
Uno de los encuentros ideológicos más relevantes y vistos en el siglo, ha sido escenificado por dos maduros candidatos que luchan ferozmente por ocupar la oficina Oval de la Casa Blanca durante los próximos cuatro años, al menos.
Una audiencia récord de televidentes, que incluso ha rebasado los altos raitings registrados durante eventos multimillonarios como la entrega de los Premios de la Academia, conocidos como Oscares, o el famoso SuperBowl, confirma lo que los mexicanos hemos venido viendo y padeciendo; una lucha descomunal entre dos gigantes en la que México, se ha convertido en un actor de reparto en esta gran obra de Teatro.
Y aunque muchos se siguen preguntando, ¿Quién ganó el debate entre Hillary Clinton, aspirante demócrata, y Donald Trump, candidato republicano?, la realidad es que en el primero de los tres enfrentamientos que realizarán antes de la elección de noviembre, todo indica que los grandes triunfadores fueron dos:
Uno es el Peso mexicano, que ha logrado frenar su intensa devaluación frente al dólar, luego que el “Hombre del Peluquín” nos agarrara de su “puerquito” echándonos la culpa de todos los males; y el otro la ciudadania estadounidense que parece empezar a despertar de su letargo y conoce por primera ocasión, la verdadera personalidad del magnate neoyorquino, y la inicial simpatía con la que era visto, empieza a convertirse para algunos, en duda e incertidumbre y terror para otros.
Después de todo, para eso sirve debatir.
Todos los sondeos realizados luego de los 90 minutos de duración de evento, la gran como ganadora a la aspirante demócrata, quien ha confirmado la máxima de que la improvisación es la madre de todas las derrotas, ya que mientras Hillary subía a redes sociales imágenes y fotos de su preparación predebate, el republicano, fiel a su estilo se jactaba de su arrogancia al jugar golf con sus amigos millonarios.
“Usted me está diciendo que me he preparado para el debate..en efecto lo he hecho, sí como también me he preparado para ser Presidente de Estados Unidos” le reprochó la candidata poniendo todavía más blanco al hombre que aspira a acabar con todos aquellos que no sean de su color de piel.
Pero los grandes momentos en los que Clinton demostró su sagacidad y talento, fueron cuando lo arrinconó para ponerlo en evidencia y mostrar a su oponente, como en realidad es; un personaje experto en la actuación y gesticulación. Vaya era tanta su desesperación e improvisación, que parecía caballo desbocado.
“Yo no apoyé la guerra de Irak”, gritaba desesperado un Trump, mientras que la demócrata le mostraba con pelos y señales que era un mentiroso.
“Yo no dije que el cambio climático era un invento de China”, repitió mientras que Clinton le mostraba un tuit publicado por él el 6 de noviembre del 2012, a las 8:15 PM, en el que decía exactamente lo que negaba ante millones de sus conciudadanos.
“Ford se está marchando, se está yendo a México”, fue una de las cuatro ocasiones en las que se refirió nuestra nación como la causante de todos los males, a lo que de manera inmediata el CEO de la armadora, Max Fields, lo negó categóricamente.
Una de las estocadas fatales dadas por Clinton a Trump, fue cuando negó ser misógino y racista; a lo que la Demócrata de manera franca y directa le recordó como hace varios años calificó a la exReyna de Belleza, Alicia Machado, como una “empleada doméstica” y ser “Miss Piggy”, tan sólo por ser latina.
Inmediatamente la actriz venezolana subió un tuit agradeciendo la defensa y calificar a Trump de ser una “rata Nazi”, y como dicen en el rancho “mal arranca la semana para el que ahorcan en lunes”, todo indica que en el debate, Trump demostró que saber hacer todo; menos hilar una narrativa de progreso, respeto e integración social entres los votantes, al parecer más un merolico de feria de pueblo, que un estadista que aspira a gobernar la nación más poderosa de la Tierra.
Sin duda, la tremenda diarrea verbal del republicano lo ha llevado a sufrir la peor derrota motivada por su lengua larga y su memoria corta.
¿Podrá recuperarse, luego de perder el primer round?
Lo cierto, es que como dijera el clásico del beisbol: “Esto no se acaba, hasta que se acaba”.