
En la aplastante derrota del Partido Revolucionario Institucional en Tamaulipas muchos se estarán preguntando: ¿qué encuestas estaban viendo los coordinadores de campaña de los candidatos tricolores, que vivieron engañados todo el tiempo y creían que ganarían con carro completo?, como en el pasado reciente cuando Ricardo Gamundi Rosas, el dirigente estatal anterior, se dejaba un pedazo bueno al PAN.
A estas alturas, cuando los tricolores se están lamiendo las heridas después de la aporreada que les dieron el domingo primero de julio, cómo extrañan sus militantes a personajes, además de “el negro” Gamundi, en Ciudad Victoria; a Erick Silva Santos, en Matamoros; a Oscar Luebbert Gutiérrez, en Reynosa; a Ramón Garza Barrios, en Nuevo Laredo, entre otros, verdaderos chamacos cuando se trataba de ganar con ‘carro completo’.
Y no se trata de poner en duda los talentos que tienen Raúl César González García y sus muchachos que anduvieron regalando playeras y cilindros en todos los municipios del Estado, pero los resultados adversos para el PRI son tan contundentes y hablan por sí solos: sucedió la peor catástrofe tricolor en la historia de Tamaulipas.
Sobre el coordinador general de campaña de Enrique Peña Nieto, de los ocho diputados y los senadores, quien es uno de los funcionarios de alto nivel favoritos del gobernador Egidio Torre Cantú, obra a su favor que trabajó con las uñas, sin recursos para operar y con candidatos malos en general, difíciles de vender al electorado, pero de que lo ‘chamaquearon’ de eso no hay duda, porque en la política se necesita usar la rudeza y menos buenas intenciones.
González García, originario de Matamoros y que se desempeña como secretario del Trabajo en el gabinete de Torre Cantú, deberá justificar por qué Tamaulipas desentonó del resto del país, donde Peña Nieto ganó las elecciones presidenciales, sobre todo porque tenía las de ganar, no como en 2006 cuando Roberto Madrazo Pintado llegó a las urnas como candidato perdedor.
Es cierto que el epicentro de la guerra del gobierno federal contra el PRI tuvo su epicentro en el Estado, teniendo como blancos a los ex gobernadores Tomás Yarrington Ruvalcaba, Eugenio Hernández Flores y Manuel Cavazos Lerma, senador electo como primera minoría, pero que el próximo presidente de México haya perdido por más de 100 mil votos, eso la verdad deberá estarle quitado el sueño a más de uno.
Desde comienzos de la campaña aparecieron publicados resultados de encuestas serias como las de Hora Cero que reflejaban que los candidatos del PAN podían dar una sorpresa desagradable al PRI, desde Josefina Vázquez Mota, a la presidencia; Maki Ortiz de Peña, al Senado de la República, y varios distritos. Vaya, que la historia de 2006 se podía repetir.
Pero los responsables de las campañas del PRI, que tenían su comando general en Ciudad Victoria, hicieron caso omiso a esas advertencias y, en vez de modificar sus estrategias para desactivar las preferencias ascendentes de sus contrincantes del PAN, siguieron con los brazos cruzados, confiando en la maquinaria tricolor que fue desbielada el primero de julio.
Si bien parte de la culpa de la derrota se la pueden echar a la campaña contra Eugenio, Tomás y Manuel, cabe una reflexión y duda: ¿por qué no pasó lo mismo en Coahuila, donde también el PAN puso su mira al evidenciar las tranzas del ex gobernador y ex presidente del PRI nacional, Humberto Moreira Valdés? En ese estado se ganó la elección presidencial con apuros, con 35 mil votos, pero se ganó y se presentaron buenas cuentas a Peña Nieto.
Al menos en Coahuila el mandatario estatal, Rubén Moreira Valdés, no terminó tan chamuscado en la jornada electoral pues, si bien el PRI perdió la fórmula al Senado, que se interpretó como un voto de castigo contra su hermano Humberto, la presidencia de la República tuvo tintes tricolores. Mínimo esa hubiera sido una buena noticia para Torre Cantú en Tamaulipas.
