Ni siquiera el aficionado más optimista pudo haber previsto la forma en la que la ciudad de Reynosa acogió a sus Broncos, el equipo benjamín de la Liga Mexicana de Béisbol.
A poco más de un mes de haber arrancado la temporada 2009, se puede decir que la “broncomanía” se ha apoderado de Reynosa y pruebas de ello se pueden encontrar en todos los juegos como locales que ha tenido la novena encabezada por Homar Rojas.
Las cifras no mienten. Hasta el pasado 22 de abril el parque “Adolfo López Mateos” registraba el primer lugar en aforo de los estadios de la Liga Mexicana de Béisbol.
De acuerdo a los números, 82 mil 930 personas han asistido a los primeros 10 partidos como locales de los Broncos, quienes registran en promedio una asistencia de 8 mil 293 personas por juego.
Estos números superan por mucho al segundo lugar de la liga: el estadio “Revolución”, casa de los Vaqueros de la Laguna, cuyos primeros 13 partidos han sido presenciados por 76 mil 550 personas, que representan un promedio de 5 mil 888 aficionados por juego.
Y aunque el estadio de la ciudad de Torreón, Coahuila, supera en capacidad al de Reynosa (12 mil asientos contra 9 mil 300), en la frontera tamaulipeca se han registrado más llenos que en el de la región lagunera.
De hecho, el parque “Adolfo López Mateos” es la sede más pequeña de las que aparecen en la lista con los mayores aforos de los partidos de la Liga Mexicana de Béisbol.
Sólo por citar unos ejemplos, el “Foro Sol”, casa de los Diablos Rojos del México, tiene una capacidad de 25 mil personas pero apenas ocupa el quinto lugar de aforo, con un promedio de 4 mil 945 aficionados en 13 juegos.
El estadio “Monterrey”, casa de los Sultanes, tiene una capacidad para 27 mil personas, pero se encuentra hundido en el décimo lugar de la lista, con un aforo promedio de 5 mil 56 personas en 10 partidos.
TODOS LOS JUEGOS, UNA FIESTA
Quizá sea cierto: en Reynosa la afición es beisbolera o quizá simplemente no hay nada mejor qué hacer en esta ciudad, pero cada vez que los Broncos juegan como locales, el parque “Adolfo López Mateos” luce lleno a su capacidad.
Ha habido ocasiones en que la fila para comprar boletos es de varias cuadras de distancia con aficionados que han llegado desde las seis y cuarto de la madrugada con tal de asegurarse un lugar dentro del parque.
Lo que al principio se pensó que era una moda, poco a poco se ha ido convirtiendo en una verdadera afición.
Prueba de ello es el surgimiento de la primera porra organizada: “Las Güeras Flacas”, quienes son un grupo de amigos que normalmente se reúnen en el Bar “Rafles” y adquirieron un bono de temporada en la zona general sol, por el rumbo de la primera base.
Armados con matracas, trompetas y tambores, este grupo se caracteriza del resto de los aficionados por las maltrechas pelucas rubias que portan durante todos los partidos como locales de los Broncos.
Durante las nueve entradas, “Las Güeras Flacas” no dejan de cantar, golpear al tambor y jugar con las pelotas de playa que en cada partido alguien lleva para que la afición se divierta durante el encuentro.
De hecho, la zona de general sol se ha caracterizado por ser el área más ruidosa de todo el estadio, una posición que sólo le compiten quienes ocupan los “Bleachers”, como se les conoce al gradería que la directiva colocó detrás de jardín izquierdo y central y cuyo boleto cuesta apenas 20 pesos.
La gente de los “bleachers” siempre son los primeros en iniciar “la ola”, vitorear cada jugada del equipo local o simplemente echar relajo.
Sin embargo, ni los alegres de zona general sol o la gente de los “Bleachers” pueden presumir que son tan bravos como un grupo de aficionados que se encuentran tanto en la zona general sombra, por el rumbo de la tercera base, como los del área preferente de ese mismo sector.
Para este grupo más allá de echar porras y relajo, lo importante es molestar a los jugadores del equipo contrario con cualquier cantidad de insultos, cánticos obscenos y chiflidos.
Generalmente la víctima de las burlas de estos aficionados es el tercera base del equipo visitante, quien durante todo el encuentro tiene que soportar estoico los recordatorios maternales de esta parte de la afición.
“Que lo vengan a ver…
que lo vengan a ver…
ese no es un tercera
es una pu… de cabaret…”
Se ha convertido en el himno preferido de este sector del parque, quienes no se cansan de meterse con los jugadores el equipo contrario.
Este sector es tan implacable, que se meten hasta con el pollo “Layo”, la mascota oficial de los Broncos quien, feliz, juega con estos aficionados en un divertido encuentro de insultos y fraternales provocaciones que siempre terminan con una sonrisa.
Y aunque el resto de los sectores en los que se encuentra dividido el “López Mateos” disfrutan cada hit y carrera de los Broncos, su entusiasmo nunca es tan grande como los anteriormente citados.
Quizá sea por la novedad o por la excelente racha del equipo de Reynosa, que al cierre de esta edición seguía peleando con los Diablos el liderato de la zona norte, pero es obvio que la ciudad vive una feliz “luna de miel” con su equipo de béisbol, algo que no se vivía en esta ciudad desde hace catorce años, cuando en esa memorable primer temporada de la segunda versión de los Broncos, disputaron y perdieron la semifinal Sultanes de Monterrey.
De hecho, son pocos en esta frontera quienes quisieran que la historia volviera a repetirse, pues después de esa primera gran temporada, el equipo sufrió una serie de cambios que lo fueron condenando a los últimos lugares de la tabla para que, finalmente, abandonaran la Liga Mexicana de Béisbol en el año 2003.
Hoy que los triunfos se cuentan por montones y cada noche hay una fiesta en las gradas del “López Mateos”, nadie quiere recordar esos años o tan siquiera pensar en el futuro… lo importante es disfrutar la “broncomanía”.