Sudado, tras obtener su enésima victoria sobre el cuadrilátero, Mil Máscaras suelta una carcajada jocosa cuando se le pregunta cuánto tiempo tiene luchando. Como una rutina que realiza todos los días, a donde quiera que se presenta, este mítico personaje se apresta a contar su historia al reportero:
“Ya bastantitos años en esta profesión, durante varias décadas me he dedicado a esto”, señala de entrada.
Implacable con sus oponentes, pero caballero con el público, Mil Máscaras es sobreviviente de una generación de gladiadores que le cambió el rostro a este deporte y le dio colorido, tanto en México, como alrededor del planeta.
Idolo tanto en Japón y Argentina, como en Estados Unidos y Alemania, el oriundo de la ciudad de San Luis Potosí trascendió de la lona al celuloide y filmó más de una veintena de películas, en algunas de las cuales se codeó con emblemas de este espectáculo como El Santo y Blue Demon.
Cómo no mencionar “Los canallas”, “Las momias de Guanajuato” o “Vuelven los campeones justicieros”, taquilleros largometrajes donde Mil Máscaras compartió créditos con esas grandes estrellas.
A la par de la actuación este luchador también se hizo respetar en las arenas de casa, así como en las de lejanos países, enfrentándose a especialistas en artes marciales y derrotándolos, como al gran maestro Kantaro Hoshino –recientemente fallecido–, a quien venció en su debut en Tokio en el año de 1971, haciendo que la fama del mexicano creciera como espuma en el continente asiático.
Además, en 1977 obtuvo el campeonato mundial de la WWE (World Wrestling Entertainment, por sus siglas en inglés) al vencer en Nueva York a Billy Graham, considerado hasta ese entonces como el mejor luchador rudo de la historia. De hecho, Mil Máscaras fue el primer guerrero enmascarado en presentarse en el Madison Square Garden.
Hoy, a pesar de tener más de 70 años de edad, aún conserva un físico envidiable, se encuentra en activo y continúa practicando sus “planchas suicidas”.
Entrevistado en el vestidor del gimnasio de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) en Reynosa, este enmascarado dice no cansarse de luchar porque, a la sazón, la atmósfera de los golpes, de los gritos y del reconocimiento del público es la que le ayuda a mantener la energía y la felicidad, aunque también considera que el ejercicio cotidiano ha sido un factor fundamental para llegar donde está.
SELECCIONADO OLIMPICO
Sin embargo, en sus inicios Mil Máscaras fue atleta de diversas disciplinas, como la tauromaquia, el beisbol, el fisiculturismo e inclusive, incursionó en la escritura.
“Yo entrenaba lucha grecorromana, lucha olímpica y judo. Soy judoka cinta negra tercer dan en Japón. Fui preseleccionado en las Olimpiadas de Tokio 1964, pero no asistí porque no había presupuesto por parte de las autoridades. Mi entonces entrenador garantizaba medalla de oro, plata o bronce, pero a final de cuentas no acudí y me decidí por esta profesión”, menciona.
En una entrevista que le realizaron hace unos meses relató que Valente Pérez, editor de la revista Lucha Libre –en la que él colaboraba con artículos de medicina deportiva–, lo invitó a darle vida a Mil Máscaras, una figura antes ficticia que aparecía en la publicación.
“Era una idea que él tenía. Decía que el personaje andaba por todo el mundo, en Europa, en Asia y que muy pronto vendría a México y le pedía a los lectores que mandaran diseños en dibujitos de las máscaras que iba a seleccionar Mil Máscaras para el personaje.
“Pasaron dos años y siempre me decía ‘tú eres el indicado’, y le respondía ‘¿yo por qué güey?’ (risas) y él me insistía ‘porque tienes físico, sabes judo, sabes lucha olímpica, tienes todo’, más yo le comentaba que no me gustaba la lucha y que quería dedicarme a otra cosa”, cuenta.
Pero tiempo después, al ganarse un sitio para los Juegos Olímpicos de Tokio de 1964, le pidieron que se concentrara en el campamento de la confederación de deportistas. Al quedarse ahí un día el joven gladiador comprobó que no ofrecían una alimentación saludable para los atletas, por lo que acudió ante José de Jesús Clark Flores, director del Comité Olímpico Mexicano (COM) para solicitarle ayuda.
