
Definitivamente están pasando cosas muy raras en la cultura tamaulipeca y principalmente en el Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes, encabezado por Libertad García Cabriales.
Todos estamos de acuerdo que en estos momentos la entidad y el país completo vive momentos muy complicados con el problema de la inseguridad, lo que hace necesario poner orden en los programas de acción.
Sin embargo funcionarios de nivel medio están tomando las cosas demasiado en serio y se han tomado atribuciones que no les corresponden –que deciden a espaldas del gobernador Egidio Torre Cantú-, con lo que están echando a perder lo poco que se puede hacer para promover las actividades artísticas.
Un claro ejemplo se vive en el Parque Cultural Reynosa, donde se tuvo el tino de designar como director a la profesora Leticia Terán Rodríguez, una verdadera dama quien se ha caracterizado por su espíritu de servicio, ganas de trabajar y capacidad para levantar cualquier proyecto que se le encargue.
Prueba de ello es que desde su inauguración, el Parque Cultural recibe a cuentagotas los recursos que se supone se le deberían de destinar, pero aún así es un espacio autosuficiente en lo económico que ha logrado sostenerse gracias a las buenas acciones de Terán Rodríguez y su equipo.
Sin embargo pareciera que en la cúpula cultural de Ciudad Victoria existen personas que no soportan que a alguien le vaya bien y han tomado una serie de decisiones que están afectando la vida interna de este espacio.
La primera de ellas es exportar de Nuevo Laredo a una chica llamada Elizabeth Ayala Morales, quien fue designada como una especie de censor o representante de Ciudad Victoria en el parque.
Aquí cabe la pregunta: ¿acaso en Reynosa, que tiene casi un millón de habitantes, no existen personas con la capacidad suficiente para trabajar en la promoción cultural y por ello es necesario exportar personajes?
Pues bien, la instrucción que trajo consigo Ayala Morales es sencilla: nada se hace en el parque sin que pase primero por su revisión y autorización.
La medida incluye cosas tan sencillas como las entrevistas que puedan conceder los funcionarios del inmueble para promocionar los eventos que ahí se realicen.
En este tema la instrucción es que el reportero tiene que pasar una lista con las preguntas que va a hacer, misma que será revisada tanto por Ayala Morales como por la Dirección de Comunicación Social del gobierno del Estado quienes, en su caso, revisarán si se puede o no autorizar la liberación de la información.
Como podrán imaginar para cuando eso suceda ya habrán pasado varias semanas y la nota va a ser más caduca que un litro de leche que pasó una semana en el sol de Reynosa.
Esta censura contempla cosas tan ridículas como la obligación de todos en el parque de consultarle a Ayala Morales hasta la manera en la que se van a publicitar los eventos del parque en redes sociales como el Facebook.
En estos tiempos tan complicados, Tamaulipas necesita espacios culturales y artísticos para las familias de la entidad, que ya no saben dónde pueden encontrar algo de sano entretenimiento.
Sin embargo si las autoridades que tienen la obligación de ofrecer estos espacios están más ocupada en poner trabas al trabajo de los que sí desquitan su sueldo, lo único que van a lograr es matar el interés de la gente en la cultura.
Qué lástima, de verdad.
¡UY, AHI VIENEN LOS AUDITORES!
El tema de moda en Tamaulipas es la llegada de un grupo de auditores a los municipios de Reynosa, Matamoros y, próximamente, Tampico, Nuevo Laredo y Río Bravo.
La idea, dice Miguel González Salman, auditor Superior del Estado, es revisar las cuentas de las pasadas administraciones de Oscar Luebbert Gutiérrez, Erick Silva Santos, Oscar Pérez Inguanzo, Ramón Garza Barrios y Roberto Benet para clarificar algunas dudas que existen en los reportes presentados.
En Tamaulipas existe una negra tradición en donde el personaje que deja el poder se convierte –por lo menos por unos meses-, en una especie de paria político, blanco de todo tipo de ataques y señalamientos que nunca –y recalcamos- nunca, recibió durante su estancia en el poder.
Apenas dejan el cargo, los ex alcaldes sufren de las vendettas de aquellos que tenían rencores guardados pero nunca se atrevieron a hacerlos públicos, porque saben que al hacerlo se estarían practicando el harakiri político y económico.
