
Eran los tiempos en los que gobernaba Nuevo León Jorge Treviño Martínez, creo que era el año de 1990 cuando me fui a la casa de los Aldape Guerra; el caso del polémico Ricardo ya no acaparaba las primeras planas de los medios en Monterrey, ya lo habían sentenciado a muerte no sé cuantas veces.
Doña Francisca Guerra y Don Ricardo Aldape eran unos padres atormentados por la triste aventura que su hijo vivió en Estados Unidos por presuntamente dar muerte al policía de Houston, Texas, James Harris en el barrio bravo de “Las Magnolias”.
Después de varios intentos doña Francisca y don Ricardo me abrieron las puertas de su casa y me mostraron el cuarto de su hijo Ricardo Aldape Guerra allá en la colonia Moderna de Monterrey.
La recamara de “Ricardito” -así le decían-, estaba intacta, tal y como la había dejado su hijo antes de irse de mojado en el año de 1982 cuando contaba con apenas 18 años de edad. Hasta una gorra que siempre portaba estaba a la espera para ser usada nuevamente.
También estaban allí todas las cartas que Ricardo les enviaba a sus padres, misivas que doña Francisca leía y releía una y otra vez, y donde el sentenciado a muerte les aseguraba que no se preocuparan, que pronto iba a salir de aquella maldita prisión.
Doña Francisca lloraba y don Ricardo estaba enfermo del corazón y de los nervios, pero ambos tan pronto leían las cartas de su hijo las volvían a guardar celosamente en un baúl de madera, la esperanza nunca la perdieron.
En aquella entrevista Francisca y Ricardo pidieron la intervención de Jorge Treviño Martínez, un gobernador de figura tibia y poco interesado en el caso Aldape Guerra, y como ya iba de salida nunca movió un dedo para intentar salvarlo de la inyección letal.
El caso Aldape Guerra nunca jamás volvió a sonar, fue la última vez que apareció en las primeras planas y algunos medios retomaron el caso para luego volver a sepultarlo en el más absoluto silencio.
Mientras en Monterrey su tierra natal ya no era noticia, Ricardo seguía clamando justicia y gritando inocencia ante los tribunales de Estados Unidos, empecinados en declararlo culpable y sentenciarlo a la pena capital.
Infinidad de organizaciones defensoras de los derechos humanos tomaban cartas en el asunto, denunciando múltiples violaciones y fallas en el proceso, por ejemplo en la presentación de cargos y testigos nunca hubo un traductor al español para que Ricardo supiera de qué se trataba y de que se le acusaba.
Todo el juicio fue en el idioma inglés, lengua que por cierto no dominaba Ricardo Aldape Guerra, así que lo sentenciaron a muerte en más de seis ocasiones y debido a las argucias de sus abogados logró librar la muerte.
Para el año de 1996 el entonces gobernador interino Benjamín Clariond Reyes toma cartas en el asunto y se entrevista en varias ocasiones con doña Francisca y don Ricardo y les promete algo que parecía imposible: ¡Liberar a Ricardo Aldape Guerra!
Benjamín Clariond sustituyó a Sócrates Rizzo García en la gubernatura de Nuevo León, quien pidió licencia a su cargo luego de verse inmiscuido en un escandaloso caso de corrupción que le costó el puesto.
Ricardo Aldape Guerra llevaba preso en las cárceles de Texas unos 15 años y los últimos, en el pabellón de la muerte en Huntsville, Texas lugar donde sería ejecutado mediante una inyección letal.
Tras esa entrevista en 1990 con el desaparecido Diario de Monterrey, doña Francisca y don Ricardo nunca más volvieron a dar la cara, aguantaron el silencio, porque el hecho de recordar a Ricardo Aldape Guerra los enfermaba y les mermaba la salud; de hecho tomaban medicamentos controlados para superar el dolor que representaba perder a su hijo en una cárcel de Estados Unidos.
Finalmente en abril de 1997 se logró lo imposible, Ricardo Aldape Guerra recibió el indulto por parte del gobernador de Texas, George W. Bush y el gobernador Benjamín Clariond Reyes en un jet privado fue por el regio y lo trajo en un vuelo hasta Monterrey.
El gobernador de Texas George W. Bush tenía mucha cercanía con los gobiernos de Nuevo León y Tamaulipas, y hasta con el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari y finalmente estampó su firma en el indulto y Ricardo Aldape Guerra fue sacado de la prisión de Huntsville, Texas trepado a un jet y traído a su tierra natal.
La tan ansiada calma llegó a doña Francisca y don Ricardo, luego de 15 años de intensa lucha lograron ver libre a su hijo Ricardo, quien por cierto fue recibido como un héroe en el Aeropuerto del Norte, mientras los familiares del policía James Harris protestaban frente a la corte y frente a la cárcel.
Cuatro meses más tarde en agosto de 1997, Ricardo Aldape Guerra muere en la carretera a Matehuala tras impactarse en la parte trasera de un camión.
Su vida había dado un giro de 180 grados, ahora era actor de una novela titulada “Al Norte del Corazón”. Tras el impacto alcanzó a dialogar con la Policía Federal de Caminos que tomó conocimiento del accidente.
Tras la breve charla con la Federal de Caminos, Ricardo intentó sentarse, pero el daño a las vertebras cervicales era intenso y demoledor y finalmente fue declarado muerto, la policía encontró dentro del vehículo residuos de mariguana.
Ricardo Aldape Guerra había librado la muerte mediante una inyección letal, pero no pudo librar la muerte en un simple y burdo accidente carretero, el dolor y el llanto regresaron nuevamente a doña Francisca y don Ricardo, la calma sólo les duro cuatro meses y que en nada se compara con la larga pesadilla que vivieron por espacio de 15 años.