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Los niños de la guerra

29 de enero de 2011 por Héctor Hugo Jiménez

Los hechos sangrientos que involucraron a tres jovencitos de Monterrey, jugando con una granada que estalló después de un enfrentamiento entre civiles armados y el Ejército, parecían sacados de una crónica de guerra de Bagdad, Beirut o Sarajevo.
En una evidente negligencia de elementos de corporaciones policiacas o militares que dejaron el artefacto explosivo en la calle, la sangre corrió de nuevo por las calles de la capital de Nuevo León, indignando a una sociedad que ya perdió la capacidad de asombro por la violencia y la inseguridad en México. Algo preocupante.
Para las autoridades, desde hace meses, está fuera de su absoluto control frenar el combate que escenifican los diferentes grupos del crimen organizado en la tercera ciudad de mayor importancia en el país, etiquetada por Estados Unidos y por otros países europeos como territorio en guerra, peligroso para sus ciudadanos.
Monterrey está bajo un virtual toque de guerra en diferentes sectores de la zona metropolitana, donde las ejecuciones de sicarios entre bandas rivales se combinan con los operativos del Ejército y la Marina que van por sus cabezas.
Todo está fuera de control en la industrial Sultana del Norte, pese al anuncio de que se instalaron puntos de revisión de las fuerzas federales y estatales, en un intento de detectar civiles armados que antes de que haya nuevos combates.
En Bagdad, Beirut y Sarajevo, por citar algunas ciudades envueltas en conflictos armados recientes, los “check points” eran necesarios por la cantidad de armas que circulaban por sus calles.
Como corresponsal de guerra estuve en dos ocasiones en la conflictiva ex Yugoslavia, en Sarajevo en 1993 y Mostar en 1994, y me tocó ver, platicar y fotografiar –nadie me lo comentó– a niños como los de Cumbres Quinto Sector, que salían a jugar a las calles desafiando los combates callejeros y los bombardeos.
Las crónicas de guerra escritas por los periodistas que estuvimos ahí, citamos a niños que en Sarajevo, la capital de Bosnia Herzegovina, arriesgaban su vida porque era inevitable que estuvieran en sus escondites por semanas o meses.
Y por su inocencia, pero sobre todo por descuido, activaban minas con aspecto de juguetes, muchas que siguen sembradas en ese territorio hasta la fecha, después de 15 años de finalizado el conflicto en los Balcanes.
La granada encontrada por los tres curiosos en un pudiente sector de Monterrey, me hizo recordar horrendos hechos que sucedieron muchas veces, durante cuatro años, en la ex Yugoslavia, donde gente inocente moría sin cumplir aún la mayoría de edad.
¿Qué falta aún que nuestros ojos no hayan visto?

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