Pedir limosna en los cruces internacionales parece ser un deporte de los mexicanos, pero también debería de ser una vergüenza para las autoridades quienes solapan a vendedores de chicles, paletas, limpia-parabrisas y personas incapacitadas quienes ofrecen su cara de desgracia para llamar la atención.
Los pordioseros, muchos de ellos niños o niñas, se colocan a las afueras de los puentes internacionales en busca de automovilistas de buen corazón que les regalen unas monedas.
Los limosneros piensan que la gente que cruza de Brownsville a Matamoros trae muchos dólares y se abalanzan sobre los vehículos para limpiarles el parabrisas o simplemente para pedirles unas cuantas monedas.
Muchos de los mendigos tienen alguna incapacidad física y lucran con su enfermedad, pero pese a la mala imagen que fomentan a ninguna autoridad parece importarle para que sean retirados de las calles y canalizados a un centro de salud.
Y es que de esos apenas si agarran un par de monedas cuando de inmediato se van a la tienda de conveniencia más cercana para comprarse una cajetilla de cigarros de los más baratos, o sea que piden dinero para fumar tabaco aunque hay otros que hasta les alcanza para un caguamón.
Desafortunadamente los estadounidenses ya no cruzan a Matamoros y a los pocos que lo hacen les resulta patético ver a hombres, mujeres y niños pidiendo limosna o bien limpiando los parabrisas, con la intención de ganarse al menos un cuarto de dólar.
Esa actividad nos deja mal parados pues los “americanos” piensan que todos estamos jodidos y la primera impresión que se llevan es que vivimos en extrema pobreza, aunque verdaderamente algunos sí lo estamos.
Muchos de los limosneros dejan escondidas sus bicicletas en un monte y se lanzan sobre los carros, visten pantalones luidos y camisas en mal estado, pues lo que pretenden es dar lástima para que algún automovilista se apiade de ellos.
Resulta vergonzoso ver a un limosnero fumando y pidiendo para un taco, pero más patético resulta que los adultos envíen a sus hijos de apenas 4 o 5 años a pedir dinero a los automovilistas, claro poniendo una cara de niño desafortunado y sufrido.
Las autoridades municipales deberían de intervenir y retirar en definitiva de las calles a los pordioseros, quienes lejos de provocar lástima, causan solamente vergüenza ajena y pena.
Por todos lados se les puede ver, pero donde más se juntan es saliendo del Puente Internacional “Ignacio Zaragoza” por donde cruzan paisanos, centroamericanos y matamorenses comunes, pues ningún estadounidense cruza por ese lugar y si acaso lo hace por ese lugar lo menos que quiere ver es a gente pidiendo limosna.
En Estados Unidos pedir limosna, caridad o lo que sea en los cruceros puede resultar una felonía y quienes se atreven a pedir dinero pueden terminar en las celdas municipales, acusados de vagancia o mendicidad.
Pero en cambio en Matamoros cualquiera puede hacerse pasar por un mendigo, de hecho los hay por decenas, están a la casa de incautos y desafortunadamente las autoridades los atienden.
Ninguna patrulla de Seguridad Pública los levanta y remite a las celdas municipales, hasta pareciera que alguien los protege, pues ninguna autoridad del DIF o alguna otra institución se hace cargo de ellos.
Nadie les dice que esa actividad está prohibida, pero sobre todo les dicen que por culpa de ellos ningún estadounidense cruza a Matamoros, porque los gringos se sienten amenazados y lo único que provocan con extender la mano es crear una mala imagen de los mexicanos.