
Hace apenas un año, en julio de 2018, el Movimiento de Regeneración Nacional y la marca personal de Andrés Manuel López Obrador sorprendían a México entero. De 32 estados solo perdían en uno: Guanajuato.
Un año después, en elecciones regionales, de seis procesos electorales solo ganan en tres.
Aun cuando en esta elección cualitativamente se llevan lo mejor del pastel político: 2 gubernaturas -Puebla y Baja California Norte- y la mayoría en el Congreso de Quintana Roo, cuantitativamente lo hacen con una gran pérdida de su base electoral en estos estados. Pierden casi tres millones de votos con respecto a la elección anterior.
Si de algo sirve, habrá que recordar que a su contraparte, el Partido Acción Nacional le sucedió lo mismo. Gano Tamaulipas, Aguascalientes y Durango pero con una significativa disminución en la participación ciudadana. A los electores no les motivo salir a votar. El 65% no lo hicieron. Gano la abstención.
Dos casos fueron emblemáticamente patéticos. En Baja California, con más de 30 años de regentear el poder, con una participación electoral de menos de 30 por ciento Acción Nacional lo pierde todo. Le quedaran, como premio de consolación solamente los diputados plurinominales que la ley electoral les conceda.
Caso contrario Tamaulipas donde Acción Nacional se lleva (casi) carro completo en la integración del futuro congreso. Se “chingaron al ganso” como presumiera efusivamente Jorge Luis Preciado, un destacado panista la noche de la elección.
La culpa de la debacle electoral de Morena en Tamaulipas, fue, -de acuerdo al profundo análisis del delegado Marcos Cruz-, “porque la gente no salió a votar”. Lo que nunca quiso aclarar es por qué en el 2018 si lo hicieron copiosamente.
¿Qué sigue para Tamaulipas?
En el Partido Acción Nacional no se avizoran grandes cambios de estrategia. La intimidación, el fraude electoral, la compra masiva de votos, la repartición de despensas, láminas, depósitos de agua, la pintada de fachadas habitacionales, etc. les funcionó de maravilla. Por ahí seguirán. La institucionalización del fraude electoral ha sido patentada por el PAN una vez que al PRI la ciudadanía le revoco esos derechos.
El largo camino hacia la veleidosa liviandad de la democracia será para Morena. A partir de ya debe iniciar una profunda autocrítica sin fanatismos doctrinarios. Entender que Tamaulipas ha sido tradicionalmente un estado de derecha. Que la mística política del presidente Andrés Manuel López Obrador aún no ha logrado penetrar en el espíritu del ciudadano tamaulipeco común y corriente. Que su escudería política (delegados federales, activistas del movimiento, diputados federales y senadores) está plagada de híbridos que se identifican más con la doctrina priista, panista y con el american way of life que con los postulados de la Cuarta Transformación. Y que finalmente los pleitos por el poder y las constantes divisiones no permitirán que Morena deje de ser un conglomerado de corrientes y se convierta en un verdadero partido político.
Desgraciadamente el tiempo corre, el 2021 ya está encima y con la debacle recién vivida, en estos momentos, Morena está ligeramente debajo de cero.
Es hora de ponerse a trabajar.
El autor es coordinador
en la zona norte del
Frente Amplio de Tamaulipas.