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El mánager de Reynosa

30 de junio de 2015 por José Manuel Meza

La vida puede dar muchos giros, pero para alguien que asegura tiene todo lo que un hombre puede desear, el éxito depende del esfuerzo que cada quien le imprima, principalmente cuando las adversidades tocan a la puerta.
Nacido en el seno de una familia numerosa, Joel Soto Jiménez tiene el privilegio de presumir ser el primer mánager de box de Reynosa en darle a esta ciudad varios campeones en diferentes categorías.
A sus 72 años se mantiene activo en la preparación de atletas de alto rendimiento, haciendo lo que más disfruta y con el apoyo y compañía de sus seres queridos.
Sentado a la puerta de su gimnasio, que lleva el nombre de Academia de Boxeo Heriberto Deándar Amador, de Joel Soto, la cual tiene más de 50 años funcionando, este hombre recibió su certificación por la Comisión de Boxeo de México desde el año de 1960. Desde entonces no ha parado de trabajar.
“Yo siempre fui manager y nunca entrenador. Es el representante del peleador, el que dirige. Mi hijo los entrena bajo la dirección mía. Yo me encargo de ordenar lo que se va a hacer y también de conseguir peleas”, comenta.
Cuenta don Joel que para aprender a moverse en el mundo boxístico, donde todos quieren figurar, tuvo la fortuna de conocer a la gente precisa en el momento indicado, pero también en interesarse desde muy joven en esta disciplina.
“Fui una persona que heredé el gusto de mis hermanos y mis tíos, que fueron boxeadores, entonces ahí en mi casa en vez de mirar las revistas de cómics de aquellos tiempos, veía puras publicaciones de boxeo y esporádicamente cuando lo anunciaban en la Coliseo, que antes era Arena México, me gustaba ir a verlo”, confiesa.

FORJANDO UN DESTINO
Don Joel decidió irse a estudiar Arte dramático a la Ciudad de México. Mientras en las tardes acudía a sus clases, por las mañanas aprovechaba el tiempo para ir a los mejores gimnasios, donde conoció a grandes personajes del boxeo.
“Como a mí me gustaba mucho este deporte siempre estaba en las mañanas viendo, y viendo aprendí. Es como cuando miras una película que después platicas, de la misma manera me familiaricé de que iba tanto, que los mismos mánagers me comenzaban a decir –Soto le pones los guantes a aquel–, –le pones la vaselina, la careta, tómale el tiempo–, etcétera, pues yo oía lo que ellos platicaban, porque me tenían mucha confianza.
“Sabía cómo bajarlos de peso, cómo debían de correr. En esa época de José Becerra, el campeón mundial peso gallo, que tuvo una época hermosa en aquellos años; Raúl ‘El Ratón’ Macías, a todos los conocía y ellos me conocían”, relata
Al hacerse amigo de promotores, boxeadores y managers el todavía joven originario de Reynosa tuvo la oportunidad de conocer a Rafael Barradas Osorio, una de las figuras de la época.
“Es alguien a quien le debo mucho y yo le decía padrino. Ya murió. Era el secretario de la Comisión de Box cuando estaba en el segundo piso de la Plaza del Estudiante en México, y el presidente era Luis Spota.
“Entonces don Rafa me comenzó a invitar los miércoles y sábados a que lo ayudara a escribir las peleas a máquina, a pesar a los boxeadores y llenar los contratos. Yo veía cuanto ganaban y la calidad.
“Pesaba a José ‘Mantequilla’ Nápoles. A todos los campeones mundiales los pesaba yo y después le pasaba el dato a don Rafa. Como premio me invitaba a comer y me daba su pase para ver el box gratis. Osea que en la silla de primera fila siempre estaba yo ahí, porque era la de Barradas, pero la ocupaba yo, entre miércoles y sábados cuando eran las funciones”, rememora.

