
A primera vista Luis Araujo no parece un gran contrincante en el boxeo, su complexión delgada y peso ligero no le ayuda para imponerse ante sus adversarios, sin embargo, al subir al cuadrilátero, el riobravense demuestra que no hay enemigo pequeño y con su desempeño silencia cualquier comentario despectivo.
Mejor conocido como “El Mexicano” Araujo, ya está acostumbrado a que lo vean como “el pichón de la pelea” y no le molesta, pues le gusta demostrar su potencial en el cuadrilátero
Su atuendo tampoco impresiona mucho, una bata más que usada, calzones de boxeo desgastados y unas viejas zapatillas, sin embargo, no necesita del vestuario para demostrar su habilidad con los guantes, pues en los años que tiene peleando ha salido avante en todos sus encuentros.
Pero estos triunfos, que no son muy conocidos en la comunidad de Río Bravo donde vive, le han costado mucho entrenamiento y sacrificios que pocos están dispuestos a soportar.
Araujo pelea desde los 16 años, cuando un familiar lo animó a entrar a un humilde gimnasio propiedad del ex boxeador Manuel Salazar, que se ubica en la colonia Estero, de donde es originario. El propietario del gimnasio se dio cuenta de su capacidad y se convirtió en su entrenador al grado que obtuvo un récord de 14 ganados y dos perdidos, además del subcampeonato del torneo Guantes de Oro de Tamaulipas, en un encuentro que perdió frente a Carlos Cruz.
Para entonces Araujo prometía como uno de los mejores pugilistas en la región. Sin embargo, a los 19 años, tres años después de haberse iniciado como boxeador, la falta de apoyo al deporte en su ciudad y las pocas oportunidades laborales, lo obligaron a emigrar a Estados Unidos en busca de un futuro mejor.
Seis años después de buscar la suerte en “el otro lado”, Araujo regresó a su lugar de origen dispuesto a volver al mundo del boxeo. En esta ocasión asegura que persistirá hasta lograr su objetivo, que no es ser famoso o ganar dinero, sino promocionar el deporte en Río Bravo, para que las autoridades brinden más apoyo al boxeo y jóvenes deportistas tengan las oportunidades que en su momento el no tuvo.
Es por eso que volvió con su viejo amigo y entrenador y a su antiguo gimnasio “Dulce Raquel”.
Cuatro años después, el reto es doble para Araujo, pues el deporte del boxeo sigue sin mucha promoción en la ciudad y no obstante a que se encuentra en buenas condiciones físicas, está consciente que su tiempo se ha reducido, así que quiere aprovechar todas las oportunidades que se le presentes. En esta misión no está solo, pues lo acompaña su entrenador y amigo Manuel Salazar.
Pero no es fácil, en Río Bravo no existen empresas promotoras de boxeo y cuando sale a pelear él mismo absorbe sus gastos, algo que no es muy fácil de hacer, ya que lleva meses sin un empleo formal.
“No tenemos apoyo, yo salgo adelante solo, el único apoyo que tenemos es entre nosotros mismos. Aquí no hay empresas promotoras de boxeo cuando se han organizado encuentros, mi entrenador es el que organiza todo y se mueve para tener una función”, sentenció.
LUCHANDO CONTRACORRIENTE
El Mexicano Araujo, que actualmente compite en el peso super mosca, asegura que desde su regreso ha estado por toda la franja fronteriza con el fin de promocionar el boxeo en su ciudad.
“Cuando compito lo hago por Río Bravo, pero he andado por toda la franja fronteriza, en Monterrey, Tampico, Ciudad Victoria, Matamoros y hasta en el Valle de Texas. Estoy subiendo de nivel porque ya enfrento a rivales que son de un peso superior al mío.
El último encuentro lo tuve en Ciudad Victoria donde me enfrenté a un peleador de México, era mucho más alto que yo y era el favorito de la afición; pero logré pegarle y el público me reconoció y me apoyó mucho, hasta un señor me pedía que aventara los guantes al público”, platicó emocionado.
Los triunfos en el cuadrilátero son su vitamina para seguir con una causa que para otros parecería perdida, pues no sólo quiere pelear a un nivel más profesional, sino que espera que se establezca una empresa promotora de boxeo, que apoye a nuevos talentos.
Y para esto el pugilista necesita darse a conocer.
Su esfuerzo y el de su entrenador Manuel Salazar no han sido en vano, Gerardo Mares, director de Fomento Deportivo en Río Bravo se dio cuenta de su caso y le facilitó el uso del gimnasio Las Liebres para que él y su entrenador pudieran instruir a nuevos boxeadores.
Asimismo, el Ayuntamiento les donó costales y guantes para los deportistas.
Pero aunque el apoyo se agradece, “El Mexicano” Araujo reconoce que no es suficiente, al menos en su caso pues aunque hasta hace poco se había sostenido con trabajos eventuales de albañilería, la severa crisis económica ha hecho escasear su trabajo y perder las pocas entradas de dinero que tenía.
