La participación de la Liga José Guadalupe Treviño Kelly ha sido el alivio que esta población tamaulipeca necesitaba para olvidar un poco la crisis de inseguridad que vive desde hace varios años. Gracias a estos 14 niños y sus padres, Reynosa tiene esperanza de que sí pueden pasar cosas buenas y son más los que quieren la paz sobre la violencia.
Por Gerardo Ramos Minor / Enviado Williamsport, PA.
Tuvieron que pasar ocho años para que un equipo de Reynosa estuviera aquí, en la capital mundial del beisbol infantil y hay que decir que su presencia no pudo ser en mejor momento pues le regalaron a la ciudad y sus habitantes un bronce de clase mundial.
Repitiendo la hazaña que lograron en el 2009, los integrantes de la liga “José Guadalupe Treviño Kelly” regresan a casa con el honor de convertirse en el tercer mejor equipo de beisbol infantil del mundo.
El logro no pasó desapercibido, pues Reynosa vive una de las peores crisis de inseguridad en su historia, con diarios enfrentamientos entre hombres armados y las autoridades, que mantienen asolada a la población.
En los últimos años, hablar de esta frontera era hablar de balaceras, muertos y miedo… pero todo eso cambió la segunda quincena del mes de agosto, cuando 14 muchachos vestidos de verde le dieron a los tamaulipecos algo por lo que pueden estar orgullosos.
Por segunda vez en sus más de 50 años de historia, integrantes de “la Kelly” llegaron a Williamsport para representar a México en la Serie Mundial de Ligas Pequeñas, una de las más grandes fiestas para los fanáticos del beisbol.
Equipos de Asia, Europa, Sudamérica, el Caribe y todas las regiones de Estados Unidos se enfrentan en 30 partidos para buscar al mejor equipo de beisbol infantil en el mundo.
Durante 15 días, miles -quizás millones- de fanáticos llegan a esta pequeña población del noreste norteamericano con 29 mil habitantes, que tuvo sus años de gloria a finales del Siglo XIX cuando llegó a albergar la mayor cantidad de millonarios por habitante en la Unión Americana debido a la explotación de la abundante madera que hay por estas zonas.
Hoy ya no hay tantos millonarios, fueron desplazados por los aficionados del beisbol pequeño que se concentran en la impresionante villa que alberga las oficinas de Little League International, el Museo de las Ligas Pequeñas, varios campos de entrenamiento y dos estadios: el de los Voluntarios -con una capacidad para 5 mil personas- y el Howard J. Lamade, pista central de las actividades del campeonato con una capacidad para 40 mil personas.
La presencia de esta cantidad de equipos y aficionados le ha dado al sistema de Ligas Pequeñas una fuerza pocas veces vista en Estados Unidos y que hace que hasta las mismísimas Grandes Ligas traigan a esta población a dos de sus equipos: los Piratas de Pittsburgh y los Cardenales de San Luis.
Como un regalo para los equipos participantes, algunos de los peloteritos -incluyendo a los de Reynosa- acompañaron durante la mayor parte del día a estrellas del mejor beisbol del mundo, con quienes presenciaron los partidos que se llevaban a cabo en el el campo de los Voluntarios y el estadio Howard J. Lamade.
Sin embargo, la cereza en el pastel fue la presencia de los jugadores en el partido oficial que los Piratas y los Cardenales sostuvieron en el parque BB&T, que fue remodelado en su totalidad con un costo de 5 millones de dólares.
Los pequeños beisbolistas fueron los consentidos en este encuentro al que también pudieron acudir algunos de sus padres -no todos, por cierto-, pues los boletos estaban limitados a dos por familia.
El motivo fue que el parque apenas tiene una capacidad para 2 mil 500 personas, lo que provocó que ingresara al libro de récord de las Ligas Mayores como el partido oficial con la menor asistencia. Anteriormente quien ocupaba ese “honor” era el parque South End Grounds, casa de los Bravos de Boston quienes jugaron entre 1871 y 1914 y tenía una capacidad para 5 mil personas.
EL LARGO CAMINO A WILLIAMSPORT
Llegar a este torneo no es sencillo, hay que ganar una serie de competencias regionales para luego coronarse en un campeonato nacional que en esta ocasión se llevó a cabo en Sabinas, Coahuila, y enfrentó a la Treviño Kelly con un viejo conocido: la Liga Matamoros, A.C., que ya ha tenido experiencia en la Serie Mundial.