Desde que Lucino Cervantes Durán asumió la dirigencia del Revolucionario Institucional, muchos correligionarios se quedaron con la cara de espanto, porque la organización de las contiendas de 2012 y 2013 tendrían como capitán a un buen hombre, un burócrata, un soldado, pero frente a sus contrincantes se necesitaban verdaderos diablos.
Pero esos chamucos, que durante el gobierno de Hernández Flores borraron del mapa al PAN, salvo la elección federal de 2006, el primero de julio se la pasaron de shopping en el sur de Texas y en la Isla del Padre, simplemente porque Cervantes Durán no los invitó a la fiesta. Sólo cruzaron unas horas para votar por los candidatos de su partido, y que a la postre no sirvió para ayudar a las causas perdidas.
Otra de las interrogantes es sobre qué pasará en el PRI estatal cuando en ocho o nueve meses deberá salir el humo blanco para elegir candidatos a alcaldes y diputados locales en Tamaulipas, donde podría repetirse lo que pasó el primero de julio en Nuevo León, donde el tricolor perdió el control del Congreso y el gobernador vecino, Rodrigo Medina de la Cruz, terminará –si es que termina– su sexenio con una legislatura enemiga que verá con lupa todos sus movimientos.
Torre Cantú deberá estar preocupado desde ¡ya! de que eso que pasó en Nuevo León se pudiera repetir en Tamaulipas el próximo año. Sería otra catástrofe, pues nunca en la historia el Congreso local ha estado en manos del Partido Acción Nacional.
En esta zarandeada que le dieron a todos los tricolores, porque pocos se salvan de la aporreada, hay que reconocer que Miguel González Salum, el alcalde de Ciudad Victoria, dio buenas cuentas al salvarse del tsunami albiazul. Ganó las tres elecciones: para presidente, senadores y la diputación federal del Distrito V.
Otros como Everardo Villarreal Salinas, de Reynosa; Alfonso Sánchez Garza, de Matamoros, y Benjamín Galván Gómez, de Nuevo Laredo, deberán analizar seriamente qué pasó en las urnas, porque al menos en Matamoros y Nuevo Laredo ellos pusieron a las candidatas, eran de su establo, contrario a Reynosa donde Reynaldo Garza Elizondo, fue designado por la CTM.
Al respecto, una vez que Garza Elizondo reconoció su derrota –su segunda después de 2004 cuando perdió la diputación local–, muy probablemente no estará contemplado para ser candidato a la alcaldía de Reynosa en 2013, lo cual tiene muy contentos seguramente a varios funcionarios dentro del ayuntamiento que suspiraron por serlo, y que el mismo primero de julio saltaban de gusto.
El que se perfila para ser el abanderado del PAN a la alcaldía de Matamoros tras su victoria en el Distrito III, es el agente aduanal Carlos García González, quien demostró a sus adversarios que tenía con qué para ganarle a Yanín García. Con este resultado, aunado a que Vázquez Mota perdió la presidencia, automáticamente el legislador federal electo encabeza esa lista.
Antes de los comicios de 2012, quien se sentía casi alcaldesa de Matamoros era Leticia Salazar Vázquez, actual
diputada federal plurinominal y muy apegada a Vázquez Mota, pero ahora a Carlos García González le soplan todos los vientos a su favor. Quiere ocupar ese puesto y no cesará en su intento; además no sería del desagrado de Alfonso Sánchez Garza, pues son compadres del alma.
Definitivamente en la victoria del PAN para el Senado Maki Ortiz de Peña tuvo mucho que ver. Dentro y fuera de su partido se sabe que, si ella no hubiera aparecido en la boleta, otra historia se pudo estar contando el lunes 2, porque su compañero arrastraba una fama de corrupto. En Tamaulipas Acción Nacional se la jugó con una mujer y rindió frutos.
Para concluir, mucho se polemiza sobre los votos nulos que, según el PRI, hizo que perdieran sus candidatos a diputados federales en Reynosa, Río Bravo y Matamoros, donde las boletas invalidadas promedian los 10 mil votos porque se tachó el espacio del PRI y del Partido Verde, cuando cada partido tenía sus propios candidatos, no como fue la presidencia de la República donde iban aliados.
También el Partido Verde, en voz del candidato a senador, Humberto Rangel Vallejo, levantó la voz y dijo que perdieron miles de votos por esa confusión. En fin, las elecciones siempre tendrán dos caras.