Nos ha tocado presenciar la euforia de los eventos políticos donde los respectivos líderes tocan el ámbito terrenal del ciudadano común, y estrechan su mano, se toman el tiempo para tomarse las fotos convencionales o las “modernas” selfies, a veces con aparatos celulares que, en la dinámica de la prisa de una campaña, no responden con la rapidez esperada, pero es el momento donde los candidatos toleran estoicamente cualquier imprevisto, y si de algo están cargadas todas las campañas es precisamente de imprevistos.
Los eventos políticos sirven también para ver a los hombres de los candidatos, Quienes son?, a que aspira cada uno de ellos?, tendrán una verdadera vocación de servicio?, habrá sensibilidad en su fuero interno? En al anhelo de querer mejorar su economía personal por medio de un sueldo verdaderamente digno, en esa misma proporción son motivados para servir patrióticamente a su Estado y mejorar sustancialmente a Tamaulipas. Cuando vemos a los hombres del candidato qué es lo que vemos, buitres o patriotas?
Aristóteles mencionaba que los mejores hombres deben estar destinados a gobernar, es a quienes él llamaba La Aristocracia. Un gobierno no está conformado sólo por un hombre, en este caso el candidato, sino también por sus allegados que lo aconsejan, y es justamente ahí donde cobra valor la idea aristotélica de gobierno, y surge el anhelo natural de que a Tamaulipas y cada uno de sus municipios lo gobiernen sus mejores elementos con vocación de verdadero servicio por su comunidad. No queremos personas sólo agradables, queremos personas eficientes, sensibles y eficaces al momento de conformar un gobierno.
Seneca abogaba por un gobierno ejercido por los más populares. Esta idea me alarma como ciudadano, pues en mi papel de padre que soy, no me veo ejerciendo mi autoridad tomando como base el ser siempre un “padre agradable” para con mis hijos, pues precisamente en mi papel de padre y por el bien de ellos muchas veces he tenido que tomar desiciones incómodas para mí y nada populares en la percepción de mis hijos pero que a largo plazo, es lo mejor para ellos.
Antonio Machado aludía al anhelo de trabajar el espacio geográfico que nos tocó habitar, al cual llama Patria. En sus palabras lo decía así:
“No puede esclavo ser, pueblo que sabe morir.
Sabemos que la Patria no es una finca heredada de nuestros abuelos; buena no más para ser defendida a la hora de la invasión extranjera. Sabemos que la Patria es algo que se hace constantemente y se conserva sólo por la cultura y el trabajo. El pueblo que la descuida o la abandona, la pierde, aunque sepa morir. Sabemos que no es Patria el suelo que se pisa, sino el suelo que se labra: que no basta vivir sobre él, sino para él; que allí donde no existe huella del esfuerzo humano, no hay Patria, ni siquiera región, sino una tierra estéril, que tanto puede ser nuestra como de los buitres o de las águilas que sobre ella se ciernen”.
Hasta ahí la cita.
Los mejores hombres para Tamaulipas es un sueño presente en la mente de muchos tamaulipecos, no queremos el arquetipo de la política, ni la política ideal propia del ensueño, anhelamos el talento aplicado a la política real, la práctica, la que funciona y resuelve.
Tamaulipas no aguanta mas sólo las buenas intenciones, Tamaulipas quiere ya las mejores acciones.
El filósofo español José Ortega y Gasset de una sabiduría tan nítida y contundente decía dos frases que aterrizo yo en este escrito, la primera, “Yo soy yo y mi circunstancia”, la segunda, tan contundente como la primera, “Hechos son amores y no buenas razones”. Esperamos que el amor inteligente en hechos y acciones de quien nos gobierne los próximos seis años, cambie para bien nuestra circunstancia para que el “yo” de cada tamaulipeco mejore no sólo en la política ficción de las estadísticas, sino en la percepción real del ciudadano de a pie.
Decía José Ortega y Gasset que la característica esencial del político de verdad es la acción. No se contenta con la introspección de la imaginación y de la fantasía, sino que tiene la necesidad frenética de hacer, de actuar y de crear. Ortega y Gasset menciona en uno de sus libros la metáfora de que, para el verdadero político, no significa nada pensar en jugar tenis. Lo importante, para él, es jugar tenis.
El político de esencia sabe, en todo momento, lo que es él, lo que son los demás y lo que son las circunstancias que lo rodean. Sus alcances y sus limitaciones.
Tamaulipas urge del anhelo frenético de un buen líder que nos lleve a buen puerto.
El tiempo habla.