La Cámara de Diputados, sobre todo, y algunos congresos locales en México, han registrado escenas de agandalles, de aberraciones de aplanadoras –como lo ha hecho el PAN en el de Tamaulipas- de incidentes grotescos y de agarrones similares a las luchas de la triple A y de combates en lodo.
Escenas emblemáticas hay por montón. Y es que, más allá de la discusión de ideas, algunos parlamentarias y parlamentarios incurren en violencia verbal y física, y a veces en show.
Allá por el año 1988 el entonces diputado federal perredista electo Félix Salgado Macedonio subió a la tribuna y vació tres costales repletos de boletas electorales quemadas o mutiladas. En 1995, cuando el PRI ya iba en caída, pero tenía el apoyo de PAN en los asuntos de intereses de grupo, los medios de comunicación registraron la grotesca “roqueseñal”.
Humberto Roque Villanueva, quien era coordinador parlamentario del PRI, festejó el alza del Impuesto al Valor Agregado (IVA) mediante una votación meramente del PRIAN. De pie, el coahuilense jubiloso, al lado del entonces diputado federal también Natividad González Parás, realizó la mímica obscena, comunicando que se habían jodido a la oposición, aunque el pueblo le dio otra interpretación.
En el año 1996 el entonces diputado perredista Marco Rascón se colocó al pie de la máxima tribuna del país con una máscara de cerdo, sosteniendo carteles en protesta contra el entonces presidente priista Ernesto Zedillo, justo cuando éste rendía su segundo informe.
En 2002, el entonces diputado federal perredista Alfonso Ramírez Cuéllar –líder del Barzón- penetra a caballo al vestíbulo de San Lázaro, en compañía de cinco jinetes más.
Ramírez Cuéllar, uno de los protagonistas que combatió el FOBAPROA y representó a deudores de la banca y campesinos, demandaba apoyos para los sectores campesinos y agropecuarios en una Cámara que había protegido a empresarios, endeudando por décadas al país.
Y no cabe duda que una de las batallas a empujones, golpes y gas lacrimógeno más emblemática del Congreso Federal ha sido la de 2006, cuando los panistas colocaron una barricada con escritorios y curules e hicieron una valla humana para impedir que los perredistas tomaran la tribuna, y a su vez obstaculizaran que Felipe Calderón tomara protesta como Presidente de la República, tras las cuestionadas elecciones federales de aquel año.
Y así como éstas hay muchas reyertas e incidentes de los representantes populares, incluso en el Senado.
La actual composición del Congreso Local de Tamaulipas, que es manejado al antojo del aún gobernador panista Francisco Javier García Cabeza de Vaca, quien trata de blindarse desde la pasada legislatura ya que el último día de septiembre próximo deja de ser gobernante y será relevado por la oposición, ha incurrido en una serie de ilegalidades que rayan en la aberración.
Antes de concluir el pasado periodo legislativo, los panistas y priistas pactaron reformas para que el gobernador Cabeza de Vaca siga manejando la seguridad de los tamaulipecos.
Los prianistas crearon una “súper Fiscalía de Justicia”, a tres meses de que Cabeza de Vaca deje el poder.
De esta forma, a la Fiscalía General del Estado encabezada por Irving Barrios Mojica, se le adicionan el secretariado ejecutivo de Seguridad Pública, la Unidad de Inteligencia Financiera del Estado, la Fiscalía Anticorrupción, el Centro de Evaluación y Confianza y el grupo Gopes de la policía estatal.
Con esta aprobación, le proporcionan al titular de la fiscalía todas las facultades para nombrar a quienes encabezarán las referidas dependencias, otorgándole todo el poder.
Por aquellos días, los diputados también tenían la encomienda de elegir a los integrantes de la diputación permanente en el Congreso.
La asamblea votó en dos ocasiones, con resultado que beneficiaba al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). En medio de la votación, la diputada Magaly Deándar Robinson depositó su cédula, jaló el ánfora de cristal, al tiempo que la presidenta de la Mesa directiva también intentó retenerla, saltando el recipiente de cristal y rompiéndose en el piso, cerca del pódium.
Atrás de la diputada Deándar se encontraba la legisladoraa Leticia Vargas Álvarez, quien era morenista pero recientemente se unió a los panistas, dándoles la mayoría, quien se tiró al suelo y solicitó asistencia médica.
La caída que se echó la diputada fue toda una escena digna del nuevo cine mexicano, pero la foto en la que posó con sus aliados compañeros panistas –en silla de ruedas- con un parche en el ojo al estilo Catalina Creel, pero en color blanco y con rostro compungido, no tiene desperdicio.
La legisladora incurrió en una farsa. Así lo demuestra el dictamen pericial de la Fiscalía General de Justicia local.
De acuerdo con la publicación del medio Elefante Blanco, que obtuvo el informe médico que la legisladora se realizó el 1 de julio, como parte de la denuncia por una supuesta lesión, la perito forense Victoria Danae Vargas Miramón revisó físicamente e interrogó a la mujer de 48 años.
“El resultado concluyente fue: ´no presenta huellas de lesiones visibles recientes al exterior al momento de la valoración”’.
Luego entonces, la diputada incurre en un show en el que es apoyada por los panistas. La diputada Magaly Deándar sostiene que Acción Nacional y la ahora panista montan una cortina de humo para que la sociedad no conozca las reformas ilegales que dotaron de poderes del gobernador al titular de la Fiscalía estatal, Irving Barrios Mojica.