
Echar a la calle y dejar sin empleo a personas mayores, responsables con sus trabajos, con muchos desvelos a cuestas, sólo porque después de no ser escuchados tuvieron el valor civil de denunciar públicamente la falta de prestaciones y los abusos de los que eran objeto es una acción propia de un canalla, verdaderamente un acto de cobardía.
No puede calificarse de otra manera y creo que es una decisión de Enrique Rivas o probablemente de algún subalterno de mala entraña, pero quien lo ha hecho no merece otro calificativo.
Conocí a Eduardo Cruz Flores cuando fui regidor en el pasado gobierno, me consta que es un hombre bueno, preocupado por los demás y con madera de líder. Eduardo animó a sus compañeros a abandonar el sindicato por las abusivas cuotas. El gobierno municipal los acogió dándoles empleo para que continuaran su labor de vigilancia en los espacios públicos como los parques deportivos y escuelas de la ciudad.
Eduardo formó legalmente una Asociación Civil de Guardias y Vigilantes de Nuevo Laredo, organizó la directiva, buscaba apoyos para uniformes, hacían reportes de novedades e intervenía cuando sus compañeros enfermaban, buscaba los apoyos, las medicinas, los reemplazos. Continuó no sólo con su trabajo diario, sino buscando que los miembros de la asociación se capacitaran y dieran un mejor servicio. Eduardo tiene una clara idea de la responsabilidad y el servicio público. Por ello es un hombre cabal, respetable y admirable.
Lo dejé de ver cuando concluyó la administración, no sin informarle a un par de los regidores entrantes sobre la valía de Eduardo y sus planes de mejorar el servicio de él y sus compañeros.
Por lo visto no lo escucharon, me dijo que los abusos del sindicato del que ellos habían escapado ahora se repetían en Recursos Humanos y la Secretaría Administrativa. Nunca los convocaron a juntas de organización básica, no había estímulos ni disposición para hablar de los problemas que enfrentaban.
Después de sendos oficios y cartas sin respuesta, decidieron denunciar su situación públicamente, esperando a que esta presión obligara a la administración a corregir sus fallos. El resultado ya lo conocemos. Después de la denuncia los echaron.
Esperamos que la sociedad de Nuevo Laredo sea capaz por lo menos de indignarse por este atropello y que el gobierno deje de vestirse de santo y darse baños de pureza acopiando víveres de los ciudadanos para los damnificados del sismo, mientras que en su propia casa y a su propia gente los azota contra el suelo.