
Día 1. Viernes 5 de marzo. 8:02 am. Un amigo y su esposa del sur de Monterrey están por abordar un vuelo privado del aeropuerto Del Norte a McAllen, Texas. Su destino es Alice, a una hora rumbo a San Antonio. Por conocidos saben que en una jornada se desperdician hasta 600 vacunas anti Covid y van por la primera aplicación. No les importó el gasto para rentar una aeronave de 4 plazas. La decisión y el riesgo la tomaron días antes porque en México se avanza a paso de tortuga. Son mexicanos, regios, como cientos o miles que decidieron por el turismo de vacunas que está en Estados Unidos, pese a las voces de las autoridades de Texas que las vacunas son exclusivas para ciudadanos de ese país. Este viernes a las 10 de la noche llegaron en un auto
rentado a formarse en una fila de 500 vehículos y esperar a las 7 de la mañana de hoy para la aplicación de la primera y segunda dosis. Suerte a los dos.
Día 2. Sábado 6. 8:24 am. Mi amigo de Monterrey, de 62 años, recibió junto con su esposa la primera dosis de la vacuna Pzifer en Alice, Texas. Lo conozco desde hace 36 años y ha sido un gran padre para sus tres hijos, sobre todo en la última década cuando quedó viudo enmedio de una tragedia. Admito que antes de saber que este viernes había tomado un vuelo privado de Monterrey rumbo a McAllen, había sido muy crítico de los mexicanos que hacen turismo de vacunas a Estados Unidos. Pero entendí que se trata de reducir la posibilidad de morir en México ante el atraso en planes para que llegue la vacuna de manera masiva. Apenas supe de su vacunación hablé con mi hija Andrea Jiménez para que viera la posibilidad de llevar a su mamá y a su abuelita. Y con mi esposa Paola Almaraz de Jiménez para que hiciera lo mismo con mi suegra. En mi lista están también mis amados papás, cuya avanzada edad y falta de visa sería impedimento para tomar un vuelo. Hasta le compartí detalles de ese vuelo de la vida a mi director y socio Heriberto Deandar, ya vacunado, pensado en su esposa Ángela. Y también con mi subdirector Gerardo Ramos Minor para él y su esposa. En ellos pensé antes que en mí. Quisiera tener el dinero suficiente para llenar un avión y ayudar a muchos a salvar su vida. Mientras esperaré hasta encontrar mi certificado de primaria para renovar mi pasaporte, pues sin ese documento no puedo llegar por aire a McAllen. Y por tierra menos. La verdad que me emocioné al ver la cartilla de vacunación de mi amigo en una foto que me mandó por WhatsApp. Larga vida en memoria de la madre de tus hijos, QEPD.