“Al llegar a su oficina en el Monumento a la Revolución me dice: ‘¿Usted es el jovencito que tanto se vanagloria?, Estaba leyendo lo que usted come jovencito en un día, yo no me lo como en una semana’. Le respondí: ‘sí mi general, usted sentado ahí no gasta la energía que gastó yo en un día’.
“Y dice ‘Es muy buena la comida del Comité Olímpico’. ‘No mi general, es comida para soldado. (se levanta Clark Flores gritando)’ ‘¿Y en qué se basa usted jovencito para decirme que es comida para soldado?’ Y le explico ‘mire mi general, me baso en que yo fui sargento primero en el servicio militar nacional y como tal convivía con la tropa una vez a la semana’, y él se calló.
“Y habla ‘bueno, usted pide mil 200 pesos, se me hace demasiado dinero, le voy a dar 800, ni un centavo más ni un centavo menos’. ‘No mi general, yo necesito mil 200 pesos’. ‘No, le voy a dar 800, tómelos o déjelos’ y le contesté ‘los dejo mi general, con permiso, buenas tardes’, me salí y me fui a ver a Valente Pérez y le dije, ‘aquí tienes a tu Mil Máscaras’”, recuerda, de cómo se decantó por la lucha libre.
CON AGENDA APRETADA
Acompañado de su hermano Dos Caras, otro legendario de este deporte y de algunos otros luchadores que también han marcado su propia historia –como es el caso de El Huracán Ramírez–, Mil Máscaras expresó no cansarse de cumplir tantos compromisos dentro y fuera de la República Mexicana.
“Es parte del trabajo, me realizan entrevistas en todo el mundo (risas), de hecho este año he ido tres veces al Japón. Fui el 25 de febrero, a una función y conseguir fondos para las víctimas del tsunami.
“Lucho mucho en Estados Unidos, también voy a Europa al Torneo de la Cerveza en Múnich, Alemania, y así estoy, viajando constantemente”, comenta este hombre, cuyos combates aparecen en el sitio de internet de YouTube con miles y miles de visitas. En el país del “Sol Naciente” ni se diga, es un figurón.
“Regularmente donde yo me he presentado he tenido mucho éxito y sobre todo siempre presumo de ser mexicano y llevo trajes de charro, trajes aztecas; me visto con capas y chamarras bonitas. Muchas veces voy a las universidades a dar conferencias o a las bibliotecas también. Ahí hablo de la historia de México, de los mayas, los aztecas, los olmecas, todas las grandes civilizaciones que tuvimos; del imperio y la conquista”, refiere.
Este valiente de los escenarios afirmó que se da tiempo hasta para el arte, mostrando otras facetas de su vida.
“Pues oportunidad hay para todo, para viajar y oportunidad de ver a la familia. Yo soy pintor también, esa es otra de las cosas que hago, tengo más de 200 pinturas en óleos y estoy esperando pronto exponerlas en Bellas Artes”, manifiesta.
> ¿Cómo le hace para mantener la mente y el cuerpo sano?
“La clave es el ejercicio y una buena alimentación. Con que tengas tu mente tranquila, que haya paz y armonía en tu cuerpo, esa es la base y que la gente que te rodea la tenga también, esa es la única forma”, dice.
Mil Máscaras aceptó que no es remilgoso para la comida, aunque consume alimentos balanceados.
“Como de todo. Hoy en la tarde estuve disfrutando un cabrito riquísimo, con unos frijoles de la hoya, unas tortillas de maíz riquísimas también y un buen guacamole. Me gusta el pescado y el pollo, la cosa es nomás variarle”, asegura.
Retomando el tema de la lucha libre, dijo que a pesar de que compartió cuadrilátero con personajes de la talla de El Santo y Blue Demon, ellos iban casi de salida cuando él estaba en su plenitud como atleta, mas admitió que la calidad de ambos era de gran tamaño.
“Lo que pasa es que ellos eran mayores que yo. Cuando me inicio en la profesión yo era muy jovencito y ellos ya estaban grandes. Es lógico que conforme pasan los años los jóvenes actuales se van a acordar de mí a lo mejor unos 20 o 30 años más diría yo.
“En aquella época también había otros enormes luchadores como René Guajardo, Carlos Lagarde, Mario Galindo; muchas grandes estrellas extranjeras también, españoles, alemanes, venían rusos, había todo tipo de luchadores de fuera que tenía uno que enfrentar”, describe.
