Hace un par de años, recién llegado a Monterrey, un político cuyo nombre no viene al caso me dijo en una entrevista algo que me llamó la atención: La necesidad de convertir al centro de la capital de Nuevo León en una especie de “Manhattan regiomontano”, con modernos edificios de 3 millones de pesos el departamento y cosas así.
La justificación era que el centro está en el olvido, que es feo, que está lleno de construcciones abandonadas que sólo sirven como nidos de delincuentes… no importa que muchas de ellas sean patrimonio histórico y arquitectónico de la entidad.
Para este político y quienes defienden esta postura, el futuro son construcciones como el Pabellón M, el Centro Cuauhtémoc Monterrey y otras edificaciones horizontales que ya se levantan en el primer cuadro de la ciudad.
Sin embargo, más allá del centro, el objeto de deseo de estos desarrolladores que le entienden muy bien al tema del “bisnes” es la colonia Independencia, una de las más bravas, auténticas y representativas de esta ciudad, pésele a quien le pese.
Durante mucho tiempo se han
roto la cabeza buscando una justificación para apropiarse de los terrenos que, durante años, han sido el hogar de miles de familias.
Es cierto, en esta zona en las faldas del cerro de la Loma Larga abundan el delito y las drogas, pero también las historias de esfuerzo, de personas quienes con las uñas construyeron un patrimonio para sus familias, que ahora está en riesgo.
El peligro tiene un nombre tan rimbombante como mamón: “Distrito Indepe” donde pretenden construir lo que llaman la “interconexión”, una especie de túnel que uniría al centro de la ciudad con Valle Oriente, en San Pedro Garza García.
Obviamente, al unir dos comunidades tan distantes entre sí como el día y la noche tiene que haber cambios, lo “feíto” se tiene que ir y hay que construir fraccionamientos, condominios, mansiones que serán deseadas por los opulentos que, ahora, tendrán la oportunidad de ir de la Macroplaza a San Pedro en menos de 10 minutos.
Para el gobierno del Estado y un oscuro grupo de empresarios que aún no da la cara, el proyecto va porque va, no importa que ningún aspirante a un cargo de elección popular lo apoye.
Para ellos “el Distrito Indepe” es una prioridad que tiene que hacerse, sin importar que, al menos hasta ahora, quieran ofrecer 140 mil pesos de indemnización (más, menos) a las familias cuyas casas están atravesadas en su camino.
Hace poco me topé en las redes estas interesantes preguntas sobre el llamado “Distrito Indepe” que, estoy seguro, nadie va a contestar, ya que no existe una respuesta decente a ellas:
1.- Si van a desaparecer la Escuela Secundaria 13, Primarias Alvarado, Alfredo M. González, Colegio Independencia y otras ¿a dónde van a ir a estudiar los jóvenes del sector? ¿No que estaban preocupados por la educación de México?
2.- ¿Por qué la explanada que proyectan está tan grande y sin árboles? ¿Qué utilidad tiene ese espacio?
3.- Si van a poner ahí una cruz ¿para qué piensan poner “la cruz más grande del mundo” (según el Arzobispado de Monterrey) en el cerro de la Loma Larga?
4.- ¿Por qué piensan poner torres de departamentos si lo único que se había planteado era la conexión? ¿Qué inversionistas son los que ya están llevando mano?
5.- El edificio que construyeron al final del antiguo puente Zaragoza (y que se dice que es de Medina) ¿por qué no va a ser derrumbado y las casas aledañas sí las van a quitar?
Y aunque mucha gente ha usado las redes sociales para condenar este proyecto gentrificador (desarrolladores, búsquenlo en el diccionario, no vayan a creer que les estoy mentando la madre), da tristeza ver que hay otros que ya se desviaron del tema.
Es cierto, hacerle al ateo es muy divertido… cuando tienes 17 años; sin embargo, desperdiciar los esfuerzos en combatir y criticar la cruz monumental que el Arzobispado quiere construir a unos metros de la interconexión es desviarse del tema.
Aquí la condena tiene que ser en contra del “Distrito Indepe” (cada vez que lo repito se me hace más mamón el nombre), hay que defender a las familias a las que quieren afectar por su deseo de seguir exprimiendo la ciudad, de llenar de concreto todos los espacios y, por supuesto, llenarse los bolsillos de dinero.
Total, una cruz en la Loma Larga no le hace daño a nadie… quedarse sin casa sí.