“Cuando la gente nos apoya desde las gradas, nos aplaude, todo eso se queda en nuestra memoria y nos anima a seguir adelante trabajando como albañiles, carpinteros o de lo que salga. Pero ahora que no tengo un trabajo fijo la situación se puso muy difícil porque estoy batallando para salir adelante”, confiesa el peleador.
Su lucha más ardua ya no se encuentra en el cuadrilátero, sino en sacar adelante a su familia, por eso expone su petición de un trabajo y de mayor apertura a este deporte.
“El apoyo que necesitamos es que haya peleas aquí en Río Bravo, que nos permitan hacer funciones sin que tengamos que pasar por tantos requisitos como conseguir peleadores, tener un programa completo de locales y visitantes y además, pagarle los viáticos a quienes vienen de fuera.
Nosotros solos no podemos sostener estos gastos, por eso necesitamos patrocinadores que nos apoyen para que el boxeo tenga un lugar en Río Bravo”, dijo el pugilista.
POR AMOR AL BOXEO
Ubicado en la colonia Estero (una de las más conflictivas de la ciudad de Río Bravo), el gimnasio “Dulce Raquel”, ya tiene la reputación de formar buenos gladiadores.
Al observarlo por fuera nadie imaginaría que es un centro de entrenamiento ya que la fachada del lugar no difiere de las humildes viviendas ubicadas a su alrededor, lo único que lo identifica es por un pequeño letrero hecho a mano, que lleva el título del lugar.
Manuel Salazar, quien en sus buenos tiempos también fue boxeador amateur, es el dueño del “Dulce Raquel”, donde entrena desde hace 16 años a niños (mayores de cinco años) y jóvenes que quieren aprender a defenderse.
En entrevista asegura que sólo unos cuantos se apasionan con el boxeo, como ha sido el caso de “El Mexicano” Araujo.
“He tenido mis campeones en el área amateur, uno de ellos Luis Araujo que ha llegado a muy buen nivel, y que me motiva a salir adelante. Aparte de él tenemos otros muchachos que empezaron aquí y ahora están en Monterrey, como los hermanos Trinidad Rodríguez “La Víbora”, y su hermano José Rodríguez “La Boa”, así como Miguel Angel Rodríguez “El Coralillo”, son tres muchachos que entrené y que han salido de aquí.
Son satisfacciones muy grandes para mí como entrenador, de este gimnasio han salido buenos peleadores como Norberto Flores, Martín Treviño, Aarón Cárdenas y Lalo Pardo, y ahora Luis Araujo, que son deportistas que necesitamos que apoyen, porque cuando salimos a pelear nos llevan como ‘el pichón’, y nos encontramos con que siempre el público está en contra, los jueces en contra, el réferi y para nosotros es bien duro porque no tenemos quien nos promueva aquí”, compartió Salazar.
El ex pugilista, confiesa que en ocasiones se topa con pared cuando ve que sus pupilos tienen que retirarse del deporte, por la difícil situación económica que viven.
Y esto no sucede sólo con las jóvenes promesas, también con los niños pre adolescentes que entrena y que a pesar de tener un buen nivel de competencia, dejan de entrenar para trabajar y ayudar a sus familias.
“Mis peleadores siempre han sufrido mucho, pasan desveladas y a veces no tenemos para los gastos, nos hemos venido de ‘raid’ con peleadores amateurs; se me han quedado varios en el camino por falta de apoyo.
Tuve el caso de un peleador de 12 años que fue campeón de Tamaulipas y Texas que se retiró porque no teníamos para pagar los pasajes para ir a las peleas; ahí el trabajo que vengo haciendo de seis o siete años con los muchachos se pierde, porque el chavito se retira para trabajar por falta de apoyo económico”, lamentó.
Para Salazar la semilla del deporte es lo único que aleja a los niños y jóvenes de las malas decisiones y los jóvenes que ha entrenado son una prueba de de ello.
“Tengo buenas experiencias, chavos que habían andado muy mal se adhieren al deporte y ahora están bien. Incluso tuve a uno que logró ser campeón nacional, él vivió conmigo seis años y se alejó de los vicios para concentrarse en el deporte, hace unos años se casó y ahora tiene un buen trabajo. Me siento orgulloso porque salió de aquí y no se quedó en la calle”, mencionó.
Aunque tienen todo en contra y en ocasiones no ven el fruto de su trabajo, Araujo y Salazar no se desaniman, cada uno lucha desde su trinchera, el primero entrenándose en el patio de una casa, con aparatos de ejercicio hechizos y sobreviviendo con trabajos eventuales y el segundo, entrenando pupilos sin recibir sueldo alguno, sólo aportaciones voluntarias que sus alumnos le otorgan por semana.
“Les hemos pedido apoyo a las autoridades que no se olviden de este deporte, que no se olviden del box amateur y nos ayuden a organizar peleas para que la gente nos conozca, que haya un ring del municipio para organizar peleas a nivel local y que le pongan más atención a los jóvenes que tienen futuro en este deporte, para que no se pierdan”, finalizó el entrenador.