Son las 5:30 de la mañana y la luz del alba todavía no raya en el noreste de México. A esa hora los ruidosos camiones de las rutas 5 y Naranjito comienzan su cotidiano ajetreo para transportar a un ejército de pasajeros de la industria maquiladora.
A pesar de la vorágine matutina en el barrio es posible escuchar el canto de los gallos y con ese sonido, cuando el resto de la población aún duerme, existe alguien que sale de su casa para correr no menos de 12 kilómetros al día.
El filoso viento del invierno en la frontera pega intermitente en su rostro, pero eso no lo detiene porque sabe que sobre el cuadrilátero le hará frente a otra clase de golpes… los de a de veras.
Esa es la forma como José Alvaro Gaona Vega, mejor conocido en el ámbito del box como la “Cobra”, se acondiciona, mientras el veneno de sus ataques y la estrategia los perfecciona todas las noches en el gimnasio.
Orgullosamente nacido en la colonia Benito Juárez de Reynosa (en la clínica Miravalle), este pugilista profesional ha tenido que navegar contra viento y marea para practicar la profesión que más ama.
Y es que como él mismo lo define, el boxeo de Tamaulipas se encuentra “olvidado” por las federaciones, las empresas promotoras y las autoridades deportivas, por lo cual, quienes a esto se dedican pelean muchas veces sin recibir un cinco a cambio.
Es por ello que este joven cuando no se encuentra entrenando, conduce un taxi alquilado con el propósito de obtener el dinero suficiente para mantenerse y saldar los gastos que su actividad boxística le demanda… En tanto no sean contratados sus servicios arriba del ring el coste de la preparación va por su cuenta.
Educado en extremo, Alvaro Gaona invita a pasar a su paupérrima pero muy aseada vivienda, situada en un sector castigado por la pobreza y un elevado índice delincuencial.
Después de convidar unos refrescos, el joven de 1.82 metros de estatura se sincera: fueron precisamente las ásperas calles de su colonia las que marcaron sus inicios en el box como un recurso de defensa personal.
“Antes por estos rumbos los jóvenes eran muy broncudos. En la plaza 21 de Marzo se agarraban hasta con cadenas y eran unos duelos encarnizados.
“Una vez unos chavos más grandes que yo pertenecientes a una pandilla me golpearon, eran varios. Fue ahí cuando dije, tengo que aprender para defenderme. Eso pasó cuando tenía 17, por eso me dio por ingresar al box y desde aquel momento me dediqué a esto”, relata.
El entonces principiante púgil comenzó a asistir al gimnasio de Pastor Solano, un preparador cuyo ahijado es Javier Calderón, uno de los más sobresalientes gladiadores que ha dado Reynosa, quien representó a México en las Olimpiadas de Barcelona 1992.
“Una vez mi papá me dijo, mijo, en vez de que te andes peleando en la calle métete al karate o al box. Y ahí fue cuando me encontré con mi entrenador”, cuenta.
GOLPE A GOLPE
“La Cobra” nació en una familia de escasos recursos. Sus padres, Alvaro Gaona y Sanjuana Vega sólo pudieron brindarle estudios hasta la secundaria. A Jesús, su único hermano, no le atrajo el mundo de las “guantadas”. Trabaja como agente de ventas en una farmacia.
Por esa misma razón, el más pequeño miembro de esta familia es el primero en elegir una carrera donde, además de los porrazos, proliferan los promotores mezquinos, los jueces tramposos y los apostadores ilegales, la parte oscura de uno de los deportes más emocionantes y espectaculares del mundo.
Es con esa ensalada de dificultades que Alvaro Gaona debe lidiar, anteponiendo sus principios y no dejando que le roben ninguna de sus peleas. Solamente así ha llegado hasta las 20 contiendas de manera invicta -con 16 nocauts- para convertirse actualmente en el retador oficial al Campeonato Nacional de peso medio, obtener el cinturón de la Federación Centroamericana (Fecarbox) y ubicarse en el escaño 35 del Consejo Mundial de Boxeo.
Pero echando un vistazo en el pasado, la niñez de “la Cobra” incidió en lo que hoy es actualmente: un soldado con los guantes puestos y una persona amigable cuando se los quita. Aunque fue un alumno sosegado, asegura, cuando lo buscaban lo encontraban…
“Cursé la primaria en la escuela federal ‘Lauro Aguirre’ y la secundaria en la Técnica Número 45. Sí era peleonero, pero lo normal como cualquier otro niño a esa edad. Casi todos los pleitos los perdía, no ganaba ni uno y en la secundaria también, pero nunca bajé los brazos.
