Olvier Pérez, Luis Ignacio Ayala y Ricardo Rincón por los Mets, y Jorge Cantú y Alfredo Amézaga por los Marlines. En el último partido en Yankee Stadium hubo dos compatriotas: Alfredo Aceves con los Mulos y Juan Gabriel Castro por Baltimore.
SEGUIRA PRODUCIENDO
Al igual que los grandes artistas que siguen generando riqueza aún después de muertos, el Yankee Stadium cerró sus puertas el pasado 21 de septiembre, pero al mismo tiempo comenzó el proceso de venta de souvenirs autorizado por el club.
Elvis Presley, John Lennon o los mismos Beattles siguen tan vigentes en el mercado musical que sus discos se venden igual o más caros que los cantantes de moda.
Así, las sillas, pizarras, tierra, césped y todo lo que se les ocurra pueda haber de interés en el Yankee Stadium, será subastado a través de una compañía que le dará autenticidad a los productos.
En otros tiempos los aficionados aprovechaban el adiós de un estadio para tomar por su cuenta lo que estuviera a la mano.
Ahora, en los tiempos de la mercadotecnia, todo está bien planeado. Lo que no tenga el sello de “original” no valdrá en el futuro.
Y es que los souvenirs del Yankee Stadium están tan cotizados que los mismos peloteros, directivos, trabajadores y algunos aficionados recoletaron de todo esta temporada: tierra, pintura, tornillos, césped y lo que fuera a servirles de recuerdo.
La policía de Nueva York informó que cuando menos 18 personas fueron arrestadas tras el último juego porque quisieron llevarse a casa recuerdos del Yankee Stadium.
La compañía Steiners tiene la exclusiva para vender “cosas usadas” originales de los Yanquis desde 2004.
Por ejemplo, un puño de tierra del infield cuesta entre 20 y 149 dólares. Si va acompañada de una foto del estadio o de un jugador al estilo “collage”, pues el precio sube.
El “collage” más popular es de Derek Jeter, que cuesta 59.99 dólares.
La compañía Steiner espera vender un 20 por ciento más que el año pasado.
Ya se prepara para lo que han denominado la “mayor subasta yanqui de todos los tiempos”. Será en noviembre y tendrá cientos de objetos, entre los que destaca un set de pelotas usadas de cada uno de los juegos de los Yanquis como locales en 2008. Su precio será de entre 20 mil y 30 mil dólares.
Ante de la renovación del Yankee Stadium en 1973, los souvenirs se vendían de manera informal.
Esta vez, algunas de las cosas más valiosas serán las butacas, las almohadillas, anuncios, bats usados, ladrillos del edificio.
Mike Heffner, presidente de Lelands, compañía que se dedica a vender residuos de viejos estadios, dice que puede vender un teléfono de dougout en 2 mil dólares o un locker en 50 mil.
La ciudad de Nueva York es dueña de algunas cosas materiales del estadio como sillas, dougouts, estructura y otras cosas permanente, por lo que ya se planea una alianza entre ellos, los Yanquis y la casa de remates.
CUATRO ASES DE LA BARAJA MODERNA
A pesar de que Alex Rodríguez es el jugador mejor pagado de los Yanquis, quienes se llevaron el reconocimiento y aplauso del público en la despedida del Yankee Stadium fueron Derek Jeter y Mariano Rivera.
Y es que donde manda capitán…
Los difíciles aficionados neoyorquinos saben reconocer que Jeter y Rivera han sido Yanquis de “nacimiento”, es decir, de toda la vida, mientras que ARod ha pasado por otras franelas.
Jeter, el soltero más codiciado de Nueva York, tiene 13 temporadas completas con los Mulos de Manhattan y un promedio de bateo de .316.
En 1995 jugó sus primeros 15 partidos, pero a partir de 1996 ha sido un pelotero consistente con cuando menos 119 partidos por temporada.
A sus 34 años, Jeter le ha dado lo mejor de su vida a los Yanquis y es probable que nunca juegue para otro equipos en las Ligas Mayores.
Mariano Rivera, al igual que Jeter, debutó con los Yanquis en 1995, pero fue hasta el 97 cuando se consolidó como el cerrador impresionante que ha sido desde entonces.
El panameño nunca ha vestido otra franela que no sea la de los Yanquis. Su carácter tranquilo y su don de gentes le ha permitido ser un ídolo en la Gran Manzana.
Nunca ha tenido una lesión grave y a pesar de sus 38 años sigue siendo uno de los mejores rescatistas de las Ligas Mayores.
OTROS DESTACADOS
Y si tuviéramos que escoger otro yanqui de cepa, este sería Jorge Posada, el catcher boricua que también empezó en 1995 y que no pudo despedir el Yankee Stadium tras el plato debido a una lesión.
Los Yanquis siempre han tenido catcher de prosapia y Posada no se queda atrás. De 1998 a 2007 jugó más de 100 partidos por temporada.
Es de los pocos receptores que producen 90 o más carreras por campaña y su manejo del pitcheo le ha dado la confianza de los managers que han pasado por el equipo.
Y por último, podríamos incluir a Bernie Williams, jardinero central que dejó 16 temporadas para los Yanquis y nunca vistió otro uniforme.
El puertorriqueño fue uno de los invitados especiales a la clausura del parque porque cuando los Mulos le dijeron “ya no” el decidió colgar el uniforme y no firmar para otro club.
Estos cuatro Yanquis han sabido ganarse al público y el público les ha pagado haciéndolos ídolos que quizá algún día vean sus números retirados al lado de los monstruos sagrados de otras épocas.