
Me dirijo en esta ocasión a quienes conocen el futbol mexicano y están enterados de la inusual participación del equipo Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León en la repesca de la Copa Libertadores de América 2012.
El entrenador felino Ricardo Ferre-tti decidió no incursionar con su primer equipo en la justa continental para evitar que sus jugadores se desgastaran esforzándose, simultáneamente, en ese reto y en la liga doméstica. Los reproches fueron multitudinarios. Se le acusó a Tuca de despreciar la competencia que reúne a los mejores clubes de América. Por ello envió a su cuadro B, plagado de suplentes para que enfrentaran al Unión Española de Chile, en serie de ida y vuelta. Tigres fracasó en el repechaje y fue eliminado.
Desde mucho antes de que iniciaran los dos torneos Ferretti había revelado la decisión de no acudir con el primer equipo a la Libertadores. Tigres se coronó en el torneo Apertura 2011 del futbol mexicano. Obtuvo así la tercera plaza para acudir a la cita continental.
Ya antes habían tenido dos participaciones con actuaciones regulares. Habían accedido a cuartos de finales en 2005, su mejor incursión. Un año antes llegaron a octavos.
Ferretti y el presidente del club, Alejandro Rodríguez Miechielsen, decidieron, al alimón, no quemar sus mejores cartuchos en la Libertadores. La razón fue que la experiencia señalaba que resultaba imposible sostener los dos torneos.
El torneo libertador tiene un diseño que riñe con el calendario de la liga azteca. Ningún club de los participantes tiene que viajar tanto como los mexicanos, que deben hacer travesías en avión de más de 10 horas, de ida, y otro tanto en el regreso. Son viajes extenuantes que terminan por molerle los riñones a cualquiera.
Octavos y cuartos de finales allá coinciden con la liguilla mexicana. Era complicadísimo, por no decir suicida, que Tigres enfrentara los dos compromisos con los mismos jugadores. Si lo hubiera hecho se hubiera quedado con ninguno. Los futbolistas no hubieran sostenido el nivel de competencia y habrían sucumbido al cansancio.
Tigres es una franquicia con mucho dinero, pero muy escasos resultados. Con el reciente campeonato curan una sequía de 29 años sin título. En 40 años de estancia en primera división del futbol mexicano, apenas cosecha tres campeonatos, un récord magro, imposible de presumir.
La contratación de Tuca y Rodríguez como mancuerna en 2010, ha dado rumbo y seriedad a la institución, características de las que careció de manera perpetua. Apenas comienza a vigorizarse el equipo en su infraestructura. Recién revierten la malaria y se alzan con un gallardete de liga. Tuca y el Inge han decidido avanzar con prudencia. Comienzan a obtener dividendos de su buen trabajo, pero decidieron no enloquecer de entusiasmo. Aunque a la afición le duela, optaron por meterla en un emergente ayuno de actividad. Los fanáticos pueden ilusionarse, pero el trabajo de ellos es ser analistas. Y sabían que no podían avanzar en dos frentes.
Hubo quienes hablaron de desdeño hacia la Libertadores. Yo veo que simplemente establecieron prioridades y el torneo importante era el de la liga. Supongo que cuando consigan dos o tres estrellas más en el campeonato mexicano, empezarán a considerar planes para expandirse y buscar la internacionalización.
Tuca no es corto de miras. Es prudente y dejó para una mejor ocasión, que no es esta, la de conquistar otros territorios. Creo que Tigres algún día lo hará. Pero por ahora, se esmera en hacer que se desarrolle su proyecto que ya pasó de una etapa inicial y que se enfila en el rumbo correcto.