Desde entonces las cosas no habían sido sencillas para “la Kelly”, pues en los últimos 10 enfrentamientos que habían tenido con Matamoros, no habían podido vencerlos ni una sola vez.
Eso cambio el pasado 21 de julio, cuando unos inspiradores reynosenses se olvidaron de la historia y derrotaron a los matamorenses por un marcador de tres carreras contra una.
Ahí empezó un sueño que sólo ha tenido un sólo precedente, cuando en el 2009 otra selección de la “Treviño Kelly” vino a Williamsport y se quedó con el tercer lugar internacional tras haber sido derrotados por China Taipei.
Hoy nadie piensa en los antecedentes, si lo hicieran seguramente muchos de los padres que aquí se encuentran no hubieran dejado sus trabajos por dos semanas y viajar 33 horas en autobús para estar presentes apoyando a sus hijos.
Su esfuerzo -nunca fue un sacrificio- se vio coronado con la victoria que los mexicanos obtuvieron el 27 de agosto, cuando vencieron 14-8 al equipo de Carolina del Norte (el favorito para ganar el torneo), en el partido por el tercer lugar del campeonato.
La esperanza y alegría de quienes fueron conocidos como la “invasión tamaulipeca” sobresalió sobre el resto de las aficiones presentes en este torneo.
Podría decirse que, además de sus hijos jugadores, algunos padres se convirtieron en una especie de mini celebridades por su ocurrencia de utilizar máscaras de luchadores durante los partidos.
Este gesto no sólo les ganó tiempo en la televisión internacional que transmite los partidos, sino miles de fotos de aficionados que se acercan a ellos para llevarse un recuerdo de su presencia.
Los muchachos también disfrutaron de la fama que les da estar en este torneo; en sus paseos por la villa constantemente fueron asediados por aficionados de todas las edades que les piden un autógrafo, además de que la camiseta y gorras de México son de las más vendidas en las tiendas de souvenir del campeonato.
DE MENOS A MÁS… MUCHO MAS
Quizás fueron nervios, algunos dicen que fue desconcentración, pero la realidad es que México no tuvo el arranque de torneo que hubiera esperado al ser derrotados por Venezuela por 4 carreras a 1.
Y es que en ocasiones “el tamaño sí importa” y la derrota con Venezuela 4 carreras por una fue una muestra de ello.
Omar Romero, un pequeñito venezolano que jugó en la segunda base, resultó ser el veneno que echó abajo los planes y gran trabajo que venía realizando en la loma de los lanzamientos el reynosense Jorge García.
García, quien lucía dominante en la loma, perdió la zona de strike -primero- y el control -después-, frente al diminuto “chamo” quien logró desconcentrarlo lo suficiente para que su equipo pudiera ponerse arriba en el marcador y llevarse el encuentro.
Esta sacudida sólo sirvió para que los reynosenses se hicieran mucho más fuertes y entrenaran más duro, desafiando incluso las sofocantes temperaturas locales que llegaron a registrar una humedad en el medio ambiente de casi el 80 por ciento.
De esta forma en su segundo encuentro frente a Italia, la novena mexicana se sacudió los nervios del debut y logró una contundente victoria por nocaut 13 carreras a 0.
A diferencia del primer partido, los peloteros de “La Kelly” no sólo salieron encendidos con el bat, sino que estuvieron impasables en la defensiva al conseguir un partido sin hit ni carrera.
Los mexicanos se fueron arriba en el marcador desde el inicio del encuentro anotando dos carreras en la primer entrada y luego, un rally de seis en la segunda.
El manager mexicano, Manny Espinosa, decidió utilizar cinco lanzadores para rotar a la plantilla de pitcheo y foguearlos a todos.
Emiliano Garza, quien llamó la atención como uno de los líderes vuelacercas del torneo, conectó un batazo de cuatro esquinas tan largo, que rompió el vidrio de un vehículo que estaba estacionado afuera del parque.
La prueba de fuego llegó 21 de agosto, cuando México enfrentó a una poderosísima Corea a la que nunca había vencido en la Serie Mundial de Ligas Pequeñas.
Sin embargo bastaron dos enormes actuaciones de Jorge García y Emiliano Garza en la loma de los lanzamientos para conseguir la victoria por un score de 1-0.
