La FIFA entregó el Balón de Oro 2013 a Cristiano Ronaldo. Merecido el premio. Lio Messi también estuvo en al terna, junto con Frank Ribéry.
Hubo un detalle en la ceremonia de premiación que llamó mi atención por encima de lo demás: el balón de oro que Joseph Blatter, secretario general de la Federación Internacional de Futbol Asociación le entregó a Pelé.
Era justo, por supuesto. En 1977, año en que el Rey se retiró, no existía una premiación semejante. Lo que más se le aproximaba era la entrega del Balón de Oro de la revista France Football, que fue entregado entre 1956 y 2009 al mejor jugador que se desempeñara en una liga europea.
Inicialmente se entregaba únicamente a nacidos en Europa, pero en 1995 se acordó que se entregaría el balón dorado al jugador de cualquier nacionalidad que militara en torneos del Viejo Continente.
La FIFA, por su parte, entregaba su premio del Jugador Mundial de la FIFA. A partir de 2010, el organismo rector del balompié y la publicación gala decidieron unir esfuerzos y decidieron entregar un solo premio en conjunto pero ya para cualquier jugador del planeta.
Ahora, el galardón es denominado oficialmente FIFA Balón de Oro y el ganador es elegido entre entrenadores, capitanes y periodistas de todo el mundo que tienen la opción de seleccionar a jugadores de su predilección de todos los continentes y regiones. El comité de cómputo del órgano rector es el que se encarga de establecer quien es el futbolista que en base a mayor cantidad de votos, se lleva la presea.
Galardonar a Pelé no fue una decisión complicada. Fue suficiente con que Blatter lo propusiera para que el mundo, por aclamación, sin boletaje de por medio, expresara su acuerdo para el brasileño, único futbolista del planeta que ha conquistado tres copas del mundo y que es, a decir de muchos, el mejor gambetero que ha pisado la faz de la Tierra.
Ya había sido elegido por la FIFA el mejor jugador del siglo XX. No había equívoco, pues, en esta nueva distinción.
Fue emotivo ver al vetusto monarca, que parece no haber envejecido, temblar a sus 74 años, al recibir el galardón.
Ya se sabe que O Rei nunca ha sido un tipo modesto. Lo primero que dijo fue que en su tiempo no existían estos reconocimientos, como una forma de decir que él lo merecía, lo cuál es cierto, aunque la hipocresía social indica que el auto halago suena a vituperio.
El sólo tuvo en su vida dos equipos: el Santos FC, con el que jugó entre 1956 y 1974, y el Cosmos de Nueva York, donde estuvo entre 1975 y 1977.
No era elegible para la entonces excluyente pelota áurea.
Y rompió a llorar el rey cuando alzó el que es el único trofeo que le faltaba, después de haber conquistado prácticamente todo como jugador de clubes y de selección.
La prensa internacional enfocó sus lentes a los rostros de Cristiano Ronaldo y Lionel Messi, porque son irresistibles figuras públicas. La percepción popular es que sólo ellos merecen comentarios, porque suelen acaparar asombro y envidias.
Pero me gustó mirar al soberano carioca que aún después de casi 40 años de retiro, sigue cautivando a las multitudes como uno de los santones que le han dado prestigio y fama al deporte.
