La Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) que ya debería de desaparecer o al menos cambiarle de nombre y cuyo titular Alfredo Castillo Cervantes resultó muy cuestionado, pero el presidente Enrique Peña Nieto tuvo el descaro de ratificarlo como director, salvándole el pellejo de manera vergonzosa.
Pues resulta que Alfredo Castillo seguirá despachando en la Conade, pese a la serie de ataques que los deportistas olímpicos lanzaron contra su jefe, al afirmar que tuvieron que salir a botear y prácticamente a pedir limosna para poder acudir a Río de Janeiro.
Muchos salieron a competir en trapos y garras, algunos con las camisas parchadas o remendadas y fue entonces cuando quedó al descubierto que muchos de los deportistas compraban sus instrumentos y equipos tales como arcos, guantes y flechas con su propio dinero.
El presidente Enrique Peña Nieto espera que los empresarios hagan su parte y comiencen a patrocinar a los deportistas destacados, pero así que chiste tiene diría Kiko del programa El Chavo del Ocho.
Los empresarios son muy listos y obviamente patrocinarán a los deportistas consagrados, pero de eso no se trata el fomento de la cultura física o deporte, se trata de ser más competitivos de ganar más medallas y obtener el reconocimiento internacional.
Por lo pronto no hay representación de la Conade en los municipios, pueblos y ejidos del país y muy pocos Estados gozan de ese privilegio y eso porque tienen campos, canchas, albercas, estadios e instalaciones donde entrenan puras estrellitas.
Pero para los que apenas empiezan en alguna disciplina olímpica, para ellos no hay espacios y si quieren practicar algún deporte tienen que pagar, así es que el deporte en México no es gratuito.
La dichosa Conade no tiene instalaciones en Tamaulipas y mucho menos en alguna ciudad fronteriza como Matamoros, Reynosa o Nuevo Laredo, cada estado tiene que construir sus instalaciones de alto rendimiento.
La Conade carece de visores o buscadores de talentos, diga usted cuándo ha visto en alguna competencia a algún representante de la Conade que ande buscando futuras estrellas de las diversas disciplinas olímpicas, pues nunca.
Los representantes de la Conade asisten a cenas o noches de gala, andan bien trajeados, pero jamás se han metido a una escuela primaria o secundaria a observar o cronometrar los tiempos de los deportistas, a duras penas los planteles educativos tienen canchas de basquetbol o voleibol.
Los campos en su mayoría están expuestos a los candentes rayos del sol o a temperaturas congelantes en temporada invernal, sólo unas cuantas cuentan con techumbre y en muchas de las ocasiones sólo son utilizadas para rendir honores a la bandera.
La gente de Alfredo Castillo debería de salir de sus cómodas instalaciones con aire acondicionado y organizar torneos de box, basquetbol, lanzamiento de jabalina, bala o disco o ya de perdido un torneo de atrapen a la gallina juego que inmortalizó Silvester Stallone en una de sus películas de Rocky.
Si no fomentan el deporte y la cultura física no esperen que vayamos a arrasar en los juegos olímpicos, todos los medallistas de Río de Janeiro en verdad son garbanzos de a libra porque no los preparó la Conade y no los hizo triunfadores. Ellos solos se forjaron el camino al triunfo.
Entonces ¿la Conade para qué esta? La verdad no sirve para nada y si en verdad quieren ver resultados en dicha Comisión, deben empezar por desaparecerla y hacerla una dependencia de la Secretaría de Educación que trabaje con los estudiantes de nivel básico, los prepare y oriente sobre las diversas disciplinas.
Alfredo Castillo y sus compinches no quieren batallar, quieren que las medallas caigan del cielo, quieren que los empresarios patrocinen y se hagan cargo de los gastos de los atletas.
Pero si el deporte se privatizara, entonces de qué serviría tener una dependencia como la Conade que no sirve más que para tres cosas: para nada, para nada y para nada.
El asunto de competir no radica solamente en esperar que de chiripa alguno de los deportistas que por el solo hecho de nacer en México gane una medalla olímpica, sino hacer todo lo humanamente posible para preparar a deportistas triunfadores.
Los deportistas tienen que tener entrenadores, nutriólogos, médicos, psicólogos y un sinfín de cosas más para poder sobresalir, deben de recibir cátedras, asistir a competencias internacionales para elevar su nivel.
El presidente Peña Nieto piensa que hizo la hombrada al salvarle el pellejo a su amigo Alfredo Castillo, pero en el pecado llevará su penitencia y tarde o temprano la Conade se convertirá en una bola de nieve que terminará aplastando todo a su paso, incluso la ya deteriorada figura del presidente.
Si Peña Nieto sugirió y pidió patrocinios a la iniciativa privada, ya me imagino a los atletas mexicanos con sus camisas todas decoloradas, pero eso sí con tremendos parches de empresas cerveceras, cementeras o refresqueras.
Y si fuera así, cuando los deportistas ganen una medalla tocarán el himno nacional mexicano o van a cantar el jingle o entonarán el slogan del patrocinador o a lo mejor izarán una bandera con el logotipo empresarial.