El proceso para el relevo de la gubernatura en Coahuila ha cobrado inusitado interés a raíz de los últimos acontecimientos. Quizá la dirigencia del partido debió ver más allá de los resultados finales de la encuesta para la selección de candidato, examinando el proceso completo. Es evidente que Armando Guadiana Tijerina, un empresario minero de estilo folclórico estaba mejor posicionado al inicio, en tanto que Ricardo Mejía Berdeja, estaba muy atrás; pero, ya en la contienda, se emparejaron. Por tanto, independientemente de los números finales, que arrojan una mínima diferencia, mejoraron las posibilidades del entonces subsecretario de Seguridad Pública, a quien su presencia en las conferencias matutinas del presidente Andrés Manuel López Obrador, le dio mucha publicidad.
Quizá la dirigencia nacional de Morena no se equivocó en la forma; pero, sí en el fondo. El método de las encuestas es bueno; pero, no perfecto ni absoluto. Ojalá que esta experiencia sirva para más adelante, en el 2024. Por lo pronto, hay que señalar que el electorado podrá tener más opciones para elegir a su gobernador en un estado que ha sido ejemplo histórico de lo mejor y de lo peor de la democracia. Coahuila es la cuna de don Francisco I. Madero, el apóstol de la democracia que inició la Revolución Mexicana, la primera revolución social del siglo XX, y de don Venustiano Carranza, que se alzó en contra de la usurpación de Huerta y promovió la Constitución política más avanzada de su época. Pero, también del cacicazgo de los Moreira y sus canchanchanes que han sumido a la entidad en un atraso terrible.
Desde una perspectiva democrática, la incorporación de Mejía Berdeja a la contienda beneficia a los coahuilenses al ofrecer más alternativas. En este momento, el candidato del PRI, Manolo Jiménez, está bien posicionado porque fue alcalde en Saltillo y secretario de Inclusión y Desarrollo Social del Gobierno del Estado, lo que podría entenderse como un paso previo para ser el relevo en la continuidad del moreirato, pero que también es un lastre. Armando Guadiana Tijerina, candidato de Morena, tiene a su favor haber rebasado los resultados electorales de su primera incursión como candidato a gobernador en el 2017: Riquelme, el ganador, obtuvo 482 891 votos y él 151 657; pero, luego, en el 2018, obtuvo una senaduría por 510 mil votos. Ricardo Mejía Berdeja tiene un currículo social envidiable, especialmente en la zona de La Laguna, donde tuvo contacto con los líderes del Partido del Trabajo, su inclusión al proceso enriquece las alternativas para el electorado.
Si se habla del pasado, no existe en el panorama político nacional algún personaje que no haya estado ligado en algún momento de su carrera a quienes posteriormente serían sus contrincantes. El ejercicio del quehacer público exige que haya contacto, diálogo, entendimiento y acuerdos con las diversas fuerzas políticas, por tanto, hoy se puede estar con quien mañana sea adversario. Ya hay una nueva clase política, si así se le puede llamar, que no viene de los veneros del Partido Revolucionario Institucional y de su oponente histórico, el Partido Acción Nacional; pero, quienes saben de política y de ejercicio del poder, necesariamente tienen en su pasado experiencias diferentes a sus propuestas actuales; por tanto, una foto, un video o un evento junto a personajes cuestionables no necesariamente perjudica a un actor político.
No se puede afirmar que Mejía Berdeja traicionó a AMLO. En matemáticas 2 más 2, suman 4; pero, en política, 2 más 2, pueden ser 4. Las ciencias sociales no son exactas (acaso ni las naturales, según Einstein); responden a las particularidades de cada evento. En ese sentido, los últimos acomodos de las fuerzas políticas en Coahuila y el Estado de México, quizá propiciaron la decisión del exsubsecretario de Seguridad Pública y no la deslealtad. En cuatro meses, las circunstancias pueden ir dando más claridad al respecto, pues no hay que olvidar que al paso de la carreta las calabazas se van acomodando. v