Pues bien, en fiel cumplimiento con esta tradición política, el tema del desplazamiento de auditores se ha convertido en el arma favorita de muchas personas para augurar no solo la muerte política de estos ex presidentes municipales, sino en algunos casos hasta su posible encarcelamiento.
A la fecha se han escrito ríos de tinta sobre los supuestos actos de corrupción cometidos por estos ex alcaldes y sus más cercanos colaboradores mismos que, se asegura, serán descubiertos por el sagaz grupo de auditores que ya se encuentra revisando con lupa las cuentas públicas (que conste que estamos siendo sarcásticos).
Sin embargo si algo nos ha enseñado la historia, es que estas auditorías a pasadas administraciones nunca han dado resultados y solamente sirven para dar algo de qué hablar por unas semanas a los periódicos, programas de radio y noticieros de televisión.
El ejemplo más claro es la corrupta administración del ex alcalde Francisco García Cabeza de Vaca, quien acompañado por una gavilla de cómplices, tomó por asalto las arcas públicas y no se llevó el kiosco de la plaza principal nomás porque no tenía en donde meterlo.
Aún están frescas en la memoria las penosas imágenes del entonces director de Obras Públicas, José del Carmen Prieto Valenzuela destrozándose la garganta a gritos cuando quería impedir que un grupo de auditores estatales revisaran sus oficinas y documentación.
En este entonces Hora Cero y otros medios de comunicación dieron cuenta fiel y clara con documentos, testimonios y pruebas, de la forma cómo García Cabeza de Vaca y sus cómplices se habían enriquecido a manos llenas.
A la fecha se dice que las cuentas del ex alcalde de Reynosa están “pendientes”, que aún se le puede investigar y actuar en consecuencia pero, la verdad, es que en este caso no ha sucedido nada y seguramente nada sucederá.
Si esto pasa con una administración que no solo emanó de un partido diferente al del gobierno del Estado, sino también se caracterizó por su hostilidad en contra de la administración tamaulipeca, qué podemos esperar con un grupo de ex alcaldes priistas que mostraron su disciplina cuando fueron ignorados en el pasado reparto de posiciones políticas.
Lo único seguro en todo este tema, es que vamos a seguir entretenidos con el tema de las auditorías, mientras muchos se la pasan gritando: ¡uy, uy… ahí vienen los auditores! v Definitivamente están pasando cosas muy raras en la cultura tamaulipeca y principalmente en el Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes, encabezado por Libertad García Cabriales.
Todos estamos de acuerdo que en estos momentos la entidad y el país completo vive momentos muy complicados con el problema de la inseguridad, lo que hace necesario poner orden en los programas de acción.
Sin embargo funcionarios de nivel medio están tomando las cosas demasiado en serio y se han tomado atribuciones que no les corresponden –que deciden a espaldas del gobernador Egidio Torre Cantú-, con lo que están echando a perder lo poco que se puede hacer para promover las actividades artísticas.
Un claro ejemplo se vive en el Parque Cultural Reynosa, donde se tuvo el tino de designar como director a la profesora Leticia Terán Rodríguez, una verdadera dama quien se ha caracterizado por su espíritu de servicio, ganas de trabajar y capacidad para levantar cualquier proyecto que se le encargue.
Prueba de ello es que desde su inauguración, el Parque Cultural recibe a cuentagotas los recursos que se supone se le deberían de destinar, pero aún así es un espacio autosuficiente en lo económico que ha logrado sostenerse gracias a las buenas acciones de Terán Rodríguez y su equipo.
Sin embargo pareciera que en la cúpula cultural de Ciudad Victoria existen personas que no soportan que a alguien le vaya bien y han tomado una serie de decisiones que están afectando la vida interna de este espacio.
La primera de ellas es exportar de Nuevo Laredo a una chica llamada Elizabeth Ayala Morales, quien fue designada como una especie de censor o representante de Ciudad Victoria en el parque.
Aquí cabe la pregunta: ¿acaso en Reynosa, que tiene casi un millón de habitantes, no existen personas con la capacidad suficiente para trabajar en la promoción cultural y por ello es necesario exportar personajes?
Pues bien, la instrucción que trajo consigo Ayala Morales es sencilla: nada se hace en el parque sin que pase primero por su revisión y autorización.
La medida incluye cosas tan sencillas como las entrevistas que puedan conceder los funcionarios del inmueble para promocionar los eventos que ahí se realicen.
