
Aunque muchos lo duden, en pleno siglo XXI, en el que las divisas básicas de todo gobierno deben girar en base a tres ejes rectores primordiales: ser tolerantes, ser incluyentes y ser transparentes, todavía existen muchos a los que “se les hace bolas el engrudo”.
Porque siguen queriendo aplicar la lógica de “vencer” más que “convencer” a sus empleados, ciudadanos, estudiantes, etc. y buscar hacer válida aquella máxima arcaica de que “nomás mis chicharrones truenan” y de repente salen con cada mafufada que parecen ocurrencias después de consumir sustancias prohibidas y encontrarse con los dioses del Olimpo, que los iluminaron.
Y parece que están más preocupados en seguir defendiendo los cuestionables “derechos humanos” de ladrones, violadores, asaltantes, secuestradores, maestros bloqueadores de carreteras y avenidas, que en cuidar y respetar a sus gobernados.
Esto sin contar con los famosos “cadeneros” trogloditas de los antros pirruris, quienes se dan el lujo de seleccionar a pura “gente bonita y bien vestida” para permtirles el acceso, como si ellos fueran unos Adonis, pero eso es tema de otro análisis.
Aunque usted no lo crea, en pocos años se han registrado reiterados intentos por gobiernos de distintos niveles, e instituciones religiosas, que con el argumento de “cuidar las buenas costumbres y la moral” o evitar “ofender a Dios”, buscan a como dé lugar evitar que los ciudadanos sepan aplicar su capacidad crítica y criterio para vestirse sencillamente como les venga en gana.
¿Qué tienen en común las acciones tomadas por el Sindicato Unico de Trabajadores de San Luis Potosí, en marzo del 2006, por el Organismo Supervisor de Recursos Públicos de Veracruz, en octubre del mismo año, o las instrucciones giradas por el rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Héctor Cuen Ojeda, en agosto del 2008?
Que todas, absolutamente todas, hablan de “prohibir, prohibir y prohibir”, minifaldas, pantalones ajustados, blusas con escote, maquillarse “excesivamente”, entre otras “recomendaciones” imbéciles y dignas de ser aplicadas por la Santa Inquisición allá en el virreinato.
¿Las justificaciones absurdas?
Van desde “evitar que las alumnas sufran acoso y agresiones sexuales”, hasta buscar proyectar una “imagen formal de los empleados municipales”.
Olvidan que la chamba de los gobiernos es dar resultados a las demandas ciudadanas y la de los rectores garantizar la integridad física y la excelencia académica de los estudiantes.
Sólo falta que les ordenen vestir con trajes Dior, Hugo Boss, o prendas Armani a sus empleados y estudiantes.
Como dijera el clásico de la televisión del entretenimiento: “Aún hay más”…
En enero del 2009, el Ayuntamiento de Guanajuato aprueba el nuevo Bando de Policía y Buen Gobierno que a todos aquellos ciudadanos que se besen en la vía pública o empleados que vistan de manera “indecente”, se les castigará ¡con la cárcel!, mientras que en marzo de ese mismo año, en Culiacán anunció medidas similares a los que lancen ofensas verbales.
¡Ya ni siquiera la gente se puede mentar la madre a gusto!
Pero eso no es todo, en enero del 2011, el Gobierno de Tamaulipas, prohíbe a sus empleados lo mismo: usar escotes, minifaldas, pantalones entallados, porque según la lógica de vanguardia de José Abrego Adame, secretario de Administración, “ellas deben entender que vienen a trabajar y no a una fiesta”. Cuánta proyección mental del funcionario del Gobierno de Egidio Torre; por algo perdieron las elecciones pasadas.
El colmo sucedió en Ciudad Juárez, Chihuahua, en donde el alcalde tricolor, Héctor Murguía, prohibió a sus directores saludar de beso a las empleadas para “sanear el ambiente y generar respeto y equilibrio”…. ¿What?
Otros casos vergonzosos similares han sucedido en los gobiernos municipales de Monterrey, de Navolato, Sin. mientras que en julio de este año aparecieron en la Catedral de Toluca carteles con una figura femenina en los que les “invita” a “Respetar la Casa de Dios” y no entrar con minifaldas, pantalones ceñidos, escotes inmorales o alguna otra forma que “ofenda a Dios”.
Pareciera como si todos los gobiernos o la sociedad misma, fueran sucursales modernas de Sodoma y Gomorra, y no entes de servicio público, en los que la prioridad es dar y exigir resultados. Todos estos empleados y ciudadanos son gente responsable, y de ninguna manera se les debe ofender ni humillar al pretender calificarlas de manera grotesca de “busconas”, por decir lo menos.
¿Acaso nadie se percata de la violación sistemática a sus derechos humanos y garantías constitucionales?
Y que nadie salga con que son los “mochos” del PAN, porque en ese nada honroso paquete de medidas draconianas, hay azules, tricolores, amarillos, púrpuras, de todos colores y sabores, confirmando que la “estupidez humana no tiene color”.
Sería bueno que en lugar de andarse dando “golpes en el pecho”, los gobernantes se pusieran a hacer para lo que fueron votados y garantizar la aplicación y vigencia de los “Tres Ser”, porque parece que ante la ausencia de resultados tangibles, buscan llamar la atención al apostarle a ciudadanos que también están hartos de tanto abuso, corrupción e impunidad.
Porque ya es hora de que algunos hombres entiendan que la integridad, capacidad, honestidad, respeto, profesionalismo y muchos valores más, no es una cuestión de género, sino de equidad.
¿O me equivoco?