“Ya después me dio por aprender lo del box, le eché ganas, me gustó y me quedé”, cuenta en la misma habitación que le sirve de sala y recámara a la vez.
Alvaro Gaona alcanzó a ingresar a la preparatoria, pero desertó poco después para ayudarle a sus padres con los ingresos de la casa. El joven dejó los cuadernos por los bultos de mercancía que debía descargar en un centro comercial.
Luego, tuvo la oportunidad de entrar a trabajar a un restaurante de mariscos como lavaplatos. La disposición y el espíritu servicial que lo caracterizó le valieron para aprender a cocinar, fue entonces cuando en una de las sucursales lo contrataron para hacerse cargo de preparar los alimentos.
“En el Huachinango que está por la calle 20 fui cocinero. Elaboraba platillos como pescados zarandeados con jamones al ajillo, crema de camarones y todo eso. Esa es mi especialidad.
“La cocina tradicional de mariscos la conocía, pero yo me encargaba de preparar los pescados, las cremas y los camarones del chef”, describe orgulloso.
De esa manera Alvaro Gaona se las arregló para combinar su trabajo de cocinero con los entrenamientos. Pastor Solano, su manejador, vio en él ganas de salir adelante y hasta el día de hoy lo sigue adoctrinando.
Su primera pelea como profesional fue programada en el gimnasio Las Liebres en Río Bravo contra Jorge la “Pulga” Rodríguez, a quien noqueó en el primer asalto. De mejor forma no podía comenzar en el boxeo.
Posteriormente “la Cobra”, mote que sus amigos le pusieron por su parecido a un boxeador norteamericano, se presentó con triunfos en Reynosa, en Torreón, en Guadalajara, en Texas y luego en el Distrito Federal, donde fue contratado en dos ocasiones por la empresa promotora de Marco Barrera, ex campeón mundial mexicano.
TOCANDO FONDO
Sin embargo, cuando parecía que la carrera de uno de los mejores prospectos del box de Reynosa iría viento en popa, hubo una circunstancia que se atravesó en su camino y que lo alejó dos años por completo del pugilismo.
Una mañana cuando se alistaba para un combate en la delegación Iztacalco de la capital de la República, Alvaro Gaona se tropezó con un alambre en la casa de Marco Antonio Barrera, ubicada en Texcoco, Estado de México y en la cual se hospedan los boxeadores que éste promueve.
El joven tamaulipeco cayó de una altura de dos pisos y se fracturó el pie derecho. Aunque salvó la vida el mundo se le vino encima…
“Recuerdo que iba con mi mochila y me atoré con un cable. Todo sucedió muy rápido… de pronto me vi en el suelo lesionado. Ese fue, sin duda, el momento más difícil que he tenido.
“Una persona me socorrió y fui rápidamente trasladado a una clínica, donde más tarde llegó Jorge, el hermano de Marco Antonio y su papá”, describe “la Cobra” con un nudo en la garganta, pues su meteórico ascenso en el boxeo fue cortado de tajo tras ese incidente.
Lejos de sus seres queridos y enfrentado a un designio de la vida, Alvaro Gaona temió quedar lisiado o no poder regresar a los cuadriláteros.
“Estuve sin caminar más de un año y casi otro año en recuperación. Los meses fueron eternos, pero gracias a Dios pude aliviarme, quedé perfectamente bien.
“Recientemente fui a Tlalnepantla, Estado de México, para la preparación de una pelea (contra el chihuahuense Vladimir Hernández) y escalé cerros. Subí corriendo una hora la Sierra Madre y estoy recuperado al 100 por ciento”, manifestó contento.
Sabedor de que a sus 25 años debe esforzarse más si quiere entrar a mejores bolsas en el boxeo, Alvaro Gaona explicó que antes normalmente después de cada pelea descansaba un mes o dos, pero ahorita sólo se toma una semana y se mete de lleno al gimnasio.
“Me siento mejor que hace tres o cuatro años; más fuerte, sobre todo en velocidad con 160 libras, que es el peso medio”, dijo.
LA MAFIA DETRAS DEL BOX
Su siguiente paso para seguir escribiendo con los puños su nombre en el boxeo sería enfrentar a Marco Reyes de Ciudad Juárez, Rubén “el Cloroformo” Padilla, de Durango o Marco Antonio “el Veneno” Rubio, también de esa entidad.
