
No pude hacer nada más que admirar la precisión que tuvo el jugador Damián Alvarez, del equipo norteño de Tigres, cuando sobre el minuto 92 desbordó con tremenda facilidad al legendario contención Pavel Pardo del América. El atacante centró de zurda y a segundo palo su compañero Héctor Mancilla cerró la pinza y decretó el 2-1 definitivo de ese partido en el Estadio Azteca, en la capital de México.
Estaba en el palco junto con Emilio Azcárraga quien largó una serie de improperios después de la anotación y la derrota. De inmediato sacó su teléfono, se colocó una diadema y comenzó a dar ordenes furibundas mientras buscaba a una persona en el terreno de juego, y manoteaba desde lo alto remarcando sus palabras que eran recogidas a nivel de cancha. Michel Bauer, presidente del club, también presente, no sabía dónde meterse. No es bueno interrumpir al patrón en momentos de cólera.
Supuse que el propietario del equipo hablaba con Manuel Lapuente, su entrenador por quien, me consta, siente un profundo respeto.
Era un momento de intimidad empresarial. Opte por retirarme, pero antes de ir al vestidor del América le di una palmada en el hombro a Emilio y le advertí: Me traes para asesorarte. Tengo que pedirte que no tomes una decisión precipitada. Manuel lo está haciendo bien.
Como ocurre en estos casos y, también estoy obligado a decirlo, Azcárraga Jean no me escuchó, porque se deja llevar por impulsos. Tres minutos después que el árbitro silbó el final de ese encuentro, Lapuente estaba despedido.
Sigo sin estar de acuerdo con esa decisión. Lapuente es uno de los sabios del futbol. Frodo, aunque llevaba el anillo, no podía despedir a Gandalf que le dio guía, protección y le transmitió conocimientos. Además se vería horrible que un pelele desempleara a un señor. Lo mismo ocurrió acá.
Pavel Pardo entrenó preocupado esta semana, porque el equipo no camina y se quedó sin entrenador arrancando el torneo, pero ahí sigue. Le faltaron piernas para alcanzar a Alvarez. Si hubiera tapado ese centro, ahorita Manolo estaría haciendo estrategias y derramando bilis con los aguiluchos.
Emilio no me escuchó y decidió que el entrenador de su equipo se fuera a su casa. Como el chamaco que no le caen bien sus compañeros o que pierde y se lleva la pelota para que nadie más gane. Lo que ocurrió ese domingo fue un berrinche.
Ahora llega Carlos Reinoso, un gran americanista con quien me une una prolongada amistad. Espero verlo triunfando, palabra. Pero no estoy seguro de que sea lo que ahora necesiten las Aguilas.
Manolo no fue el culpable de esa derrota. ¿De qué hablan los que aluden a mala estrategia? No sé a qué se refieren si el entrenador de Tigres, Tuca Ferreti, hizo lo conducente para que su equipo fuera derrotado esa tarde, cuando mandó a todos al abordaje y dejó desparecida la retaguardia. Al 91, un contragolpe del americanista Angel Reyna pudo haberlos degollado, pero definió muy mal, fue desarmado y de ahí devino el contragolpe que le dio a Tigres los tres puntos de oro.
No hubo sanción contra Reyna, ni contra Pardo, ni contra el central Mosquera ni contra ninguno de los jugadores azul cremas que defendieron muy mal el empate y sucumbieron al final. El futbol pasa necesariamente por los jugadores. Lo dicen los enterados: 70 por ciento de ejecución y 30 por ciento de planeación. Practica, entrena, acondiciónate para ejecutar el domingo lo que se habla entre semana.
Lo lamento por Manolo. No quise ir a su casa esa noche. Teníamos una cita, pero decidí que cenara con su familia al terminar ese mal día. A nos vimos el martes siguiente, pero me pidió que habláramos de la liga europea, porque quería desintoxicarse del balompié nacional.
De cualquier manera, le dije de consuelo, que la mejor Selección Mexicana de la historia había sido la suya, de Francia 98 y que tenía un lugar asegurado en el panteón del balompié azteca porque es una de las personas que más conoce de este negocio en el país.
Manolo, con su larga experiencia me miró un momento y sonrió: Ya me cansé de este juego. No sé si regrese”.
En ese momento sentí que hablaba en serio y que su retiro estaba próximo.