
Para el comentario de esta semana tenía el plan de leer la propuesta de reformas a diversas leyes que aplican en materia del trabajo, que en la síntesis de algunos comentaristas, actores políticos y periodistas es la iniciativa para eliminar el “outsourcing” o subcontratación de mano de obra.
Pero no quisiera enfocar este texto al análisis formal y riguroso de una propuesta que ha colocado el gobierno federal sobre la mesa, para que se someta al debate de la sociedad, y para que finalmente se logre avanzar, hasta donde los factores de la producción, los representantes populares y la sociedad en general lo demanden.
Prefiero compartir con ustedes mi convicción de que es necesaria una reforma para que, por ejemplo, los catedráticos de los institutos tecnológicos nacionales recuperen su derecho -consignado en nuestra Constitución- a la seguridad social, a la certeza laboral, a la medicina social, a las prestaciones que gozan la mayoría de los docentes de la escuela pública. Hoy existen maestros que le han dado 30 años a la educación superior que no tendrán servicio médico, precisamente en la etapa de la vida, -en uno de los extremos-, en la que más se requiere de los servicios de salud.
Otro ejemplo del uso, que más bien ha sido abuso de esta figura del outsourcing, lo tenemos en la empresa que en algún tiempo fue emblemática de nuestro nacionalismo, de nuestra capacidad como nación para ser competitivos en el manejo de una industria de importancia mayúscula y presencia mundial, me refiero a la industria petrolera y a la empresa Petróleos Mexicanos, misma que en sus inicios usaba el lema “al servicio de la patria”, consigna que pretende ser retomada por el gobierno del presidente López Obrador
En Petróleos Mexicanos los tecnócratas que administraron su desmantelamiento, que prepararon su ruina para malbaratarla, se encargaron de cercenar al activo más valioso de la empresa nacionalizada por el general Lázaro Cárdenas, como sin duda lo son sus trabajadores, dignos herederos del legado cardenista, custodios de los conocimientos y las técnicas para ubicar los depósitos de hidrocarburos, sustraerlos del subsuelo, refinarlos y transportarlos por todo el territorio nacional, e incluso llevarlo a todos los rincones del planeta. Esos saberes que en el lenguaje de los neoliberales es el “know how” de la industria petrolera.
Para que los números de los tecnócratas “cuadraran”, para que pudieran salir a presumir su eficiencia y atender la consigna de hacer más con menos (con menos empleados, pero con más dinero), despidieron a miles de trabajadores que aportaban el sustento de sus familias, para contratar empresas y/o individuos, bajo la figura de outsourcing, esto es sin generar compromisos laborales, sin derecho a prestaciones, sin opción de jubilación, sin generar antigüedad ni poder reclamar derechos o prestaciones.
El trabajo manual e intelectual se ha precarizado. Y esta situación ha sido al amparo de la ley, precisamente con la figura del outsourcing. El gobierno debe predicar con el ejemplo y erradicar estas prácticas. Atender esto como patrón le dará la legitimidad para salir a proponer que se elimine esta figura en la ley, una ley que pudo haber sido motivada por las mejores intenciones, pero que en la realidad se utilizó para el abuso, para dejar en total desamparo a los trabajadores de todo tipo, manuales e intelectuales, de labores simples y de tareas complejas, de ingresos mínimos y de elevados pagos.
El tema será discutido en las próximas semanas. Espero que encuentren la justa medida para restituir los legítimos e históricos derechos de los trabajadores, sin descuidar, por supuesto, a nuestra planta productiva.