“El segundo es el campeón nacional y por obligación me toca pelear con él, pero desde hace tiempo no me los ponen. La Comisión de Boxeo del Distrito Federal lo exige, pero hay mucha mafia y los arreglan con dinero y les escogen a los oponentes para que sigan defendiendo su campeonato y no se los quiten…”, fustiga.
Sin tapujos Alvaro Gaona revela cómo funciona el boxeo en México.
“Esos peleadores le dicen a la Comisión, que preside Rafael Herrera Lemus: ‘consígueme un rival a modo’, y ésta les responde ‘no pues ahí está el retador obligatorio, te toca con él’… ‘no pues ahí te va tanto, no me lo pongas’, así es como se arreglan ellos. El boxeo es así…”, lamenta “la Cobra”, quien todavía sigue esperando una gran oportunidad para demostrar que Tamaulipas puede dar un nuevo campeón nacional e internacional.
> ¿Cómo medir el boxeo de Reynosa?, porque en la televisión suenan más otras ciudades como Los Mochis, Culiacán o Durango y en los planes nacionales e internacionales poco se oye del boxeo tamaulipeco.
“Yo creo que eso se debe a los promotores, a la falta de oportunidades, al negocio, porque esto es un negocio para ellos. Yo he andado en Guadalajara, México, Torreón, en muchas partes y me he dado cuenta que allá no son ni más ni menos boxeadores, todos somos iguales, nada más que tienen la oportunidad y las empresas promotoras están en esos lugares y nada más meten a sus boxeadores, aunque la verdad hay boxeo bueno en todas partes.
“No conozco a José Sulaimán (presidente del CMB), pero siendo tamaulipeco debería promover más el boxeo en el Estado y en la frontera, porque hay buenos pugilistas aquí, pero creo que habría que darle oportunidad a los chavitos”, dijo.
“La Cobra” comentó que los lugares más comunes para ver una pelea de box en Reynosa son la Arena Juba y la Coliseo; sin embargo, consideró, a él le encantaría pelear en el Centro de Convenciones del Parque Cultural, evento que podría traer una buena derrama económica al municipio:
“Sería muy bonito porque tengo casi cuatro años que no boxeo aquí. Habrían buenas entradas, a la gente le gustaría y sería algo que llamaría mucho la atención y sobretodo que se promovería el deporte aquí en la frontera”, sugirió.
A cerca de los Chávez junior, Alvaro Gaona indicó que no los ha visto enfrentarse con nadie bueno.
“El más chico, Omar se ve que es el más fuerte. Es más dedicado, pero yo la verdad cuando pelean ellos mejor le cambio de canal, más cuando le toca a Manny Pacquiao soy el primero que estoy ahí…
“Sugar Shane Mosley, Manny Pacquiao y Salvador Sánchez, son mis ídolos”, confiesa “la Cobra”, quien tiene un cartel respetable, con combates en Jalisco, Coahuila, Tamaulipas y el Valle de Texas.
“Además, conozco bien a Marco Antonio Barrera, estuve trabajando con él en dos peleas. Entrené en su gimnasio en la Ciudad de México…”, destaca.
GOLPES A CAMBIO DE POCOS CENTAVOS
No obstante, pocos saben que muchos boxeadores pierden más sobre el ring que lo que ganan. En una cadena donde figuran los promotores, las federaciones, los jueces, las televisoras y las compañías cerveceras los peleadores suelen ser los que menos dinero se llevan a su bolsillo.
“Existe un salario por contrato. El boxeador se queda con el 70 por ciento y el entrenador con el 30. Las ganancias por la promoción televisiva las agarra el que hizo la función.
“Si nos contrata la empresa, como ahora que fui a Tlalnepantla, gané 30 mil y me quedaron 21 sin recibir nada por concepto de televisión. La promotora cubrió el viaje, el hotel y las comidas. Esa ocasión el promotor fue Torres Cabrera y otras veces Promociones Barrera”, mencionó.
Una de las últimas decepciones para “la Cobra”, a pesar de haber noqueado a su contrincante, fue el pasado 18 de noviembre en Matamoros.
“Ibamos por 20 mil pesos porque el combate era del campeonato Fecarbox. Iba a defender mi campeonato en 12 episodios y a la mera hora me salieron con que era de 10 rounds porque fue poquita gente. Me dijeron que me iban a dar 10 mil pesos. Después de la pelea me dieron 8 mil pesos y de ahí me quedaron 5 mil 500, ni para los gastos… Varios boxeadores se vinieron sin que les pagaran su sueldo”, reprochó.
