
Una prueba de la putrefacción interna del Partido Acción Nacional que seguramente lo llevará a perder las elecciones presidenciales el próximo julio, fue haber permitido en Tamaulipas el registro del delincuente Francisco García Cabeza de Vaca como aspirante a un escaño en el Senado.
Es como si Adalberto Madero Quiroga, ex alcalde albiazul de Monterrey, volviera a ser reactivado por el Comité Ejecutivo Nacional del PAN para volver a contender por un cargo de elección popular.
Cabeza de Vaca y Madero Quiroga son como dos gotas de agua; uno tamaulipeco y el otro neoleonés, que vieron en la política el camino más fácil y rápido para ser ricos, pisoteando las siglas y los valores de su partido.
Como seguramente saben que van a perder, muchos panistas de ambos estados buscarán sobrevivir como legisladores, porque vendrán meses muy difíciles de desempleo cuando –casi seguro– Acción Nacional deje la Presidencia de la República, según los resultados de encuestadoras nacionales e internacionales.
Uno de esos casos que rayan en la burla tiene que ver con un seudo político de apellido Cabeza de Vaca, el panista más ratero en la historia de ese partido en Tamaulipas y que lo demostró cuando fue alcalde de Reynosa entre 2004 y 2007, amasando una fortuna en dólares difícil de calcular, aprovechando el puesto para enriquecerse él, sus dos hermanos y sus más allegados colaboradores.
Por eso mismo los ciudadanos de Reynosa le permitieron al PAN ser gobierno solamente un trienio, no más, cuando Hora Cero evidenció con todas las pruebas, los actos de corrupción que se cometieron en la administración municipal.
Cabeza de Vaca pensó que haber sido electo alcalde de la ciudad más grande de Tamaulipas, le permitiría saquearla de manera voraz, pues las promesas que hizo en la campaña, la mayoría, se fueron por el drenaje séptico.
Los únicos cambios visibles que hubo fueron las inmensas riquezas que amasaron él y sus consanguíneos, además de funcionarios de alto y mediano nivel que de la noche a la mañana presumían residencias y autos lujosos en sectores exclusivos de Mission, Texas.
Qué asco leer que Cabeza de Vaca se registró como uno de los dos aspirantes al Senado para una elección interna que tendrá lugar el 18 de febrero próximo, donde cerca de 35 mil panistas, entre activos y adherentes, definirán quién irá primero y quién segundo en la fórmula.
No es posible que el PAN haya premiado autorizar registrarse a quien, en agosto del año pasado, ordenó la toma violenta del edificio del partido en Ciudad Victoria, acto vandálico en el cual participaron empleados de la dependencia federal que Cabeza de Vaca dirige.
Este individuo es coordinador general del Comité para la Regularización de la Tenencia de la Tierra (Corett), premio que recibió cuando fue descartado para contender por la gubernatura de Tamaulipas en los comicios de 2010.
La otra registrada como precandidata al Senado es Maki Ortiz de Peña, ex subsecretaria de Salud a nivel federal con Felipe Calderón Hinojosa, todo lo contrario a la sucia imagen de su contrincante; madre de familia, panista de verdad y con una trayectoria diametralmente opuesta al corrupto ex alcalde.
Hasta hace unos días, Maki Ortiz era la tamaulipeca con el puesto más alto en el gabinete presidencial. Su relación personal con Margarita Zavala de Calderón es conocida dentro y fuera de su partido, siendo su principal carta para ser la primera en la fórmula.
Volviendo a Cabeza de Vaca, su empecinamiento por volver a figurar y a intentar robar será su principal enemigo; desde que dejó la alcaldía en 2007 ha cometido graves errores y las posteriores elecciones –donde él aparecía como líder moral de su partido–, las ha perdido todas.
Cuando el Tribunal Federal Electoral (Trife) resolvió que en Tamaulipas habría elecciones internas para designar candidatos, contrario que en Nuevo León, hubo voces de júbilo en un grupo de panistas que han ensuciado a su propia institución.
Militantes a quienes bastaron tres años para sentirse dueños de una ciudad noble como Reynosa, creyendo que un Notario Público les había otorgado la propiedad de un municipio, no su administración.
Lástima, qué lástima que estas situaciones pasen en el PAN, un partido donde todo parece indicar que, como el barco que se hunde, las ratas quieren ser las primeras en ponerse a salvo.