De la gallera guinda salió un giro de relucientes plumas y con espolones sólidos, desafiando nada menos que a Andrés Manuel López Obrador, y él es Ricardo Mejía Berdeja, un disentimiento que le viene muy a modo al Movimiento de Regeneración Nacional porque es el revulsivo que necesita lo mismo el precitado partido político que su Jefe de Jefes, dado que por obvias razones a ambos no les conviene los etiqueten como impositivos o represores.
Como es del dominio general, el hoy ex subsecretario de Seguridad del gobierno federal, al no ser postulado por el Morena como su candidato a gobernador de Coahuila, renunció para aceptar la oferta del Partido del Trabajo y denota traer como misión: acabar con el Moreirato, sólo que, para consumar este proyecto antes tendrá que pasar por encima de los que fueron sus correligionarios que no va a ser sencillo por lo siguiente:
El noreste de México siempre ha sido un hueso duro de roer para López Obrador, lo refleja el hecho de que los 3 Estados que conforman esa región no son afines al 100% con la política de la 4T, por ello gobierna en Coahuila el priista Miguel Ángel Riquelme; en Nuevo León el naranjista Samuel García; y Tamaulipas apenas hace casi 4 meses estaba en manos del panista Francisco García Cabeza de Vaca, quien por sus corruptelas y abusos, propició que la tenacidad de Américo Villarreal Anaya izara la bandera guinda en el Palacio de Gobierno.
Y es que la fama pública de los norestenses es que le apuestan al esfuerzo personal, más que a los apoyos oficiales, porque están forjados en la cultura de la lucha diaria, por tanto, ese carácter regional no asimila de buenas a primeras a los candidatos de izquierda, y por ello es que han batallado el Morena y AMLO para permear en el electorado de esta región.
Por ende, al ir Ricardo Mejía con la casaca de un partido de izquierda y encima sin la bendición de quien tiene el respaldo del 60 por ciento de la ciudadanía, es temeraria su intención, aunque posee un olfato político que resulta esencial para advertir si está en el momento preciso para lanzarse tras el objetivo. Él, con su determinación de no solamente renunciar a su cargo dentro del gobierno federal, sino de ir en contra del que fuera su partido, denota saber a lo que le tira.
¿Y ARMANDO GUADIANA?
Circula una teoría en la que el senador morenista pudiera ser parte de una negociación entre el PRI y el Morena, versión que seguramente es del conocimiento de Ricardo Mejía, y por esa circunstancia se deduce aceptó la candidatura petista. Sin embargo, obra también la situación de que para López Obrador es prioritario marcar la mitad del territorio norestense como gobernado por morenistas, ya que Coahuila por si solo con sus 2 millones 276 mil votantes no es muy indispensable para la elección presidencial del 2024, pero sumados a los 2 millones 700 mil electores de Tamaulipas arrojan aproximadamente 5 millones de sufragios con los que rebasan ligeramente a los 4 millones 187 mil de Nuevo León.
Por ende, eso de entregar Coahuila no parece racional cuando un año después habrá elección presidencial, por lo que en esa disputa Mejía podría ser el caballo negro de la competencia, aunque para hacer una prospección sólida será menester desarrollar una encuesta que mida el nivel de aceptación de López Obrador entre los coahuilenses.
Si lo aprueban las mayorías, las posibilidades de Guadiana crecerán proporcionalmente; es un ingeniero civil egresado del Tec de Monterrey, empresario y por ello ha de saber de cuestiones mercadotécnicas. No es un típico “borras.”
En resumen: Ricardo Mejía Berdeja no es un soñador, por algo se rebeló; a Manolo Jiménez lo impulsa la tradición de votar por el PRI; mientras que Armando Guadiana le apuesta al efecto AMLO, que si por las tierras de Madero y Carranza no andan “enhuilados” con el Jefe de Jefes del morenismo el 60 por ciento de los coahuilenses, se las verá duras, muy duras para ganar.
COMIENZAN A RECOGER LEÑA
La elección extraordinaria de senador nomás no cala en el ánimo popular con todo y los esfuerzos de José Ramón Gómez Leal y Manuel Muñoz Cano, mientras que Imelda Sanmiguel se limita a encuentros con organismos privados, denota saber que la derrota será inevitable, un desgano que podría llevar al PAN a quedar como la tercera fuerza política en Tamaulipas.
Una situación que tiene más de probabilidad que de posibilidad, y aun así el Comando Norte de los azules no da muestras de acongojarse.
Los albiazules ya están en la elección para presidente municipal de Reynosa, porque ahí está un tesoro de dos mil quinientos millones de pesos de presupuesto, un centenar de cargos públicos jugosos, contratos de obras y servicios, en fin, suficiente pan como para mitigar la pena de Francisco García Cabeza de Vaca, el ser excluído del handicap presidencial.
Por lo anterior el mensaje que les envió el jefe de los panistas reynosenses es que vayan recogiendo leña porque van a necesitar de mucha lumbre. La eventualidad de una reelección de Carlos Peña Ortiz complicará los planes de parapetarse en la presidencia municipal, y por si fuera poco el obstáculo Américo Villarreal Anaya en su calidad de jefe de los morenistas tamaulipecos obviamente propondrá candidato para la alcaldía.
Y por lo pronto se perfilan la diputada Magaly Deándar, quien valientemente encaró al Comandante Azul en el Palacio Legislativo; la diputada Claudia Hernández y Luis Miguel Iglesias, el encargado de la polìtica social del gobierno estatal en Reynosa.
HANDICAP PRESIDENCIAL
En las recientes encuestas de medios nacionales aparecen como los prospectos panistas más identificados entre quienes simpatizan con la oposición, la ex morenista Lily Téllez, los gobernadores Mauricio Vila y su tocayo Kuri, Santiago Creel y Ricardo Anaya, pero muy alejado de la senadora y los gobernantes de Yucatán y Querétaro, mientras que por los priistas despuntan Enrique de la Madrid y Beatriz Paredes. Luis Donaldo Colosio Riojas tiene el mejor porcentaje, pero él ha dicho que no planea participar, como que se va a esperar al 2030.
En resumen: es lo que tienen y parafraseando al filósofo de Macuspana,”ya chuparon faros”. Para revertir lo que ya parece hasta destino, tendría que ganar la coalición PAN-PRI-PRD las elecciones de gobernador en el Estado de México, que con sus 12 millones 428 mil votos es la joya de la corona electoral, que donde quede en manos del Morena, sumándole los electores de las entidades gobernadas por morenistas como la Ciudad de México (7 millones 529 mil), los de Veracruz (5 millones 911 mil), y los de Puebla (4 millones 740 mil) arrojan en números redondos 30 millones de votos.
Aunque lógico no todos serán para el candidato presidencial morenista, pero con un 60 por ciento de ellos tendría 18 millones de sufragios, y con esa cifra llegarán al 60 por ciento de la votación que obtuvo López Obrador en el 2018. Los 12 millones de votos que faltan, posiblemente los obtendrán en las otras 28 entidades federativas.
Así de importante es la elección del Edomex. Si gana la alianza opositora se oxigenará y podría gritar que habrá tiro en junio del 2024, pero si pierden, a retirar las fichas del tablero y a encaminar los esfuerzos para impedir que los candidatos de AMLO ganen en 200 de los 300 distritos electorales.
Y a celebrar los 25 años de ejercer periodismo responsable de HORA CERO, un medio que entre vicisitudes y persecuciones está convertido en un referente dentro de la llamada prensa política. Y hasta la próxima.