Una pasarela política resultó la inauguración de la temporada 2009 de la Liga Mexicana de Béisbol con en el regreso al máximo circuito del equipo Broncos, en un remodelado estadio “Adolfo López Mateos” que fue sometido a cirugía estética de alta especialidad con dineros del Estado, del Ayuntamiento de Reynosa y de Petróleos Mexicanos.
Y no se trata de escribir una crónica social que encabezó el gobernador, Eugenio Hernández Flores, pero la noche del jueves 26 de marzo estaba toda la nómina de la presidencia municipal, encabezada por el alcalde, Oscar Luebbert Gutiérrez, quien durante su campaña electoral en 2007 prometió a los reynosenses que el equipo Broncos regresaría a su casa.
Cerca de diez mil aficionados fueron testigo de un parque de béisbol que volvió a tomar vida luego los intentos fallidos de administraciones pasadas de convertirlo en un estadio de futbol, cuando el corrupto Francisco García Cabeza de Vaca hizo un negocio suyo –claro, con dinero del Ayuntamiento–, al traer al equipo Tigres B de la Primera División A, pero no asistían a verlos ni los familiares de los jugadores.
La afición que tiene Luebbert Gutiérrez por el béisbol hizo que incluyera dentro de su campaña el regreso de los Broncos dentro de “Te lo firmo y te lo cumplo” –considerado en su tiempo como una promesa difícil de concretar–, sin embargo, quienes lo conocen estaban seguros que el alcalde iba a conectar un cuadrangular con las bases llenas.
Esa noche de la inauguración de la temporada estaban todos aquellos que durante tres años de administración panista, con el corrupto Cabeza de Vaca en la presidencia, se la pasaban atendiendo sus negocios o jugando golf en El Campestre, lejos muy lejos de los reflectores políticos.
Junto al gobernador llegaron, además de Luebbert Gutiérrez, el gerente de la Comapa, Esiquio Reséndez Cantú; diputados locales priistas como José Elías Leal; el director de los organismos operadores de Agua del Estado, Sabás Campos Almodóvar, así como Juan Arturo Hernández Carrera, subdirector de Pemex Exploración y Producción en la Zona Norte, cuyas gestiones lograron que la paraestatal que se ‘apolingara’ con varios millones de pesos para que el sueño de tener un parque digno se hiciera realidad.
Pemex colocó más de 230 lámparas del alumbrado y la pantalla gigante, entre otras labores de “la manota de tigre” que necesitaba la casa de los Broncos para ser aprobada por los directivos de la Liga Mexicana de Béisbol, que dos días antes amenazaron con vetarla porque los trabajos iban notoriamente retrasados.
Y volviendo a la pasarela, en la zona VIP de invitados especiales se pudo ver al alcalde de Río Bravo, Roberto Benet Ramos, así como a su antecesor, Juan de Dios Cavazos, muy cerca del empresario Raúl Guajardo. A la fiesta también asistió Manuel Gómez Leal, miembro de la familia política del panista y corrupto ex alcalde de Reynosa.
Asientos atrás del gobernador del Estado estaba María Esther Camargo de Luebbert, escoltada por personal del DIF, esposas de funcionarios y miembros del gabinete municipal como Amelia Vitales Rodríguez, secretaria de Desarrollo Social; por ese mismo espacio se paseaba Amadita Arredondo, conocida activista tricolor.
Miguel Angel García Ahedo, secretario del Ayuntamiento; Raúl Jiménez, tesorero; Armando Estuche Zuani, secretario de Desarrollo Económico, y Oscar Alexandre López, titular de la Secretaría Técnica, buscaban sus lugares antes de que Eugenio Hernández Flores lanzara tres veces la primera bola.
Con Luebbert Gutiérrez en el plato de bateo, el gobernador demostró que como lanzador es un mejor gobernador, porque en tres intentos dejó al alcalde con la carabina al hombro.
Aunque hay que admitir que, sin perder la sonrisa y ante los aplausos del público, Hernández Flores demostró que es mejor con el guante que con el brazo.Otros que se dieron baños de pueblo fueron Sergio Zertuche Zuani, titular de la Oficina Fiscal en la ciudad; José Luis Alcocer, rector de la Universidad Tecnológica de Tamaulipas Norte (UTT); el doctor Néstor García Pruge, director del Hospital General. En la primera fila, atrás del ‘ampayer’, estaba el abogado Alfonso Salinas, como verdadero fanático de los Broncos, endosando la franela del equipo.
Un reconocimiento especial en el partido inaugural merece la gente que pagó su boleto y, en el mejor de los casos, separó sus abonos para toda la temporada, porque hicieron que el “Adolfo López Mateos” se convirtiera en una caja de sueños, esperando que su equipo mantenga la unión y el hambre de triunfo para llegar muy lejos.
Fue notorio ver a personas de la tercera edad que llegaron dos horas antes del partido; padres con sus hijos e hijas pequeños luciendo orgullosos sus gorras; y mujeres de todas las edades que seguramente nunca habían asistido a un partido de béisbol ni entienden las reglas del juego, pero que no quisieron quedarse al margen de la fiesta.
Esto apenas empieza. La temporada es muy larga con 107 partidos y terminará en agosto, esperando que Broncos llegue a los playoffs y disputen el campeonato. Mientras tanto… no cuesta nada soñar.
