
Las dos medallas de oro y bronce que la delegación mexicana obtuvo hasta el cierre de esta edición en los pasados Juegos Olímpicos de Beijing 2008, no sólo tienen un alto valor sentimental, sino también económico, pues costaron 43.3 millones de pesos cada una.
Lo anterior se desprende del presupuesto que la Comisión Nacional del Deporte (Conade) destinó para la preparación de los 85 atletas que participaron en la Olimpiada y que, de acuerdo a declaraciones del presidente Felipe Calderón, ascendió a 130 millones de pesos.
El desempeño de los deportistas aztecas en estos juegos dejó mucho que desear, pues aunque la lista de prospectos a obtener un metal era considerable, al final sólo quedo la decepción.
De acuerdo al medallero, México quedó muy por debajo del desempeño de países como Jamaica, que ocupó la posición 13; Etiopía, que estuvo sitiada en el lugar 18 y Kazajstán quien quedó en el número 29.
El resultado final no fue tan sorprendente, pues aunque la delegación tricolor llegó a China llena de buenos deseos y promesas de gloria, la verdad es que ya venía precedida por sonados fracasos.
Ahí estaba la eliminación de la Selección Mexicana de futbol, misma que le costó el puesto al entonces técnico nacional, Hugo Sánchez.
Además, la ciclista Belem Guerrero y la velocista Ana Gabriela Guevara anunciaron su retiro definitivo de sus disciplinas, en protesta por el poco apoyo de las autoridades deportivas.
Para cuando iniciaron los juegos, pocos querían recordar los negros presagios de Guevara, Guerrero y los once futbolistas, por lo que el ambiente era de esperanza.
Sin embargo, durante el transcurso de las competencias, uno a uno los atletas mexicanos fueron eliminados y aunque sólo unos pocos lograron sobresalir, la decepción que dejaron entre la afición era directamente proporcional a las expectativas que se depositaron sobre ellos.
Las clavadistas Paola Espinosa y Tatiana Ortiz –aunque consiguieron el bronce en la competencia de clavados sincronizados– no pudieron subir al podio en sus competencias individuales y quedaron ubicadas en la cuarta y quinta posición, un resultado que fue considerado como “positivo”.
Durante años, México había sido una potencia en la marcha, con medallistas como Ernesto Canto y Raúl González; sin embargo, en estas competencias la tradición ganadora del país se rompió.
Horacio Nava, Jesús Sánchez y Mario Iván Flores no pudieron obtener posiciones trascendentes en sus respectivas pruebas.
Quizá las derrotas que más dolieron en el noreste de la República fueron las de la gimnasta Marisela Cantú, originaria de Monterrey, Nuevo León, y la del pugilista Arturo Santos Reyes, quien nació en Nuevo Laredo, Tamaulipas.
En el caso de Cantú, la joven de 17 años fue eliminada en cada una de las disciplinas en las que participó, mientras que Santos Reyes quedó fuera del medallero al ser derrotado en su combate semifinal.
La misma historia se fue repitiendo en competencias como canotaje, judo, halterofilia, tiro con arco, natación, nado sincronizado y el resto de las pruebas en las que compitieron atletas tricolores.
“LOS COLADOS” SE GANARON EL ORO
Curiosamente, los únicos ganadores en estas Olimpiadas por México fueron los directivos del deporte mexicano y sus familias, quienes pudieron tomarse unas vacaciones de dos semanas de duración a cargo del erario.
La lista de personajes que no son atletas pero estaban acreditados como integrantes de la delegación mexicana estaba conformada por 170 personas, quienes recibieron el mismo gafete que los competidores, lo cual les daba acceso a la Villa Olímpica y a las instalaciones donde se desarrollarían las competencias.
Entre estos acreditados estuvieron la secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota; su asesor, Daniel Hernández Franco; el subsecretario de Educación Media Superior, Esteban Székely, así como el oficial mayor, Julio Castellanos Ramírez.
Otra de las acreditadas fue la diputada federal priista Elizabeth Morales García, presidenta de la Comisión de Juventud y Deporte de la Cámara de Diputados.
El titular de la Conade, Carlos Hermosillo, viajó a China acompañado por su esposa, Aída Gatica Mercado, y sus hijos Ana Sofía, María Fernanda y Carlos.
Incluso José Alberto Martínez Barone, presidente de la marca Atlética –que patrocina y viste a las delegaciones nacionales–, su esposa, Beatriz Vázquez, y sus hijos Beatriz, José Alberto, Ana María y Regina, fueron acreditados como integrantes de la delegación mexicana.
Felipe Muñoz, presidente del Comité Olímpico Mexicano y Ricardo Contreras, secretario general del organismo, viajaron a Asia acompañados por sus cónyuges.
Todas estas personas se trasladaron con gastos pagados por el erario.
El fracaso de los atletas mexicanos en los juegos olímpicos no detuvo al gobierno federal para otorgar el más alto presupuesto en la historia para la Conade: 616 millones de pesos.
“Estos 616 millones de pesos representa un logro histórico”, dijo Carlos Hermosillo, presidente del organismo. De esa cifra, 100 millones se destinarán a la infraestructura de la Olimpiada Nacional y la misma cantidad para la organización del evento.
Queda claro que en ocasiones el dinero que se invierte en los deportistas no asegura los resultados.