En este tema la instrucción es que el reportero tiene que pasar una lista con las preguntas que va a hacer, misma que será revisada tanto por Ayala Morales como por la Dirección de Comunicación Social del gobierno del Estado quienes, en su caso, revisarán si se puede o no autorizar la liberación de la información.
Como podrán imaginar para cuando eso suceda ya habrán pasado varias semanas y la nota va a ser más caduca que un litro de leche que pasó una semana en el sol de Reynosa.
Esta censura contempla cosas tan ridículas como la obligación de todos en el parque de consultarle a Ayala Morales hasta la manera en la que se van a publicitar los eventos del parque en redes sociales como el Facebook.
En estos tiempos tan complicados, Tamaulipas necesita espacios culturales y artísticos para las familias de la entidad, que ya no saben dónde pueden encontrar algo de sano entretenimiento.
Sin embargo si las autoridades que tienen la obligación de ofrecer estos espacios están más ocupada en poner trabas al trabajo de los que sí desquitan su sueldo, lo único que van a lograr es matar el interés de la gente en la cultura.
Qué lástima, de verdad.
¡UY, AHI VIENEN LOS AUDITORES!
El tema de moda en Tamaulipas es la llegada de un grupo de auditores a los municipios de Reynosa, Matamoros y, próximamente, Tampico, Nuevo Laredo y Río Bravo.
La idea, dice Miguel González Salman, auditor Superior del Estado, es revisar las cuentas de las pasadas administraciones de Oscar Luebbert Gutiérrez, Erick Silva Santos, Oscar Pérez Inguanzo, Ramón Garza Barrios y Roberto Benet para clarificar algunas dudas que existen en los reportes presentados.
En Tamaulipas existe una negra tradición en donde el personaje que deja el poder se convierte –por lo menos por unos meses-, en una especie de paria político, blanco de todo tipo de ataques y señalamientos que nunca –y recalcamos- nunca, recibió durante su estancia en el poder.
Apenas dejan el cargo, los ex alcaldes sufren de las vendettas de aquellos que tenían rencores guardados pero nunca se atrevieron a hacerlos públicos, porque saben que al hacerlo se estarían practicando el harakiri político y económico.
Pues bien, en fiel cumplimiento con esta tradición política, el tema del desplazamiento de auditores se ha convertido en el arma favorita de muchas personas para augurar no solo la muerte política de estos ex presidentes municipales, sino en algunos casos hasta su posible encarcelamiento.
A la fecha se han escrito ríos de tinta sobre los supuestos actos de corrupción cometidos por estos ex alcaldes y sus más cercanos colaboradores mismos que, se asegura, serán descubiertos por el sagaz grupo de auditores que ya se encuentra revisando con lupa las cuentas públicas (que conste que estamos siendo sarcásticos).
Sin embargo si algo nos ha enseñado la historia, es que estas auditorías a pasadas administraciones nunca han dado resultados y solamente sirven para dar algo de qué hablar por unas semanas a los periódicos, programas de radio y noticieros de televisión.
El ejemplo más claro es la corrupta administración del ex alcalde Francisco García Cabeza de Vaca, quien acompañado por una gavilla de cómplices, tomó por asalto las arcas públicas y no se llevó el kiosco de la plaza principal nomás porque no tenía en donde meterlo.
Aún están frescas en la memoria las penosas imágenes del entonces director de Obras Públicas, José del Carmen Prieto Valenzuela destrozándose la garganta a gritos cuando quería impedir que un grupo de auditores estatales revisaran sus oficinas y documentación.
En este entonces Hora Cero y otros medios de comunicación dieron cuenta fiel y clara con documentos, testimonios y pruebas, de la forma cómo García Cabeza de Vaca y sus cómplices se habían enriquecido a manos llenas.
A la fecha se dice que las cuentas del ex alcalde de Reynosa están “pendientes”, que aún se le puede investigar y actuar en consecuencia pero, la verdad, es que en este caso no ha sucedido nada y seguramente nada sucederá.
Si esto pasa con una administración que no solo emanó de un partido diferente al del gobierno del Estado, sino también se caracterizó por su hostilidad en contra de la administración tamaulipeca, qué podemos esperar con un grupo de ex alcaldes priistas que mostraron su disciplina cuando fueron ignorados en el pasado reparto de posiciones políticas.
Lo único seguro en todo este tema, es que vamos a seguir entretenidos con el tema de las auditorías, mientras muchos se la pasan gritando: ¡uy, uy… ahí vienen los auditores!