
El gobernador, Egidio Torre Cantú, tuvo que aprender a la mala el tipo de persona que es el ex alcalde de Reynosa, Francisco García Cabeza de Vaca, cuantimás cuando se trata de sus aspiraciones de ganar la candidatura del PAN al gobierno de Tamaulipas.
Ahí tienen que el mandatario, en un ejemplo de civilidad política, arropó al ex alcalde de Reynosa en todos los eventos relacionados con su Cuarto Informe de Gobierno.
La noche anterior al evento, lo consideró dentro de la selecta lista de invitados a la cena que se llevó a cabo en el hotel Hampton Inn, además de que el día del evento le dio un trato preferencial.
Hay que decir que las deferencias que Egidio tuvo con Cabeza de Vaca fueron mayores, incluso, que las que recibieron varios militantes activos del Partido Revolucionario Institucional, quienes siempre han demostrado su respeto hacia la figura del mandatario estatal.
Sin embargo ¿qué fue lo que recibió Egidio de Cabeza de Vaca a cambio de todas las atenciones?
Que el lunes, cuando se supone que seguía siendo el día del gobernador, cuando las reseñas periodísticas y los comentarios de la clase política deberían de seguir hablando de lo bien que estuvo el Cuarto Informe de Gobierno; Cabeza de Vaca decide tapizar la ciudad de Reynosa con los espectaculares de su Segundo Informe de Actividades.
La cosa, evidentemente, era robarle toda la atención al gobernador en un claro ejemplo de agandalle político.
Qué lástima que Egidio Torre tuvo que darse cuenta a la mala del tipo de persona que es Cabeza de Vaca, que en repetidas ocasiones ha demostrado que al momento de llamar la atención para lograr sus intereses personales, no se detiene ante nada y nadie.
Si esto es ahorita, cuando todavía no es candidato, qué podremos esperar si el PAN llegara a cometer el error de nominarlo como su aspirante a la gubernatura del Estado.
Desgraciadamente parece que la gente no aprende de los errores, pues en su tiempo, Eugenio Hernández Flores tuvo en su escritorio las pruebas para meter al bote a Cabeza de Vaca por la forma en la que tanto él como su familia saquearon las arcas municipales de Reynosa, pero la final le sacó al parche.
Hoy, deciden tratar bien a Cabeza de Vaca, apapacharlo según esto “para llevar la fiesta tranquila” y en respuesta el ex alcalde de Reynosa decide ponerse a la ofensiva.
¿Qué cosas, no?
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En el Partido Acción Nacional la grilla va a la alza y el equipo del corrupto ex alcalde de Reynosa, Francisco García Cabeza de Vaca, ya dio a conocer su carta para intentar quedarse con la dirigencia estatal.
Se trata de César Verástegui, un personaje originario de Tula, Jaumave o uno de esos municipios pequeños de Tamaulipas, que no tiene más cartel que haber aparecido en los medios de comunicación por su maña de ser muy peleonero.
Este personaje, es quien ha sido seleccionado por Cabeza de Vaca para intentar quedarse con la dirigencia y, desde ahí, apoyarlo en sus aspiraciones para ganar la candidatura al gobierno de Tamaulipas.
Lo malo es que desde hace meses pareciera que todo lo que agarra Cabeza de Vaca lo chupa el Diablo y no hay nada que nos indique que un personaje tan gris como Verástegui vaya a ser la excepción.
Y para acabarla de amolar, Verástegui no tiene el menor empacho para aventarse verdaderas “joyitas” como esa declaración en donde jura y perjura que Cabeza de Vaca “no tiene mala fama” entre los tamaulipecos.
Es gracioso que el aspirante a la dirigencia panista haya dicho lo anterior, considerado que si dentro del PAN la opinión generalizada es que el ex alcalde de Reynosa es bien trácala, entonces ya nos podremos imaginar qué es lo que opina la sociedad.
Verástegui no es el candidato a la dirigencia estatal del PAN, también está el neolaredense Agustín Chapa Torres, quien ha logrado recibir el apoyo de la mayor parte de las fuerzas del partido en la entidad.
Hay que decir que Chapa Torres cuenta con el obvio apoyo de Carlos Enrique Canturosas, alcalde de Nuevo Laredo y una de las mayores figuras que tiene el panismo en la entidad.
Sin embargo Canturosas no es el único alcalde panista que ha manifestado su apoyo a las aspiraciones de Chapa Torres.
Ahí tienen que la matamorense Leticia Salazar y la edil de Mainero, Nelly González Aguilar también han dicho que apoyan a Chapa Torres.
Otro que también anda buscando la dirigencia, con el apoyo de importantes fuerzas al interior del partido, es Juan García Guerrero, al que no podemos descartar como posible ganador de esta contienda.
Así que agárrense, que esta carrera apenas comienza.
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El que de plano se pasó por el arco del triunfo toda la legislación en contra del uso de tabaco en edificios públicos es el secretario de Desarrollo Social en Reynosa, Víctor Garza Mendoza, a quien le vale una pura y dos con sal que en la presidencia municipal existan ¡50! Letreros que prohíben fumar dentro de las instalaciones.
El día de ayer, después de una manifestación de colonos quienes exigieron que les instalaran la red de drenaje que les prometieron, un grupo de reporteros ingresó a la oficina del funcionario, quien no pudo ocultar ni el cenicero lleno de bachas de cigarro o el terrible olor a tabaco que impregna su oficina.
Lo curioso de este asunto es que Dios nos libre que un ciudadano común intente siquiera encender un cigarrillo en las instalaciones de la presidencia municipal, de inmediato le estarían cayendo encima guardias, guaruras, chogumas, Policías Estatales Acreditables y hasta la Policía Federal, dispuestos a castigar al infractor de esta ley federal.
Sin embargo, todo parece indicar que este reglamento no aplica para Víctor Garza Mendoza, quien sin ningún empacho fuma como locomotora dentro de su oficina, mostrando una total indiferencia a la comodidad de sus compañeros de trabajo, quienes (obviamente) no se atreven a quejarse del secretario.
Cualquiera se preguntaría si no sería más sencillo que cada vez que al secretario de Desarrollo Social se le antojara un cigarro, se saliera afuera de las instalaciones de la presidencia municipal.
El problema es que seguramente Garza Mendoza no quiere abandonar la comodidad de sus oficinas, no vaya a ser que lo vayan a interceptar algún reportero metiche o, peor aún, algún colono que le recuerde el montón de promesas que ha hecho y no ha cumplido.