Mil Máscaras explicó que esta disciplina y las lesiones normalmente van de la mano, pero también hay que saberlas derrotar.
“Casi siempre aparecen, la mayoría sobretodo cuando los luchadores ya son de cierta edad y surgen problemas con las rodillas, con los codos, con el cuello, con la espina dorsal, con la espalda. A muchos los ves rengueando ahí, de una forma u otra.
“Uno que sigue activo como yo, he estado con muchas lastimadas, pero al mismo tiempo con el mejor quiropráctico que tengo, el mejor del mundo, quien está en la Ciudad de México y me ayuda a mantenerme en excelente condición física, aparte del ejercicio”, subraya.
SU CUERPO SOPORTA
EL RIGOR DE LA BATALLA
Y es que un día normal para Mil Máscaras no puede concebirse sin una fuerte dosis de ejercicio, lo cual le permite a su edad lanzarse todavía de la tercera cuerda, cargar a luchadores que pesan más de 130 kilos y recibir fuertes golpes.
“Yo sigo corriendo, esa es una clave; levanto pesas, hago sentadillas, hago ejercicios para las piernas, porque se supone que las piernas son el segundo corazón y si uno no lo tiene activo lo demás no funciona bien”, define.
De hecho, quien lo escucha no puede creer fácilmente que tenga una voz joven y con gran personalidad, por lo que trata de mantenerse bien en todos los aspectos.
> ¿Qué le gustaría hacer que no ha hecho aún Mil Máscaras?
“Pues hasta ahorita (risas), he hecho todo lo que he querido, he logrado todo lo que me he propuesto y es una de las cosas que tú siempre anhelas hacer y lo logras. Yo pertenezco a la Asociación Nacional de Escritores de México, tengo argumentos de cine, tengo libros para publicar, tengo poesías, poemas y muchas cosas que cuando cuento con tiempo libre lo aprovecho para eso”, enuncia.
Por si se pensaba que una figura de esta envergadura se había olvidado del cine, Mil Máscaras aún sigue rodando películas, una de las cuales está por estrenarse.
“Tenemos las últimas dos que hice, una se llama “La momia azteca”, que está por salir en inglés con la Universidad de Columbia en Missouri, donde soy profesor benemérito, e hice otra que se llama “Revancha azteca”, dos películas en inglés, hechas en Estados Unidos y espero que pronto puedan estar en la programación para que las vean ustedes”, añade.
Aunque algunos sitios de internet mencionan su verdadero nombre, él prefiere no hablar de su identidad. Incluso, cuando le preguntan su nombre de inmediato menciona Mil Máscaras, pues prefiere seguir anónimo, ya que nunca perdió su máscara.
> ¿Cuando no lucha sale a la calle cubierto del rostro?
“Eso es algo muy personal, Mil Máscaras no puede hablar del otro personaje que representa a Mil Máscaras, porque es hacer comparaciones. Si tú me vez en la calle como alguien más y me dices Mil Máscaras me niego, completamente me voy a negar. No junto absolutamente a los personajes para nada.
“Antes de despedirme quiero decirles que como siempre es un gusto estar con ustedes, un cariño, estoy encantado si hay el tiempo. A veces salgo corriendo porque tengo que ir a Monterrey a agarrar el avión para ir a dormir y volver a tomar otro avión a Estados Unidos y así es, siempre está uno de viaje.
“Yo acabo de llegar apenas ayer, estaba en San Francisco, California, volé a Harlingen, de ahí fui a Matamoros y así estoy continuamente viajando, terminando me dirijo a Las Vegas bien temprano a las 6:00 de la mañana”, indica.
Mil Máscaras, quien se despidió y agradeció el cariño que le brindó la gente de Reynosa, será distinguido el próximo 1 de abril de 2012, cuando ingrese al Salón de la Fama de la WWE, por su enorme contribución en la lucha libre internacional.
“Les mando un saludo muy afectuoso al público, se les quiere mucho y próximamente aquí los quiero saludar en persona”, concluye.
Noche de lucha
La víspera de un combate airado pintó el que para muchos fue el día más importante de la semana: lucha libre, sí, lucha libre profesional en Reynosa.
Tierra de fronterizos, de migrantes y de fantásticos aficionados, recibe con los brazos abiertos a los hijos de las mil batallas, las de los cuadriláteros.