DIFERENCIAS ABISMALES
Don Joel Soto Jiménez, quien radicó en la capital del país entre los años 1960 y 1964, compara lo que ganaban los grandes campeones de aquella época a las fortunas que se manejan hoy en día.
“Las bolsas ahorita son muy grandes. En aquel tiempo se peleaba por tortillas duras. Un cotejo de 10 rounds televisado en México se pagaba en 10 mil pesos, que hoy serían unos 100 mil, por así decirlo”, ilustra.
A su regreso en Reynosa este mánager se encontró que había que hacer bastante por el boxeo local, para lo cual aprovechó sus relaciones y conocimientos.
“Existían muchos prospectos. Lo que pasa es que, a pesar de que había promotores, no se disponía de personas que tuvieran una noción de cómo dirigir a un boxeador a cosas grandes. La prueba es que nunca hubo un campeón mundial, hasta que salieron de aquí de este gimnasio.
“Y me encontré a un amigo que era muy llorón, pobrecito y no comía bien. Pero yo veía que tenía mucha habilidad, cuando sus padres le querían pegar nunca podían, porque todos los golpes se los quitaba”, describe.
Don Joel estaba ante las puertas de un inicio exitoso como manejador y también como un gran motivador.
“Entonces yo le dije, Apolonio (Salinas) iba a haber un torneo de ‘Guante de oro’ en la Coliseo. –¿Te inscribo?–, le pregunte y me dijo –¡No hombre,
me matan!– y yo le decía que lo iba a preparar, que le daría calzón, zapatillas y todo, nada más para ver si verbalmente podía enseñar todo lo que sabía.
“Entonces comencé con él. Yo ya le decía, tírale así, mira mueve esta pierna, mueve la otra. Levántate a correr a tales horas y lo empecé a invitar
a comer. Total que fue el campeón del torneo.
“Lo debuté profesionalmente, estuvo clasificado nacional, peleó en Los Angeles, California, y esto le cambió totalmente la vida. Fue mi primer boxeador profesional. Vive en McAllen, Texas. Y así comencé, uno tras otro. He tenido campeones nacionales, latinoamericanos, de norteamérica. Néstor Garza fue un campeón mundial que salió de este gimnasio y en fin, aquí estamos”, menciona orgulloso.

LAS EVIDENCIAS HABLAN
Las paredes de este gimnasio, tapizadas en fotografías, respaldan todos los logros y hazañas que cuenta don Joel, quien sigue poniendo en lo alto el nombre de Reynosa.
“Ahorita tenemos a Rubén ‘El Huracán’ Montoya. Lo llevamos a pelear a Liverpool, Inglaterra. Dio una magnífica batalla ante el actual campeón mundial peso gallo Paul Butler. Esto fue hace un año y perdió con una decisión muy apretada.
“Yo fui el primer manager que fue a Tokio, Japón, a llevar a un peleador, José Luis Cruz. He ido a Paris, Francia; a Londres, Inglaterra; a Panamá y las mejores arenas del mundo. Soy creo, el único mánager de Reynosa que ha pisado el Madison Square Garden de Nueva York. Por 10 ocasiones he llevado boxeadores ahí.
“El MGM de Las Vegas, todos los casinos de importancia y casi todo California también. Lo tengo plasmado en fotografías, porque a muchos les platico y ni me creen”, platica sonriente.
A su espalda sobresalen las fotos en las que aparece junto a Cristina Rubiales, la hija de Paco Malgesto y Flor Silvestre; ahí también está Salvador Sánchez, que fue el boxeador del año, el entonces presidente de la Comisión de Box, y en traje azul don Joel.
“Fui nombrado el mánager del año en provincia y acudí a México a recibir mi trofeo. Y esa misma noche estaba Alfredo ‘El Cuyo’ Hernández, el mejor
mánager que ha habido en la historia. Además de Guadalupe Pintor, que era campeón mundial Súper Gallo. También el boxeador nicaragüense Alex Argüello. Y luego estoy yo donde están sosteniendo el diploma que me dieron en esta otra fotografía.
“Aquí al gimnasio han venido 14 campeones del mundo a entrenar, hasta Julio César Chávez ha estado aquí. El último Jorge ‘El Travieso’ Arce. A Chávez lo invité a hacer una exhibición en la Plaza de Toros Reynosa. Eso fue casi al final de su carrera. Hubo un llenazo tremendo”, evoca.

