Scripta manent, verba volant. Lo escrito queda, las palabras vuelan.
La vida es un inmenso panorama de atracciones y conflictos y en forma simultánea esta misma vida es profunda y misteriosa.
Iniciamos el 2017 con un entorno muy sui generis en nuestro país. Me recuerda que el plano más inmediato de la obra El Quijote es lo cómico y ridículo, pero que en el trasfondo de esta gran obra literaria hay un mensaje profundo de vida para el lector audaz que se inicia en la hermosa aventura de leer esta magna obra.
Todo es como el hombre lo hace ser, a su riesgo y a su ventura. Hoy nos conviene ver el significado chino de la palabra crisis, más bien como una oportunidad de vida que como una fatalidad en su destino.
Juego admirable es dejarse ir, vida arriba y abajo o buscarse ensanches o estrecharse en angosturas. Somos una nación que tiene en su biografía experiencia para confrontar, resolver o sobrellevar las situaciones de adversidad. Estamos habituados a que los entornos económicos son gradualmente adversos. Debido a esto podemos con justificada razón encontrar un destino que en forma ineluctable sea trágico o por otro lado desarrollar como nación un carácter eminentemente resiliente que implica entender la inteligencia como el arte de saber encontrar un pequeño hueco por donde escapar de la situación que nos tiene atrapados.
La clase política nos tiene acostumbrados a que con sus acciones va dejando una estela de perplejidad en los ciudadanos que somos nosotros y que cada cierto tiempo nos convertimos en su blanco de interés al necesitar de nuestro voto para seguir en esa retahíla de absurdos en sus forma de ejercer el poder que se cargan a cuenta de nosotros.
Hoy en día las situaciones políticas y económicas que se nos receta desde las oficinas de gobierno llegan a nosotros con la reposada lentitud de la argumentación de una clase política que con su melosa y académica retórica nos quiere hacer entender las razones “poéticas” del por qué la situación económica se resiste a no favorecernos en la microeconomía y nos repiten con ese aire chocantemente docto que la vida por cuestiones de estrategia debe ser convenientemente cada vez más cara.
El instinto que hoy tenemos de twitear nuestra inconformidad brota de nosotros y sana superficialmente el malestar y con el paso del tiempo nos habituamos a la vida cara y al cada vez más difícil camino de lograrnos un sustento que cubra todas nuestras necesidades, y así, la vida ha continuado para nosotros los mexicanos, descargando eventualmente mentadas de madre hacia la clase política, eso nos sana la herida, eso nos hace creer que la cuenta esta saldada, tú me encareces la vida y yo te miento la madre cada vez que puedo, vía twiter o en las pláticas de café.
Dicho sea de paso, las malas palabras surgen cuando el vocabulario es pobre, cuando perdemos el juicio, o cuando no encontramos en nuestro arsenal de pensamiento algo que defina mejor nuestro enojo.
Iniciamos el 2017 con un reto mayúsculo. Debemos aprender a ser felices en un entorno de adversidad constante con expectativas poco favorables. O nos la pasamos echando culpas, o desarrollamos formas de vida que nos aporten una inteligencia resiliente para superar el escollo que actualmente nos abruma, lo que coloquialmente significa saber sacar el buey de la barranca.
El tiempo hablará.