
Hace un año, durante la inauguración del Festival Internacional Tamaulipas en Reynosa, la mayoría de los asistentes –en el intermedio– abandonó el incómodo recinto donde los bailarines clásicos europeos interpretaban “El lago de los cisnes”.
Esa grosería, falta de educación o como se le quiera llamar, se cometió frente al propio alcalde, Oscar Luebbert Gutiérrez, y su esposa. Y lo peor, entre quienes emprendieron la graciosa huida había altos y medianos funcionarios del Ayuntamiento.
En 2009 fue una vergüenza ver el Centro Internacional de Negocios habilitado como teatro, quedarse casi vacío porque simplemente la cultura no entra en los planes de quienes deben ser su principal público.
Bueno, un año después, cuando parecía que nunca más se volvería a repetir algo tan bochornoso en Reynosa, volvió a suceder. Pero esta vez el anfitrión desairado no fue el alcalde, sino –nada más y nada menos– que el gobernador, Eugenio Hernández Flores, y su esposa, Adriana.
La noche del 17 de agosto era el marco ideal para que muchos de aquellos de los reynosenses que habían desairado “El lago de los cisnes”, apreciaran el recital de la Orquesta Sinfónica de la Escuela Nacional de Música de la UNAM, dirigida por el tamaulipeco Sergio Cárdenas.
Pero no fue así. El concierto que inauguró el moderno Parque Cultural Reynosa, poco a poco se fue quedando con la mitad de su público.
Hubo invitados de la fila frente al gobernador que abandonaron sus lugares apenas terminó la primera parte de evento, sin ningún remordimiento y con bastante atrevimiento. ¡Qué valor!
A última hora circulaban dos tipos de entradas, las del Parque Cultural y las del Ayuntamiento.
Ese día, alrededor de las once de la mañana, recibí una llamada de gente de la presidencia municipal avisándome que me tenían dos boletos, desconociendo que un día antes recibí otros enviados –y muy a tiempo– por funcionarios del Parque Cultural.
No es posible creer en que entre casi 700 mil habitantes de Reynosa no hubiera mil 182 personas (la capacidad de la sala principal), que iban a ir con gusto a ver el espectáculo, y ser testigos de un acontecimiento histórico de la ciudad que reclamaba este espacio.
Entre las que se “esfumaron” pude ver a Sonia Flores Peña, directora del DIF municipal, quien ocupaba un asiento en la fila K, y cuando empezó la segunda parte del concierto había desaparecido.
Otra vez, no se trata de rellenar un evento con invitados a la fuerza, que irán sólo unos minutos para que los vea el gobernador, el alcalde o el jefe de la oficina; la lista de asistentes –casi obligados– no debe supeditarse en pertenecer a una clase social o tener apellidos rimbombantes.
Porque muchos de ellos, ahora residentes en sectores exclusivos de Mission y McAllen, Texas, serán los primeros en irse, cuando otros, quizá menos agraciados pero más educados, hasta pagando hubieran querido estar esa noche.
Y si eso no fue suficiente, al día siguiente Francisco Céspedes se presentó ante un recinto principal casi lleno. Todo iba bien hasta que el artista cubano se despedía con la última canción y caminaba de espaldas de las butacas hacia el fondo del escenario acompañado de los instrumentos musicales.
Para su sorpresa, la sala se empezó a desalojar rápidamente por la mayor parte de los asistentes que no esperaron –por educación– brindarle una ovación, ya no importaba si de pie o sentados.
“Lástima por esta ciudad, donde en vez de construir un centro cultural hubieran hecho un rodeo. Y en vez de traer en Francisco Céspedes mejor hubieran traído a la Banda Limón”, dijo una persona molesta por la actitud del público.
Esa es la Reynosa actual, que durante 261 años desde su fundación creció con su gente escuchando corridos de pistoleros famosos; que sirvió como set de películas de Mario Almada y otros de la época; con el ir y venir de los Broncos como única forma de entretenimiento, y en el completo olvido de los gobernantes para crear una infraestructura cultural.
Tarde, muy tarde llegó un complejo que deberá ser aprovechado al máximo, con el reto de acercar la cultura y las bellas artes a todas las clase sociales. ¡Vaya reto!
ULTIMA HORA: Los directivos del Parque Cultural deben definir qué tipos de eventos, que promuevan el arte y la cultura, van a ser dignos para presentarse en la sala principal.
Porque si a nivel gobierno no se respeta el complejo, menos lo harán promotores de obras y representantes de artistas con eventos que son mero entretenimiento… y negocio.
Ya empezaron agendando a Lorena Herrera, Latín Lover y Gabriel Soto, luego seguirán con Niurka, El Costeño, el cómico de la “cola de caballo”, Polo Polo y Sólo para Mujeres.
No se vale.