
Desde que Francisco fue electo Papa en 2013, y sobre todo después de su muerte el lunes 21 de abril, siempre me he hecho dos preguntas: ¿por qué nunca más volvió a México tras su visita en 2016?, ¿y por qué no regresó a su natal Argentina?
Primero, me referiré a las razones que pudieron influir en que solo una vez Jorge Mario Bergoglio pisara tierras aztecas:
1.- Después del fallecimiento de Juan Pablo II en 2005 que vino a México cinco veces durante su pontificado, en nuestro país los católicos siempre nos referimos “al Papa”, aún cuando Benedicto VI ya estaba sentado en el trono de San Pedro.
En marzo de 2012 -en su único viaje pastoral a nuestro país-, la sombra de Juan Pablo II acompañó al Papa alemán en su breve gira por tres ciudades de Guanajuato. Ni ponerse el sombrero de charro ‘desenamoró’ a los católicos mexicanos de su inmenso cariño por Karol Wojtyla.
Era una losa era muy pesada la que cargó Benedicto VI durante sus ocho años al frente de la Iglesia Católica, porque siempre se le comparó con su antecesor. El polaco era como un papá, mientras el alemán un padrastro, valga la comparación quizá injusta.
México siempre fue fiel a Juan Pablo II, y viceversa, quien hasta en sus peores condiciones de salud quizo regresar en su quinta visita para canonizar a Juan Diego en la Basílica de Guadalupe.
Para Valentina Alazraki, decana de los periodistas en El Vaticano, el cariño que Wojtyla nunca disimuló por México solo era comparado con el que tuvo a su natal Polonia, a donde fue ocho veces. Vaya, a España acudió también en cinco ocasiones.
Quizá por eso mismo, el Papa Francisco tomó otros rumbos y a tierras aztecas solamente le dedicó un solo viaje pastoral.
2.- La otra razón pudo ser que un segundo viaje a México pudo haberse teñido de política en un país ya polarizado por la campaña presidencial de 2016 cuando ganó Andrés Manuel López Obrador.
Donde ya no gobernaban los panistas católicos de derecha, sino un mandatario cristiano que siempre, con respeto por su investidura, pintó su raya a los jerarcas católicos.
Un encabezado del influyente diario español El País retrató la relación entre el poder ejecutivo y la jerarquía católica mexicana: “La estrategia de López Obrador con la Iglesia: cerca de los votantes católicos, lejos del episcopado”.
Y agregó: “El presidente de México mantiene distancia con el poder eclesiástico, cada vez más crítico con su Gobierno, pero cuida no desgastar la simpatía del electorado en un país rotundamente católico”.
¿Pero qué pensaban los argentinos cuando transcurrían los meses y los años y Francisco no agendaba un viaje a su país natal?
Las posibles respuestas las leí estos días en un artículo en el portal de noticias de la prestigiada cadena británica de televisión BBC.
Jorge Mario Bergoglio no fue a Argentina porque “no quiso entrar a la grieta entre los peronistas y los antiperonistas”, entre los de izquierda y los de centro derecha, o con los liberales del actual presidente Javier Milei.
Y si alguna vez quiso ir a Argentina, más se le quitaron las ganas cuando en 2023, en campaña electoral, Miles declaró que Bergoglio era “el representante maligno en la Tierra”, y “el imbécil que está en Roma que defiende la justicia social”.
“Nunca quiso venir a su país. Es como que Jesús no hubiera ido a predicar a Jerusalén”, citó la BCC en voz de un católico argentino.
Sus razones tuvo, y se las llevará a su tumba, el primer Pontífice latinoamericano en la historia del catolicismo para no volver a México, y peor, menos regresar a Argentina.
NOTA: El autor fue corresponsal en la Santa Sede entre 1991 y 1995 por al Agencia Notimex.