
Sigue errada la estrategia para combatir al crimen y la violencia en Reynosa que desde hace mucho tiempo está equivocada. Ausente de inteligencia de un programa integral a largo plazo.
Esta estrategia es burda, torpe y apresurada, con el ánimo de salir del paso, más que de ganar el pleito y controlar la situación.
Las autoridades gastan gasolina por toda la ciudad en vueltas y vueltas esperando toparse con los delincuentes, mismos que vigilan sus pasos advirtiendo sus rutinas y esquivándolas.
No vemos una lucha esperanzadora que nos ayude a sortear el vendaval, y que nos haga pensar que al final se ganará y se recuperará la paz y la armonía. Esto parece el cuento de nunca acabar.
Mataron al jefe criminal de la plaza hace algunos meses y desde entonces se desató una guerra sin cuartel que ninguna autoridad ha podido detener, y la ciudad entera es un cuadrilátero de lucha permanente y continua, donde reina el caos violento.
No queremos llamaradas de petate, queremos trabajo de investigación científica, y metodológica, apoyada con tecnología de punta y trabajo de inteligencia minucioso, quizá lento pero eficaz. Que culmine con una masiva extirpación del mal y no remedios caseros, que lo único que logran es agitar al avispero que se le echan encima a la población civil.
Hace muchos años en el periódico teníamos un problema de registro que derivaba en la mala impresión del mismo, y para mejorarlo contactamos a Martín, un canadiense de origen inglés que visitó las instalaciones y nos vendió un producto que erradicó de fondo la situación.
Y todo mejoró, le dio la volltereta al problema y acabó con el error. Y claro, ya después de Martín todo se veía muy claro y fácil.
No quiero ser simplista con el ejemplo, pero creo en la especialización, y si los mejores están en otras partes de el mundo, hay que traerlos a que nos vendan sus métodos para poner orden en este infierno que no termina y nos tiene amenazados a todos los reynosenses.
Porque los esfuerzos hasta hoy realizados, tenemos que reconocer, llámense de la Federación, del Estado o municipales no son suficientes y para prueba sobran botones todos los días.
Toda la comunidad sigue sufriendo de las malas decisiones de los gobiernos.
Me pregunto: ¿el mundo entero no tendrá un equivalente a Martín en materia de seguridad? No sé, en Israel, Colombia, Francia o Estados Unidos ¡carajo!, alguien que se ponga un paso adelante y que sea capaz de domar al crimen.
Lo triste y más terrible es que a la ceguera del gobierno se suma la pérdida de asombro de los ciudadanos, ya acostumbramos a vivir en un entorno violento.
Esto nos hace poco exigentes, además de que todos tenemos mucho miedo. Ese que se mete entre los huesos, como la humedad en las paredes y nos hace presa fácil, dócil, poco solidaria y ajena ante la desgracia del vecino que nos tiene paralizados y sometidos; nos da mucha vergüenza, pero esa es la verdad. A lo más que llegamos es a rezar para no ser la siguiente víctima.
Evidentemente lo que estamos haciendo no funciona, y no funciona desde hace mucho tiempo; tenemos que replantear todo, si lo que queremos son resultados diferentes.
Mi padrino Manuel Garza González, viejo sabio y de entendederas profundas, en su muy particular forma de plantear soluciones sostenía: “Muy simple, ahijado… si la medicina no cura, no más de la misma medicina”.