
La tarde del domingo 27 de junio millones de corazones de mexicanos futboleros serían sometidos a la mayor prueba de resistencia. Cuando en punto de la una y treinta de la tarde el árbitro sonaría su ocarina, la Selección Mexicana jugaría de nuevo en contra de la poderosa Argentina en octavos de final.
Fueron los mismos argentinos de Messi y Tévez, quienes hace cuatro años –en el Mundial de Alemania 2006– echaron fuera a los aztecas en tiempos extras, con un gol de fuera del área de Maxi Rodríguez, que todavía odiamos.
¿Por qué tanta mala suerte? ¿Por qué merecemos tal castigo? Todo parecía que en este campeonato mundial africano llegaríamos a disputar el quinto partido, tan soñado para los compatriotas que viajaron y se endeudaron hasta las manitas para ver a la escuadra tricolor entrar a la elite de los ocho mejores del orbe.
Pero el destino fue ingrato de nuevo. Haber perdido contra Uruguay 1-0 colocó a los aztecas en la segunda posición del Grupo A y, por consiguiente, enfrentar a la selección de Diego Armando Maradona en octavos de final, es decir, la segunda ronda a donde califican las mejores 16 selecciones de un total de 32.
En Alemania el sorteo para definir los grupos hizo que México, luego de pasar el primer turno, tuviera que medirse a los argentinos. Aquel fue un encuentro no apto para enfermos cardiacos, pues los mexicanos se pusieron arriba en el marcador, luego empataron los sudamericanos y en tiempos extras fuimos eliminados.
En 2006, millones de mexicanos soñamos en botar a los dos veces campeones del mundo con todo y sus estrellas, entre ellas el super astro Lionel Messi, quien jugaba su primer Mundial y no era el mismo de hoy, para nuestra mala suerte.
Y no se trataba de ser pesimistas antes del domingo 27. Bastaba con ver las caras y sentir el animo en restaurantes, casas, escuelas y en cualquier lugar donde hubo un televisor encendido, luego de la derrota ante Uruguay.
No sólo había un notorio desánimo por el mal juego y el resultado adverso logrado por la escuadra de Javier “El Vasco” Aguirre. Peor aún, el ambiente luctuoso tenía que ver con el futuro inmediato en Sudáfrica: jugar contra Argentina.
Con todo la mercadotecnia que rueda junto a un balón en el césped africano; con los millones de dólares en patrocinios que se depositan en las cuentas de bancos suizos de la Federación Internacional de Futbol Asociado (FIFA), y otros tantos en las arcas de las federaciones de cada país participante, el Mundial es un negocio redondo desde todos los ángulos que se vea.
Y en este negocio las televisoras no están exentas. Una casi segura eliminación de México en octavos de final significará la pérdida de millones de dólares para Televisa y TV Azteca, porque los patrocinadores reducirán sus spots donde las figuras son Javier “El Chicharito” Hernández, Rafa Márquez y Cuauhtémoc Blanco, entre otros.
Habrá otros como las marcas deportivas, en este caso Adidas, cuyas ganancias serán envidiables, pues las playeras de México, sobre todo la negra, fue la más vendida que cualquier otra de las 32 selecciones calificadas para Sudáfrica.
Hubo otras casacas como la de Francia –también de Adidas– que seguramente se convirtieron en antorchas por la profunda decepción que provocó su selección, eliminada en la primera fase, envuelta en públicas pugnas entre el entrenador y los jugadores.
Bien anticipaban por candidatos en Tamaulipas antes del comienzo del Mundial: “A quién fregaos le va a interesar las campañas en estos días”.