
El servicio a la humanidad es el más noble de todos los servicios. Porque no consiste en solo hacer llegar un bien, si no hacerlo llegar sin el interés de recibir algo a cambio.
Y esto es relativo, porque “nada a cambio” es solo en lo material, pero se recibe algo cuyo valor va mucho más allá de eso: la satisfacción de haber estado ahí, en el lugar y el momento precisos, para resolver en todo o en parte, la apremiante necesidad de alguien.
En la historia de la humanidad hay muchos ejemplos de personajes que han sido y serán un referente de “servicio a los demás” y han dejado no solo un legado ejemplar, si no que además marcaron una pauta a seguir en cuanto hasta donde hay que ser solidarios y empáticos con los más débiles.
La madre Teresa de Calcuta – uno de los personajes más importantes del Siglo XX-, nos deja en una frase la magnitud de la voluntad de servir:
“Hay que dar hasta que duela”, decía.
También afirmaba que:
“El amor para que sea auténtico debe costarnos”.
En estos contundentes sentimientos, dejó establecida -según su visión- la medida del servicio a los demás.
Paul Harris, pionero del rotarismo en el mundo, proponía:
“Dar de sí antes de pensar en sí”.
Muchas veces deseamos establecer un vínculo de solidaridad con los demás y no sabemos cómo hacerlo. Pero debemos tener muy claro que no se trata de andar a la cacería de áreas de oportunidad para servir a otros. Mientras el propósito sea genuino y desinteresado, siempre y en todo lugar habrá una opción para desahogar esa inquietud.
Lo que hay que tener muy claro es que el “servicio a la humanidad” no debe ser una acción mezquina. Ni mucho menos alimento de “egos” y protagonismos personales.
Debe ser auténtico, humilde y discreto. Quien lo visualiza así no espera retribución alguna, ni en lo material o en lo espiritual. Lo hace porque siente en su interior que lo debe de hacer y porque se ve en los demás como parte de una misma pena o un mismo dolor.
También es de vital importancia que el servicio a los demás no genere dependencia; porque entonces estaríamos cayendo al extremo nocivo de la “mendicidad”. Pero tampoco podemos cerrar los ojos ante tanta carencia y desigualdad.
En todo esto juega un papel muy importante el amor al prójimo ¿y quien es el prójimo? pues es el próximo, el que está al lado tuyo.
De ahí se desprende toda voluntad de ser solidario….
“No importa lo que diga, lo que crea o lo que haga, sin amor estoy en quiebra”
Efesios 13-3.
¡Hasta la próxima!