Cuando en 2017 tenía menos de tres años en el gobierno independiente, alguien le sopló al oído a Jaime Rodríguez Calderón de que tenía zancadas para ser candidato a presidente de México. Y parece que Samuel García también tiene al suyo que le endulza el tímpano para competir en 2024.
Me extraña que el entonces senador de Movimiento Ciudadano, hoy gobernador de Nuevo León, deje abierta esa posibilidad de aventar el arpa del cargo que ostenta desde hace un año, por irse a la aventura electoral, pierda y regrese repudiado por sus gobernados.
En ese 2017 “El Bronco” se puso en la línea de arranque y su decisión siempre me pareció suicida, pero con sospechas de haber tenido poderosos patrocinadores que lo contrataron, ya que Andrés Manuel López Obrador tenía todo para ganar y nadie se iba a atravesar en su camino. Como así pasó.
En el caso de Samuel es diferente: no hay tufo sobre un arreglo en lo oscurito como el que dejó “El Bronco”, porque el naranja no se prestaría a ser títere ni de Carlos Salinas de Gortari, ni de Vicente Fox, y tampoco de Felipe Calderón, entre otros políticos y poderosos empresarios, que en 2018 querían hacer perder a AMLO por considerarlo un peligro para México.
Cierto, Nuevo León es un Estado que ha impuesto dos veces moda nacional: en 2015 al elegir los electores con más de un millón de votos (récord histórico a la fecha) al primer gobernador independiente, y seis años después a un joven de un partido que no era ni PRI ni PAN.
Pero eso no fue garantía para “El Bronco”. Se fue a buscar la presidencia con el aval del Congreso local; prometiendo ocurrencias como cortar las manos a los delincuentes; atacando a AMLO sin piedad como para cumplir su contrato, y volvió derrotado habiendo obtenido apenas 5 millones de votos.
Samuel no puede convertirse en la mala segunda parte de 2018, de esa película que, para junio de 2024, sólo cambiaría el nombre del protagonista en la marquesina.
Guste o no (a mí no me gusta, aclaro), Morena es un movimiento difícil de derrotar con Claudia, Marcelo, Ricardo, Adán o Eva (perdón, creo que le revolví con la Biblia).
Y sin minimizar a Samuel y a otros priistas o panistas que se apunten para encabezar una gran alianza nacional de partidos y ciudadanos, sigo creyendo que el emecista Luis Donaldo Colosio -con ese empuje de su primer apellido-, pudiera ser el único que pudiera competirle a Morena.
Nuevo León pudiera catapultar a Luis Donaldo para ayudarlo a ganar la presidencia de México, y en ese escenario Samuel en 2027, dejando el gobierno de Nuevo León en positivo, entraría al gabinete de “mi compadre” -así le dice- a mitad de su sexenio.
Y seguro las puertas principales de Palacio Nacional estarían siempre abiertas para él y para Mariana y, ahora sí, levantar la mano para ser candidato presidencial en 2030.
¿Entonces, para qué tanta prisa Samuel?
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