
La retórica antiinmigrante del presidente Donald Trump no solo ha avivado la división social en Estados Unidos, sino que también ha golpeado duramente a la economía, afectando principalmente a los negocios hispanos. Con discursos que criminalizan a los inmigrantes y políticas que buscan restringir su entrada y permanencia en el país, su administración ha generado un clima de incertidumbre que impacta tanto el consumo como la fuerza laboral.
Los inmigrantes, especialmente los hispanos, representan una parte fundamental del tejido económico estadounidense. No solo son trabajadores esenciales en sectores clave como la construcción, la agricultura y la hospitalidad, sino que también son empresarios que generan empleo y crecimiento. Según datos de la Cámara de Comercio Hispana de EE.UU., los negocios de latinos contribuyen con más de 800 mil millones de dólares a la economía cada año. Sin embargo, el miedo que han generado las políticas de Trump ha reducido la confianza de consumidores y empresarios, afectando directamente a estos negocios.
Uno de los sectores más golpeados es el de los restaurantes y pequeños comercios, donde la clientela inmigrante ha disminuido su consumo ante el temor de redadas o deportaciones. Además, la falta de trabajadores en la industria agrícola ha llevado a aumentos en los costos de producción y, en consecuencia, en los precios de los alimentos. El daño no es solo para los hispanos, sino para toda la economía del país.
A esto se suma la narrativa de Trump sobre el cierre de fronteras y las restricciones a visas de trabajo, lo que ha limitado la llegada de mano de obra calificada y emprendedora. En Texas, Florida y California, Estados con alta población hispana, los efectos han sido aún más evidentes, con negocios cerrando y cadenas de producción debilitadas.
Los hechos demuestran que la retórica de Trump no solo es un ataque político, sino también un golpe económico. En su afán de mantener su base electoral con discursos de miedo, ha afectado la prosperidad de millones de familias que solo buscan trabajar y contribuir al país. La comunidad hispana, lejos de ser una carga, es una de las principales fuerzas económicas de EE.UU. y atacarla es, en última instancia, un ataque al futuro del país.