En el cielo de Williamsport la luna fue ocultando al sol ofreciendo un extraño espectáculo para esta hora del día. Las luces del campo se encendieron y más de dos utilizaron los lentes especiales distribuidos por los organizadores para poder ver el espectáculo del eclipse.
En el campo también hubo un espectáculo similar, pues mostrando un temple inusual para alguien de su edad, los chicos mexicanos lograron eclipsar a la poderosa ofensiva coreana limitándolos a un solo imparable. Es más, ningún corredor asiático pudo pisar la tercera base.
El juego fue sordo, tenso, un verdadero duelo de pitcheo que sólo pudo ser roto por el oportuno batazo de Jorge Lambarria, quien puso en marcha a Saúl Soto que supo aprovechar un error del central coreano que no pudo fildear el batazo para llegar hasta la registradora.
Cuando cayó el tercer out las gradas estallaron en júbilo y hasta el cielo de Pennsylvania “lloró” de alegría al regalar una copiosa lluvia.
Antes del encuentro los chicos de “la Kelly” tuvieron una visita muy especial: Ángel Macías y Pepe Maiz, campeones mundiales de 1957 quienes les dieron un mensaje de aliento antes del inicio del partido.
De hecho en la conferencia de prensa celebrada al finalizar el encuentro, tanto el manager Manny Espinosa, como los jugadores, reconocieron el honor que es para ellos haber pasado un momento con estas leyendas.
Pero si con Corea los mexicanos mostraron control y concentración, con Venezuela, a quien enfrentaban por segunda vez en el torneo, demostraron una contundencia que los elevó al nivel de contendientes en la Serie Mundial de Ligas Pequeñas.
En su presentación en el campo principal del torneo: el estadio “Howard J. Lemade”, el pitcheo tamaulipeco volvió a brillar con Isaac Miranda y Érick Vázquez, quienes mostraron una solidez impresionante, reduciendo a los bats venezolanos a dos hits y ponchando a 10 rivales.
De hecho los representantes de América Latina enternecieron a la afición norteamericana pues al terminar el encuentro invadieron el campo y comenzaron llevarse tierra en pequeños vasitos de cartón.
Pero los cañones nacionales no se quedaron atrás; Samuel Juárez conectó un jonrón al igual que Emiliano Garza, quien logró su tercer cuadrangular del torneo.
Tras esta victoria, los mexicanos se enfrentaron en la semifinal internacional con Canadá, que llegaba invicto a esta instancia y lucía un poder ofensivo de cuidado.
Sin embargo los cañones que brillaron en este encuentro fueron los mexicanos, pues Jorge Lambarria y Jorge García conectaron batazos de cuatro esquinas para ayudar a los nacionales a conseguir la victoria por un marcador de 6 carreras a 2.
Con la esperanza en todo lo alto, los mexicanos llegaron al juego de campeonato internacional frente a una poderosa selección de Japón, que terminó llevándose la Serie Mundial.
Los seis primeros bateadores nipones supieron aprovechar las fallas de la defensiva mexicana para anotar cuatro carreras en la primer entrada, suficientes para darles una ventaja que ya no perdieron.
Esto, sumado a un dominio japonés en la loma que dejó a México con cinco hits, pero ninguna carrera, selló el destino del encuentro.
Sin embargo, contrario a lo que todos esperaban, los muchachos de “La Kelly” demostraron que se crecen con la derrota y unas horas después de la final internacional, salieron a la cancha para pasarle por encima a Carolina del Norte, un equipo que echó a la basura los pronósticos de los expertos.
Los de amarillo, como llegaron a ser conocidos, eran considerandos los favoritos para llevarse la Serie Mundial, tras conseguir una serie de apabullantes victorias que incluyeron un juego perfecto, combinado lo que les dio la mayor cobertura mediática que cualquier equipo haya recibido.
Al final, los mexicanos mostraron más ambición que los norteamericanos y en un partido “maldito” (hubo tres chicos golpeados), se quedaron con la victoria 14 carreras a 8.
De esta forma, México se despidió de su participación en Williamsport.
Y aunque no se cumplió el anhelo de llegar a la final de la Serie Mundial, el tercer lugar obtenido no sólo empata lo logrado hace ocho años, sino también le da a los reynosenses un rayo de esperanza de que no todo son malas noticias en esta ciudad.