Estaba un día El Apuntador intentado recuperarse de la tristeza que le generó la noticia del sensible fallecimiento del buen amigo Felipe Galván, el Super Mondingas, cuando le cayó el veinte de que existen personas cuya partida pesa, y mucho, entre la sociedad.
La verdad sea dicha, el cariño hacia Felipe era mucho más amplio que el mundo de los medios de comunicación, donde no existía una persona que pudiera decir algo malo de su persona.
Felipe era querido en las escuelas, academias deportivas, ligas, asociaciones, federaciones y todos los organismos que están dedicados a la promoción del deporte en la ciudad, lo que quedó demostrado en el emotivo homenaje de cuerpo presente que se llevó a cabo en los campos de la Unidad Deportiva de la Universidad Autónoma de Tamaulipas.
¿Cuántas personas podrán presumir que el día que se vayan de este mundo van a poder contar con esa concentración de amigos, conocidos y admiradores?
Pero qué es lo que hacía tan especial a este jubilado del Issste quien, un buen día y aprovechando que ya tenía todo el tiempo del mundo, decidió tomar una cámara de fotos y dedicarse a su verdadera pasión: la reseña de los deportes.
Lo primero era el entusiasmo que le imprimía a su actividad. Felipe iba a todas, no importa que fuera un juego de beisbol profesional o un encuentro de softbol llanero, todo era nota y lo cubría con la misma entrega.
Para Felipe, un liga infantil merecía el mismo trato que un equipo profesional y eso agradaba a los deportistas y sus representantes, quienes se sentían queridos y apapachados por un reportero quien, contrario a la generalidad del gremio, estaba dispuesto a publicar la foto y la reseña sin pedir dinero por adelantado.
Esta calidez en el trato lo llevaba a sus compañeros reporteros, a todos los buscaba ayudar, a todos les ofrecía una foto, un dato.
Para Felipe las rivalidades de antaño no significaban nada. Prueba de ello es que aunque laboraba en La Prensa de Reynosa, uno de sus más grandes compinches, Alberto Gamboa, está en las filas de El Mañana.
Y es precisamente su relación con Gamboa otra de las cosas que hacían especial al Super Mondingas. Juntos conducían su programa radiofónico en NotiGape con un estilo irreverente, socarrón y divertido que aunque no era del agrado de algunas personas, los colocó en un lugar de liderazgo en la frontera.
Felipe y Alberto, el Super Mondingas y el Mamarracho Mayor se acoplaron perfectamente al momento de comentar la noticia, entrevistar a sus invitados y repartir boletos para todos los eventos deportivos a diestra y siniestra.
Felipe amaba estar en la radio y la radio lo llevó a recorrer aventuras que nunca hubiera soñado. ¿Cómo olvidar el momento cuanto estalló en llanto con la victoria de la Treviño Kelly en una de las Series Mundiales de Ligas Pequeñas que le tocó transmitir en vivo desde Williamsport, Pennsylvania?
Por ello da gusto pensar que Felipe se fue mientras hacía lo que más amaba: dar la nota deportiva en su programa radiofónico.
Que la muerte lo haya ido a buscar justo en el momento en que transmitía su programa lo único que provoca es dar el broche de oro a una vida memorable y darle paso al nacimiento de una leyenda.
Pero no se puede dejar de mencionar el ángel que este personaje tenía y que brillaba especialmente cuando le tocaba ir a cubrir las funciones de la lucha libre en la Arena Coliseo de Reynosa.
En esta frontera se volvieron clásicas las persecuciones entre Felipe y Pimpinela, el luchador exótico que encontró en el Super Mondingas al compañero perfecto para una rutina que era la delicia de los aficionados.
Podrían mencionarse muchos más detalles de la vida de Felipe que lo volvieron un ser muy especial, sin embargo, al final lo que importa es recalcar lo condenadamente triste que es su deceso y lo mucho que se le va a extrañar.
Quienes tuvieron la suerte de conocerlo y tratarlo, se quedan con un tesoro en sus memorias.
Descansa en paz amigo, nos veremos muy pronto.
En esta ocasión no hay pregunta… se la debemos para la otra.
