Es revelador que un par de millares de migrantes centroamericanos fueron suficientes para que supurara lo peor de la sociedad mexicana, con sus sentimientos racistas y una insultante doble moral.
La segunda caravana migrante, que se abrió paso desde Chiapas hasta las fronteras de Coahuila y Tamaulipas, levantó un sentimiento de repudio entre un importante sector de la sociedad azteca, reflejado en el moderno Coliseo Romano en el que se han convertido las redes sociales.
Apenas se enteraron que estas personas viajaban con dirección a Piedras Negras, Nuevo Laredo y Reynosa, muchos mexicanos estallaron en ira esgrimiendo argumentos que, en otras circunstancias, difícilmente hubiéramos esperado que algún nacional pudiera utilizar.
Basta darse una vuelta por Facebook y Twitter para encontrarse con cientos de mensajes que condenan la presencia de estos viajeros en el país y el apoyo que les están dando las autoridades mexicanas.
Haciendo acopio de paciencia y tolerancia, muy necesarios para soportar los increíbles errores ortográficos y de sintaxis con los que “escriben” estas personas, me he encontrado con verdaderas “joyas” que serían el orgullo de algún dirigente del Ku Kux Klan o alguna otra organización creyente en la supremacía racial.
Se le exige al gobierno que “primero atiendan a los mexicanos”, se condena a los integrantes de la caravana por su condición social, se fustiga su origen centroamericano e incluso se hace burla de su nacionalidad; y lo que es peor: se les acusa de ser “violadores, narcotraficantes y delincuentes”.
Aquí es donde uno se pone a pensar: ¿en qué lógica cabe que un mexicano tiene más valor como ser humano que un hondureño? ¿de dónde sale la idea de que un mexicano es superior a un guatemalteco?
Estos “nazis de cobre” gritan que entre la caravana vienen “drogadictos, violadores, narcotraficantes y delincuentes” y yo me pregunto: ¿neta? ¿o sea que en Reynosa, Piedras Negras y Nuevo Laredo no hay “cocos” que se meten hasta varitas de incienso en oscuras partes de la anatomía? ¿en verdad quieren hacernos creer que en Tamaulipas nadie vende droga, nadie mata, secuestra y viola?
Lo he dicho antes y lo digo de nuevo: ¿en verdad son tan ingenuos para pensar que los Kaibiles, Mara Salvatrucha y otras organizaciones criminales de Centroamérica están en la frontera esperando que se arme una caravana para, entonces, infiltrarse en ella y poder entrar a México?
Estos violentos delincuentes no necesitan de ningún contingente para llegar a Tamaulipas, Michoacán o Sinaloa. Les sobra el dinero para treparse a una GMC Denali del año e irse repartiendo billetes en cada estación migratoria que encuentren en su camino para tranquilamente llegar a su destino.
El punto que quiero plantear es que cuando se trata de la caravana migrante, muchos mexicanos están usando argumentos que los exhiben como los racistas y clasistas que realmente son.
Están atacando a estas personas, quienes solamente desean encontrar un mejor futuro para ellos y sus familias, por el color de su piel y, lo que es peor, su condición social.
Porque eso sí, cuando se trata de la migración, nadie en México se enoja con los cientos, o quizás miles de venezolanos, argentinos y colombianos que han llegado al país y cuentan con una fisonomía mucho más agradable a las “arias” pupilas de estos “nazis de cobre”.
Que conste, no estoy en contra de ninguna persona -sin importar su nacionalidad-, que migra a otro país buscando mejores condiciones de vida o que está huyendo de la violencia en sus lugares de origen. Sólo digo que aquí es donde se hace más evidente la doble moral de muchos.
¿Por qué un mexicano sí puede gritar “primero México” o “migrantes, quédense en su país” y un ranchero de Texas no?
¿Acaso hacer estas exigencias no convierten, a ambas personas, en racistas?
Es muy triste ver que todo este odio se ha metido tan dentro del ADN de los mexicanos, más cuando nosotros mismos hemos sido víctimas del desprecio racial, de la segregación social, de la condena por ser pobre.
Antes de poner en acción los deditos, opinando en Facebook o Twitter sobre la presencia de la caravana migrante en la frontera mexicana, debemos preguntarnos si tenemos cara para criticar a estas personas.