
El pasado 12 de febrero, en Palacio Nacional, la presidenta de México Claudia Sheinbaum, presentó el Plan de Trabajo 2025-2030 de Petróleos Mexicanos, la empresa creada en el sexenio del presidente Lázaro Cárdenas, quien nacionalizó la industria petrolera el 18 de marzo de 1938 y que, en los últimos años, ha enfrentado desafíos en un mundo que avanza cada día más hacia la transición energética con fuentes más limpias y renovables.
Aunado a ello, las malas prácticas como la corrupción, la reforma energética de Peña Nieto, la falta de inversión en sus áreas de exploración, producción y refinación, su carga fiscal y el endeudamiento excesivo han hecho que la empresa paraestatal mexicana, que tanto le ha dado al país, sea la más endeudada del sector energético a nivel mundial y tenga una mala calificación crediticia. En el primer trimestre de 2024, Moody’s bajó las calificaciones de Pemex a B3 con perspectiva negativa. A su vez, en diciembre del año pasado, Fitch Ratings ratificó la calificación de Pemex en B+ para sus emisiones de largo plazo en moneda local y extranjera, con perspectiva estable.
La agencia calificadora Fitch detalló que la evaluación refleja la dependencia de la empresa estatal del presupuesto público, su vulnerabilidad financiera, su alta deuda y un historial ambiental, social y de gobernanza (ESG) que dificulta su atracción de capital.
Ante todo ese desafío y, a diferencia de la administración de Andrés Manuel López Obrador, acostumbrado a la mentira, la desinformación y a fijar metas inalcanzables, el nuevo gobierno encabezado por Sheinbaum Pardo ha delineado una visión más realista, con metas claras y ambiciosas que buscan consolidar a Pemex como un pilar de la soberanía energética y un motor del desarrollo económico y social para México, dejando en claro, a su vez, el respeto al medio ambiente.
La nueva hoja de ruta trazada por la presidenta busca mantener el petróleo como un recurso estratégico para las actuales y futuras generaciones, priorizando el interés nacional sobre las ventas al mercado internacional, limitando así la producción a 1.8 millones de barriles diarios y destinando la mayor parte a la producción de gasolinas y diésel para el consumo interno.
La meta propuesta por Sheinbaum es realista, toda vez que, con la baja en la producción del Complejo Cantarell en las costas de Campeche —que llegó a producir hasta 2 millones de barriles diarios en 2004—, hoy sus reservas se han agotado y solo produce 135 mil barriles diarios. Además, Pemex solo tiene reservas probadas por el orden de los 7,500 millones de barriles, lo cual bastaría para entre ocho y diez años más.
La demanda actual de petróleo y combustibles en México para mover motores o turbinas fluctúa en alrededor de 1.3 millones de barriles diarios. La demanda de gasolina promedia los 800 mil barriles diarios; la de diésel, 400 mil barriles diarios; y la de turbosina, 100 mil barriles diarios.
Actualmente, el Sistema Nacional de Refinación solo produce 320 mil barriles diarios de gasolina, 150 mil barriles diarios de diésel y 38 mil barriles diarios de turbosina, con lo cual se mantiene un déficit de producción de combustibles de casi 800 mil barriles diarios, que aún se tienen que importar. Esta es una de las razones que también han impulsado el contrabando de combustible por las aduanas del norte del país.
Todo esto ocurre pese a que, durante el sexenio anterior de Andrés Manuel López Obrador, se hizo una fuerte inversión en las seis refinerías del Sistema Nacional de Refinación, que hoy opera al 50% de su capacidad. Además, en julio de 2019, se inició la construcción de la Refinería Olmeca Dos Bocas en Tabasco, cuyo costo inicial sería de 8 mil millones de dólares y que, al día de hoy, ha costado 20 mil millones de dólares. Se sabe que procesará 340 mil barriles por día de crudo maya y producirá 173 mil barriles diarios de gasolinas y 125 mil de diésel. Pese a que López Obrador insistió en que estaría concluida antes de que terminara su sexenio, a dos años de haber sido inaugurada y casi seis meses después de que terminó la administración de AMLO, la refinería apenas trabaja al 6% de su capacidad instalada. Como muestra, en enero pasado su producción apenas llegó a los 20,293 barriles diarios de petrolíferos, produciendo 13,411 barriles diarios de gasolina, 5,011 barriles diarios de diésel y 1,081 barriles diarios de coque.
A su vez, en enero de 2022, Pemex compró el 50.1% de su socia, la petrolera Shell, en la refinería Deer Park, ubicada en Houston, Texas, que tiene una capacidad de producción de 320 mil barriles diarios. La adquisición tuvo un costo de 594 millones de dólares. Un dato interesante es que, en su primer año bajo el control de Pemex, Deer Park generó utilidades de 954 millones de dólares, reembolsando el costo inicial y obteniendo un beneficio adicional de 350 millones de dólares. En 2023, las ganancias ascendieron a 581 millones de dólares, pero en 2024 reportó números rojos por primera vez desde que Pemex se hizo con el 100%, con una pérdida de 118 millones de dólares.
Además de todo ello, la deuda de Pemex asciende a casi 100 mil millones de dólares. La petrolera también reportó en enero de este año una deuda con proveedores por 400 mil millones de pesos, lo que ha causado la quiebra de muchas empresas proveedoras del sector en los Estados petroleros del Golfo de México.
Con una pérdida de 620 mil millones de pesos en 2024, acumulando pérdidas por casi 1 billón 850 mil millones de pesos durante el sexenio de AMLO, el panorama para rescatar a Petróleos Mexicanos por parte de la administración de la científica Claudia Sheinbaum no es fácil. Sin embargo, con metas claras y realistas, confiaremos en que tendrá la capacidad y el talento para impulsar la empresa que tanto le ha dado a los mexicanos. Estaremos pendientes de los avances y los escribiremos en esta página.