HAMBRE DE TRIUNFO
La salud de este reconocido mánager tamaulipeco es óptima y asegura que siempre se ha cuidado al máximo. Elegantemente vestido, con guayabera blanca y pantalón en color negro, manifiesta que tiene las ganas y la fuerza para seguir impulsando el box en la frontera.
“Yo nunca fumé ni tomé, porque por medio de la carrera uno debe dar un ejemplo y si estoy dentro de un deporte hay que respetarlo como tal.
“Y aquí en este gimnasio nunca se dicen maldiciones y nada de llevaderas. Se respeta mucho a las personas que vienen a entrenar. Llegan, se saludan, entrenan, se van, saludan y hasta el otro día”, detalla.
Gracias al boxeo y a su habilidad para preparar pugilistas y conseguir peleas de renombre, don Joel pudo sacar adelante a su familia.
“Yo tengo mi esposa, seis hijos, cinco hombres y una mujer. Les di estudios. Varios de ellos nacieron en Estados Unidos, viven sus vidas y yo la mía. Tengo 14 nietos, pero al final de la vida se va quedando uno solo, pero con su cariño. Voy a cumplir 46 años de casado y eso me anima a seguir aquí”, agrega.
El entrevistado confiesa que una de sus mayores pruebas las vivió cuando se quedó inválido a la edad de 16 años, tras un accidente de motocicleta. Después de lo que esto significó y ante el entonces fallecimiento de varios parientes cercanos, una de las mejores decisiones, expresa, la tomó hincado en la sala de su casa.
“Ya había muerto mi abuela. Mi mamá y mi hermano vivían en San José, California. Mi padre se había separado de mi mamá. Mi hermana se
había casado y otra había muerto en un choque, ahí en la curva de la Ford (boulevard Morelos). Entonces quedé yo solo en la casa. Me iban a operar en Galveston, Texas, y cuando me dijeron que no iba a poder quedar bien le rogué a Dios que me guiara por un camino en el cual pudiera sobreponerme de ese problema.
“Estaba abriendo los ojos a la vida y uno se siente pequeñito en ese momento. Yo veía a mucha gente minusválida pidiendo limosna en silla de ruedas y yo no quería eso para mí, se lo pedí de todo corazón. Fue cuando me llegó una revista de México a mis manos, y decía que se iban a abrir inscripciones en la academia de don Andrés Soler, perteneciente a la Asociación Nacional de Actores (ANDA). Entonces visualicé que ese era el camino.
“No era que yo quisiera ser un actor, o una luminaria en eso. Yo pensaba nomás quitarme los complejos y que si trabajaba ante tanta gente me iba a poder desenvolver mejor en la vida”, comenta.
A pesar de todos los obstáculos don Joel Soto Jiménez, quien se ayuda de una muleta para poder caminar, fue aceptado en la escuela de actuación y se desenvolvió satisfactoriamente, al grado que realizó giras con Andrés Soler en todo el Estado de Guerrero y participó en varias filmaciones.
“Estuve en obras de teatro, en el Orientación y en la telenovela ‘La brújula rota’ con Ariadna Welter. Hice una película, ‘Los hermanos Centella’ con Dacia González, Jaime Fernández, Dagoberto Rodríguez y Guillermo Rivas, o sea muchas cosas positivas, pero yo buscando superarme.
“Me fui a estudiar por eso, para quitarme el complejo. Caminaba con muletas, pero yo tenía mucha suerte. No sé qué me veían, pero todos me contrataban. Iban y buscaban a la academia a una persona más o menos de la edad mía y don Andrés me mandaba a traer a mí.
“Ya que yo creí que había logrado todos esos propósitos recibí una carta de mi mamá en la que me invitaba a operarme en Galveston. Acudí, pero no pudieron y fue cuando me dijeron que iba a quedar así para todos los días de mi vida”, narra.
Sin embargo, a pesar de esa condición, don Joel ha obtenido logros memorables, más que nadie para el boxeo de Reynosa.
“Con mis muletas como siempre, he ido a Japón y a muchas partes del mundo. He ido y venido perfectamente bien como hasta ahora. Recientemente fui a Liverpool, Inglaterra.
“No me detiene nada y ahorita si el presidente me dice que lo acompañe a un discurso frente a 60 mil almas voy y ni me acuerdo que uso muletas.
“Eso es lo que me llama la atención, que a pesar de mi invalidez logré todo lo que nadie ha conseguido en Reynosa en la historia del boxeo. Son muchas cosas que sería largo enumerarlas. A veces me pongo a analizarlas y tengo todo lo que un hombre puede desear, y todo eso se lo debo a Dios y le doy las gracias”, señala en esta entrevista exclusiva para Hora Cero.
Al final, este hombre que luce ante todo optimista, se alegra de que sus hijos y nietos continúen con el trabajo que ha venido haciendo por el boxeo en Reynosa. Ellos por sí solos ya se han hecho de un nombre y respeto. Mientras tanto don Joel lo disfruta todo, y afirma que desea seguir muchos años y ver pronto nuevos campeones del mundo originarios de Reynosa.

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