La contienda no podía comenzar sin antes iniciar la otra lucha, la que alimenta los bolsillos.
Pedro “Máscaras”, así se hace llamar uno de los vendedores ambulantes instalados afuera del gimnasio de la UAT. ¡Máscara!, ¡máscara, ¡máscara amigo!, anuncia animado. Es sabedor de que las piezas que ha confeccionado con sus manos durante todo el año deben venderse ahora, sino cuándo.
La gente acude a la cita con alegría dibujada en sus rostros, otros se ponen una de El Santo o de Rey Misterio mientras compran su boleto, niños y grandes también.
Y qué mejor momento para desahogar la pasión y soñar en volar desde la tercera cuerda.
> ¿Vas a luchar hoy?
“No, no, soy un aficionado”
> Y si te confunden como luchador ¿no le entras?
“Sí, sí, cómo no, ya estamos acostumbrados a ese tipo de situaciones”, responde divertidamente un joven del público.
No podía faltar el marido que sólo con máscara le gusta a su señora (a la que tiene muerta de la risa); tampoco los grupitos de amigos que acaban de salir de clases, la modelo que coquetea con el camarógrafo, el de los algodones de azúcar, la que manda mensajes de texto, los compadres que esperan ansiosos a que empiecen los combates, el que se quita la lagaña, la que llegó sin cenar, el que trae en venta playeras de gladiadores “gringos” y para colmo piratas, el que no tuvo infancia y sopla serpentinas, así como el que le dice a su hijo –”¡Mira!, vas a salir en la televisión, ¡mira!, ¡mira!”–.
Están todos, todos los que aman la lucha libre y gozan los golpes en cuerpo ajeno, aunque a algunos enmascarados no les crea ni su abuela (por las faramallas que hacen), pues fingen atacarse de verdad.
SE FROTAN LAS MANOS
Y mientras los luchadores que sí son auténticos (pues los primeros de la función eran los de casa) se preparan para salir a escena, claro, como Villa… muy bien acompañados, otros aguardan en primera fila por si a caso entran en acción:
Un padre juega con su hijo al asegurar que va a pelear con Mil Máscaras y que lo mantiene tranquilo porque ya se quiere subir al ring, ante lo cual el menor le responde que no exagere.
Risas y fiesta, al mismo tiempo que en las gradas el hambre le aplica una llave al estómago y lo que sea es bueno para entretener a la barriga.
El público se divierte cuando es el turno de las mujeres, Melissa Anderson, Nikki knockout, Lluvia y Marcela, quienes son abordadas en su camino por los aficionados que se toman la foto del recuerdo.
Las divas saltaron al ring con destreza, gracia y un poco de malicia. Los espectadores no se movían de sus lugares porque lo mejor estaba por venir: llaves, huracarranas, candados, saltos de la tercera cuerda y topes contra las esquinas del cuadrilátero, son algunos de los castigos más vistosos.
Después, figuras de la talla de Huracán Ramírez y el Súper Muñeco harían más electrizantes los duelos.
¿Acaso no son los personajes que durante décadas han aparecido en la televisión? En carne y hueso, pues no se olvidaron que en Reynosa hay quienes les rinden culto.
Los castigos de los rudos no se demoran ni tampoco la respuesta de los técnicos. La jerarquía se demuestra en cada intento, en cada caída.
Pero el plato fuerte de la noche estaba por servirse: Mil Máscaras, Dos Caras, Canek Junior, por el bando técnico, mientras que Carlito, El Chavo Guerrero y Rikishi protagonizarían la lucha estelar y un nuevo combate entre los del bien y el mal.
Leyenda viviente de la época de El Santo y Blue Demon, Mil Máscaras demostró porqué todavía sigue siendo el ídolo de multitudes, dándole tremendos golpes a sus oponentes.
Cuerpo a cuerpo, frente a frente, Dos caras tampoco se raja, mientras la afición presencia la fiesta.
Y es que no hay cansancio ni años encima que puedan detener a un corazón sediento de triunfo. La victoria se inclina para el bando de los técnicos.
Al final los niños fueron los más complacidos y cómo no, pues tuvieron en persona a sus héroes y a los héroes de sus padres y abuelos.
Satisfecha Reynosa no dice adiós, no, sino un hasta luego a los grandes que brindaron una noche de entrega y de lucha…