Pese a esos amargos tragos Alvaro Gaona agradeció a todos aquellos que han confiado en él: a sus padres, a Pastor Lozano, su entrenador y a Dionisio Flores, su manager. Además de las personas que le han inyectado dinero a su carrera como don Heriberto Deándar.
Alvaro Gaona añadió que en el box no hay fórmulas secretas y hay que trabajar muy duro, es por ello que todos los días corre de lunes a sábado en la Unidad Deportiva o en el Parque Cultural y le dedica tres horas al gimnasio.
Aunque acaba de comenzar una relación, hasta que no tenga nada seguro, comenta, no se desconcentra del deporte, para que en el momento de formar una familia tenga qué ofrecerle.
“Mis sueños son llegar lejos, tener unos tres campeonatos mundiales y salir a triunfar poniendo el nombre de Reynosa muy en alto”, sostiene.
Mostrando algunas de las carteleras en las que ha participado, este deportista reveló que si pudiera pelear por una bolsa económica decorosa lo primero que haría sería comprarles una casa a sus padres y sacarlos de la pobreza.
Actualmente obtiene un promedio de 200 pesos al día en el taxi, dinero que reparte para llevar comida a su familia y para conseguir los accesorios de entrenamiento, como shorts, tenis, los hules para sudar; las zapatillas, las vendas, las pomadas y las batas para sus peleas, entre otras cosas.
Sin sus rutinas de trabajo, ilustró, sólo podría durar un round y medio cuando mucho, si es que el rival no lo presiona. Por eso no despega el dedo del renglón.
“Hay que hacer trabajo de peras, manoplas, perilla, costal y muchas abdominales, entre otros ejercicios.
“Hasta ahorita todas las peleas las he ganado (20) y 16 han sido por la vía del ‘cloroformo’. A mí que me avienten al que sea, nunca escojo a mi rivales”, insistió categórico Alvaro Gaona, quien irónicamente no tiene sparring, porque no le aguantan el ritmo.
Por lo pronto, a finales de diciembre o a principios de enero de 2011 este carismático pugilista podría amarrar su próximo combate y ya se mentaliza.
Después de una larga jornada de trabajo “la Cobra” se sube nuevamente a su taxi, pero ahora para dirigirse al gimnasio, a entregarlo todo para levantar al box de Tamaulipas del nocaut en el que se encuentra.
Las autoridades de la ciudad bien podrían respaldar a este guerrero en el que el pueblo se refleja y quien por su humildad y ejemplo de superación está llamado a ser el monarca del box que Reynosa se merece. El espectáculo de sus disparos y de sus embates está garantizado.
El estratega de ‘la Cobra’
José de Jesús Solano Flores, el estratega de “la Cobra” manifestó de tono bromista que no pelea con nadie, ni con su señora porque ésta lo golpea, pero que siempre ha sido un amante del box.
“Gracias a mi hermano Nicho Flores, al señor Onésimo Treviño y a Beto Garza estoy en este deporte. Y ahorita tengo a Alvaro Gaona, me ha tocado la suerte gracias a Dios.
“Es un peleador con muchas facultades y si él sigue con ese ánimo, con ese deseo y hambre de triunfar tiene mucho futuro”, afirmó.
Pastor Solano, como su discípulo lo nombra, comentó que éste necesita el apoyo de una promotora o un hombre valiente que quiera invertir en el box.
“Aquí en la región no hay empresas fuertes. Tenemos chamacos con muchas facultades, pero nos falta una empresa que quiera apoyarnos, porque el boxeo en Reynosa está muerto.
“Nosotros mismos tenemos que hacer las funciones de cada gimnasio, porque no hay una persona valiente que quiera exponer su dinero como empresa”, dijo.
El entrevistado insistió que en el caso de “la Cobra” lo que se requiere es “un gran promotor”, porque facultades tiene y dedicación.
“Ojalá que no sea desaprovechado. Es muy querido aquí en la colonia y en Reynosa. Invitamos a todos los aficionados al box para que asistan a las funciones y nosotros les respondemos.
“El boxeo es el ‘patito feo’ de todos los deportes en México, pero es el que le ha dado más orgullo a nuestro país y el que más ha sobresalido, porque sale de la gente humilde”, concluyó orgulloso José de Jesús Solano.