
México terminó su participación en la Copa América Argentina 2011 eliminado en la primera ronda, por vez primera en sus nueve participaciones previas, y sin haber cosechado un solo punto. Pero parece que el desastre de esa selección sub 22, enviada a representar al país, no motivó a la reflexión, sino al cinismo. Luis Fernando Tena, encargado de la hecatombe, declinó llamar fracaso a la vergonzosa actuación de jugadores profesionales que corrían como conejos asustados por todo el perímetro, que no conseguían controlar la pelota, que les brincaba de las piernas como si les quemara. El Flaco, en su calidad de entrenador, defendió a sus muchachos que, afirmó, lucharon con denuedo y fueron víctimas de la mala suerte.
Esta edición de la Copa América, en general, es la peor de las que se recuerdan. Considerado el más añejo de los torneos organizados del planeta, la justa fue una exhibición de catenachos mal entendidos entre equipos de pobre armadura que no pudieron armonizarse para dar una buena lección del balompié.
Hubo solamente chispazos, algo de magia en el encuentro entre Paraguay contra Brasil, que se definió en penales. Los cariocas se esforzaron por encajarla, pero una gran actuación del guaraní Villar impidió que concretaran y al final fueron echados en una risible tanda de penales en la que los amazónicos no alcanzaron a cristalizar ni uno solo de los cuatro que pudieron cobrar. Pero fuera de eso, se vivieron emociones artificiales, no provocadas por la plástica del juego, por algo de ajedrez o de billar en la cancha. Lo que emocionó fue la misma asfixia que provocan los goles en contra en etapas de eliminación directa, como ocurrió en el Uruguay-Argentina que también se fue al alargue y se definió en el paredón, con el saldo favorable a los charrúas.
México jugó sin devoción y regresó sin gloria, o más bien arropado en la ignominia. El génesis del ridículo se gestó días antes de que iniciaran las hostilidades. Los muchachos que no pudieron embozar sus hormonas y que se dejaron llevar por arrestos de libídine, precisamente cuando tenían en la nuca los ojos del mundo, fueron los primeros y principales responsables del fracaso por su conducta impropia. Que no salgan ahora, sus defensores, con las necesidades del cuerpo y las funciones terapéuticas del ayuntamiento carnal. Un deportista de alto rendimiento no puede participar en desfogues eróticos antes de una competencia, porque mengua dramáticamente su rendimiento. Eso lo sabe cualquier atleta.
Ahora, si se refieren al albedrío, esos chamacos que metieron chicas a sus dormitorios antes de la competencia, pudieron haber hecho lo mismo en cualquier momento posterior y anterior. Ya no hablo de un problema de pasión juvenil, sino de inteligencia. Teniendo todos los recursos a su disposición, por ser jóvenes profesionales, que atraen chicas por el aroma del éxito y dinero que riegan a donde van, estaban en posibilidad de agenciarse los servicios comprados de quien quisieran. Pero por una estupidez, un desatino propio de un adolescente, no de un hombre joven, decidieron incurrir en una carísima picardía que les privó la oportunidad, única en muchos de ellos, de participar en un certamen internacional como este, en el que pudieron jugar al lado de los ídolos que siempre habían visto sólo por televisión, como Messi y Forlán.
Desafortunadamente, hay indicios de que los ocho sancionados recibirán un jugoso premio de consolación. Algunos de ellos fueron ya perdonados por sus clubes y se cree que la Federación Mexicana de Futbol los exonerará, para permitir que participen en las eliminatorias, rumbo a las Olimpiadas de Londres 2012.
Para los directivos, es mejor decir que el error de los chicos no fue tan grave, que perder la oportunidad dorada –para la Femexfut y para las televisoras- de participar en los redituables juegos olímpicos del siguiente verano.