Desde hace meses he querido atreverme a escribir sobre futbol en este espacio acaparado temas políticos de Tamaulipas, sobre todo después del convulsionado proceso electoral del año pasado.
Pues bien, llegó a mis manos en días pasados –vía mail– un póster sobre una campaña “No Ti(g)res tu dinero” que ha iniciado un grupo denominado Afición Unida, A.C., que busca de-salentar a los seguidores de los Tigres a comprar abonos para la siguiente temporada del equipo que está de nuevo muy cerca del precipicio y de descender a la Primera A del futbol mexicano.
Para empezar, quiero aclarar que mi afición por el futbol regiomontano es muy particular: no le voy ni a Rayados ni a Tigres, porque nunca he querido ser una víctima más de la mercadotecnia que no es exclusiva del balompié mexicano, sino universal.
Soy una persona normal que enciende la televisión y disfruta un buen partido nacional, igual del Necaxa o del Atlante. Que también lamenta cuando el América o el Cruz Azul disputaron las instancias finales de la Copa Libertadores y sucumbieron en su intento. Y que casi se acaba las uñas cuando la sub-17 ganó el Campeonato Mundial de la mano de Jesús Ramírez.
En el ámbito periodístico he tenido la oportunidad de ser editor o coeditor de la sección Deportiva de El Porvenir y el extinto Diario de Monterrey; cubrí dos Mundiales de Futbol en México 1986 e Italia 1990, además de partidos del calcio italiano durante cuatro años de corresponsal en Roma, así como eliminatorias de equipos del Viejo Continente rumbo al Mundial de Estados Unidos 1994.
Si bien no me considero un experto de este deporte, entiendo no solamente las reglas dentro de las canchas, sino el comportamiento de este gran negocio donde se mueven miles de millones de dólares y euros en patrocinios, derechos de televisoras y compra de jugadores, entre otros rubros.
Pero volviendo a la campaña bautizada como “No Ti(g)res tu dinero”, creo que es un tema que debe de hacer reflexionar y preocupar principalmente a Sinergia Deportiva, los actuales y poderosos dueños del equipo universitario.
Seguramente esta campaña se topará con pared como otras que han aparecido cuando la escuadra toca fondo; sin embargo, creo que sus creadores tienen buenas intenciones: abrirle los ojos a los nobles aficionados de Tigres, que sepan que todo tiene un límite.
Porque durante muchos años han sido los 40 mil aficionados que llenan el Estadio Universitario quienes han sostenido las finanzas del equipo, porque con su dinero compran abonos para uno, dos y hasta más miembros de una familia; adquieren la nueva playera y otros souvenirs, además de ingerir cerveza como si estuvieran en un gigantesco desierto en cada partido de local.
A veces me pregunto ¿porqué no tomar el futbol con moderación? Es decir, que cada sábado no sea un día de sufrimiento para las esposas cuando pierden Tigres o Rayados ¿Cuál es la obligación de correr a las tiendas deportivas a comprar el nuevo uniforme para el jefe de la familia y para sus hijos, a precios de hasta 800 pesos, como si fuera la playera del Real Madrid, AC Milán o Manchester United?
Un amigo aficionado de los Tigres me respondió, y creo que tiene la razón en parte: es que ir al estadio abonado, en un lugar especial, seguro por toda la temporada, “es estar a la moda”.
¿A la moda? Siempre he creído que estar a la moda tiene que ver con la vestimenta, no con el futbol. Pero hubo un periodista que amplió aún más sobre el por qué muchos de esos 40 mil seguidores de los Tigres gastan carretadas de dinero para sufrir las penurias de su equipo.
Por ejemplo: hay algunos que compran abonos para sentirse miembros de una clase social con poder adquisitivo; que cada quince días están en el estadio codo a codo con gente poderosa e influyente en las zonas privilegiadas y se lo presumen a sus vecinos pobres; y otros que se la pasan más platicando y bebiendo alcohol que viendo la gris actuación del Kikín Fonseca tras su regreso de Portugal.
En Italia, el fenómeno del futbol es muy parecido al de México, pero pude comprobar que la nobleza de los tifosi en nada se parece a la lealtad de los Tigres, por no llamarla de otra forma. Cuando los equipos de la capital, Roma y Lazio, tienen temporadas que van de regulares a malas, el Estadio Olímpico de Roma –sede de ambas escuadras– luce desolado, desairado por la tifosería.
Y no hay mercadotecnia que haga que se rompan los récord de venta de abonos, mucho menos que la directiva quiera verles la cara con la adquisición de un jugador imán. El castigo es implacable y se ve en las tribunas vacías, en las bajas ventas del nuevo uniforme y en el consumo de cerveza no, porque está prohibido el alcohol en los estadios.
Lo mismo sucede en los campeonatos de España, Alemania, Francia y en otros países, con excepción de Inglaterra, la considerada mejor Liga del mundo en la actualidad, con tres equipos que disputaron las semifinales de la Liga de Campeones 2008 y una final inglesa que se jugará en Moscú.
¿Qué pasó esta vez con el equipo universitario? La respuesta tiene que ver mucho en los jugadores que se “amafiaron” o confabularon para que la directiva despidiera a uno de los mejores técnicos que han venido al balompié nacional: “El Tolo” Gallegos ¡Habráse visto!
Creo que después de la reciente y pésima campaña de Tigres, llegó el momento en que la afición felina demuestre a Sinergia Deportiva que tienen el derecho de exigir, pues en los últimos años han sacrificado vacaciones, pagos de tarjetas de crédito, colegiaturas de sus hijos y no han ampliado o remodelado sus casas… por un amor mal correspondido.-