La situación tan desastrosa por la que atraviesan algunas ciudades fronterizas, sobre todo Reynosa, amerita que los nuevos alcaldes tomen decisiones rápidas porque la paciencia de los ciudadanos se agota y la desilusión cobra facturas muy rápido.
Los últimos días he escuchado la voz de tres personas que votaron por Oscar Luebbert Gutiérrez para sacar al PAN de la presidencia municipal. Las tres muy desesperadas porque, según ellas, ya han pasado suficientes días (45 para ser más exactos) desde que inició la administración y las promesas de campañas no se cumplan.
Aunque a decir verdad ha pasado poco tiempo, pues en un mes y medio apenas se integra el equipo de trabajo; poco a poco los pasillos se empiezan a vaciar de gente que pide chamba porque sus esperanzas se agotaron, y la tensión va disminuyendo entre los integrantes del grupo más cercano del presidente municipal.
Para Luebbert Gutiérrez –contrario a otros alcaldes- la presión de la ciudadanía será peor porque la mayoría eligió al PRI para que gobernara esta ciudad, humillada y robada a su antojo y con total impunidad (hasta la fecha) por un grupo político. Y aclarando, no por un partido, porque no se vale generalizar.
¡Cuidado!, porque el olvido de las autoridades ante las demandas de los reynosenses puede cobrar facturas en un abrir y cerrar de ojos, o mejor dicho: de un proceso electoral al otro. Aunque tarde, la visita del gobernador Eugenio Hernández Flores a esta ciudad fue como una tanque de oxigeno, pues lo único que se respiraba eran puros fétidos olores heredados de la pasada gestión.
El gobernador vino a prometer en obras lo que no puedo hacer en el pasado reciente, sobre todo en el tema del desabasto de agua en un amplio sector de la población que se enteró cómo se hincharon de dinero de la Comapa muchos funcionarios, hermanos, amigos y constructores que sirvieron a un proyecto panista.
Porque el descarado saqueo a ese organismo fue de proporciones monumentales, y para muestra basta un botón. Aquí va la historia:
Francisco Aragonés Piñeyro, con un pasado gris como reportero y conductor de noticias, fue jefe de prensa de la Comapa durante la administración del Partido Acción Nacional.
En 1998 lo conocí. Era reportero, manejaba un modesto auto regularizado, su diario sobrevivir dependía de un sueldo en La Prensa de Reynosa y tenía planes para hacer radio que luego concretó. Con el paso de los años supe que contrajo matrimonio y nació un hijo de esa relación.
La semana pasada leí una nota en El Mañana de Reynosa sobre la ostentosa vida que tuvo Francisco Aragonés cuando trabajó en la Comapa: compras de ropa íntima para dama en reconocida tienda de McAllen sabrá Dios para quién y ni me interesa; consumos en restaurantes de ambos lados de la frontera por 300 dólares y más, y pago de hoteles y otros placeres dentro y fuera del país.
Esos, entre otros excesos, fueron sólo algunos de los lujos que se dio Francisco Aragonés siendo, como bien se dice, apenas “una perra flaca” de la burocracia de Reynosa que sirvió de rodillas a Francisco García Cabeza de Vaca.
También recuerdo alguna vez haber visto en un periódico social a este exempleado de la Comapa en un convivio junto al reconocido empresario local, Raúl Guajardo, festejando su cumpleaños en su residencia y que, muy seguramente, no sabía la clase de invitados que habían asistido.
No cabe duda, Francisco Aragonés se despegó del piso, comenzó a levitar al creerse pertenecer a otra clase social y se olvidó hasta de su propia sangre, a tal grado que su ex esposa tuvo recurrir a la prensa para evidenciar que no cumplía con las obligaciones hacia su hijo. Pobre diablo.
Pero volviendo al tema de la columna, los reynosenses ya no van a soportar más humillaciones. Y es tiempo que la gente que rodea a Oscar Luebbert Gutiérrez empiece a atener y a solucionar todos los problemas que recibieron de herencia.
Y si ya quieren empezar a dar resultados, primero, tapen el bache que está en la Río Mante y la orilla del Canal, de la parte sur, ya que miles y miles de personas pasan a diario, sobre todo en horas de salida de obreros de maquiladoras, y que votan.
Otro, los habitantes del Fraccionamiento Los Muros, por el sector de las Jarachinas, quisieran tener ya su plaza para que jueguen sus hijos y, si es posible a la mayor brevedad.
Y por último (en esta lista de peticiones) que vayan a emparejar la calle Ignacio Ramírez en la colonia Juárez, donde ya es imposible transitar a pie y en automóvil por tantas cunetas
No se hagan, ya pónganse a trabajar.