
Hacia el 2012 y sin un operador político que tome las riendas desde ahora, la historia del 2006 se puede repetir en Tamaulipas cuando el Partido Revolucionario Institucional perdió cinco de las ocho diputaciones federales y los dos escaños en el Senado de la República.
Hace seis años el Partido Acción Nacional aprovechó una vorágine preelectoral, como se está repitiendo en estos meses previos a las elecciones federales del próximo año. Sin embargo el ingrediente extra que preocupa dentro del PRI es que hubo relevo en el ejecutivo estatal y aún falta claridad en cuanto a quién será el capitán del barco.
Durante seis años en Tamaulipas el operador único fue Eugenio Hernández Flores, teniendo a Ricardo Gamundi Rosas en la dirigencia del tricolor como su brazo ejecutor de las decisiones que él personalmente tomaba cuando se venían los tiempos de elegir y tachar candidatos.
El exgobernador llegó bastante inexperto en el tema, pero muy rápido aprendió. Sus cartas de presentación en nada se parecían a las de sus antecesores Tomás Yarrington Ruvaclaba y Manuel Cavazos Lerma, bastante expertos en curtir correas.
Ahora, cuando el 2012 está a la vuelta de la esquina, es que desde Ciudad Victoria se escucha la orden de que los alcaldes serán los operadores y responsables de sus changarros, carentes de una carta de navegación cuando ya va un mes y medio del nuevo gobierno estatal.
¡Aguas! porque el PAN a nivel nacional ha comenzado bien el 2011.
Por lo pronto el ex alcalde de Reynosa, Oscar Luebbert Gutiérrez, está por hacer maletas e irse a trabajar a la capital del país para respaldar la precandidatura de su amigo, el senador Manlio Fabio Beltrones, quien busca ser el candidato del PRI a la presidencia de México.
Luebbert Gutiérrez, descartado como otros ex presidentes municipales para ocupar carteras en la actual administración estatal por razones poco claras, había sido contemplado por el difunto Rodolfo Torre Cantú para un proyecto que tenía como primera encomienda sacar los mejores resultados para el PRI en el 2012.
Y sin Luebbert Gutiérrez, sin Ramón Garza Barrios (de Nuevo Laredo) y sin Erick Silva Santos (de Matamoros), que en sus respectivas elecciones del 2007 hicieron picadillo al PAN, hay de sobra preocupación en el PRI y, en cambio, muchas sonrisas en los dirigentes albiazules que buscarán recuperar lo perdido.
El ex munícipe de Reynosa estará de nuevo haciendo mancuerna con otro tamaulipeco que no fue requerido por Egidio Torre Cantú. Se trata de Felipe Solís Acero, muy bien colocado dentro del equipo de Beltrones quien, aún no siendo candidato, pero ganando el PRI la presidencial, tendría un puesto relevante en el gabinete.
LLORAR Y LLORAR, LLORAR…
Cuando ya ha pasado el primer mes de las nuevas administraciones municipales, las quejas de algunos alcaldes contra sus antecesores no bajan de intensidad. Y peor está, porque son del mismo Partido Revolucionario Institucional, como sucede aún en Nuevo Laredo y Ciudad Victoria poniendo en el paredón a Ramón Garza Barrios y Arturo Diez Gutiérrez.
Se entiende que estas críticas -argumentando que hubo aviadores, gasto excesivo del dinero público, arcas vacías y un endeudamiento colosal-, son parte de una estrategia bien planeada por los nuevos presidentes municipales para deshacerse de compromisos que heredaron, sin embargo esos tiros pueden salir de la culata.
Por ejemplo, en Nuevo Laredo Benjamín Galván Gómez está acabando con todo lo que tenga que ver con Garza Barrios pues, para abrir boca, él no era favorito del ex alcalde para obtener la candidatura a la presidencia municipal.
La luna de miel Galván Gómez terminó abruptamente el pasado 3 de febrero, cuando el militar retirado y secretario de Seguridad Pública, Miguel Farfán Carriola, murió acribillado junto a dos de sus escoltas al salir de su oficina.
Al alcalde neolaredense le espera una administración difícil, no apta para cardiacos, donde su escasa experiencia en el servicio público deberá ser suplida por inteligencia y mucha intuición para no cometer errores con resultados adversos para la ciudadanía.
El asesinato de Farfán Carriola y sus escoltas llegó en el peor de los momentos para la ciudad que, años atrás, vivió una de sus peores épocas en la administración de Horacio Garza. Y que durante la gestión de Garza Barrios se mantuvo en relativa calma.
Nuevo Laredo necesita de un hombre con liderago, y Galván Gómez tendrá la oportunidad de disipar todas las dudas sobre su capacidad para gobernarla. Y si bien triunfó en las elecciones del 2010 con abrumadora mayoría, hay que ser sinceros al mencionar que la ciudad fronteriza ha sido siempre un bastión del Partido Revolucionario Institucional.
Si bien el nuevo alcalde tiene una reconocida trayectoria en instituciones de beneficencia y una corta experiencia como jefe de la Oficina Fiscal, ser alcalde es como un torero en su debut, que deberá capotear a un toro de 500 kilos, con temblor en sus piernas.
En la capital de Tamaulipas Miguel González Salum la tiene mas fácil, porque cualquier hijo de vecino hará mejor papel en la alcaldía que Diez Gutiérrez.
Seguramente Diez Gutiérrez con Oscar Pérez Inguanzo, de Tampico, fueron lo peor de lo peor que existió como presidentes municipales en el segundo trienio de Hernández Flores.
Por eso mismo González Salum la tiene “papita”. O, mejor dicho, la alcaldía de Victoria será un “juego de niños” para el ex diputado federal. Va una recomendación: no debe cometer errores y no hacerse de enemigos en tan poco tiempo, sobre todo si tiene ganas de seguir dentro de las trincheras de la función pública.
El munícipe victorense debe de aprender y no repetir la historia de Diez Gutiérrez, quien acabó su gestión sólo porque estuvo anclado de Hernández Flores, su amigo, no por méritos propios.
Volviendo al 2012, el reto del alcalde de Reynosa, Everardo Villarreal Salinas, es no perder las dos diputaciones que el PRI recuperó en los comicios del 2009 con él y Edgar Melhem Salinas como candidatos, siendo los operadores Luebbert Gutiérrez y su equipo en la presidencia y en la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado.
Las manecillas del reloj ya avanzan, y en política los meses se van en un abrir y cerrar de ojos.